martes, 11 de diciembre de 2012

Austeridad: cero y van 3 / Fox, Calderón, EPN / Decretos y despilfarro

México SA-Carlos Fernández-Vega
Por tercera ocasión consecutiva aparece en cartelera el show mediático de la austeridad republicana. En esta ocasión la puesta en escena corresponde a la administración peñanietista, que a escasos diez días de iniciadas sus labores publicó un decreto por medio del cual ordena un recorte de 5 por ciento a sueldos y salarios de mandos medios y superiores federales, y congela cualquier contratación de personal eventual o por honorarios. Se estima que tal disposición afectará el ingreso de 72 mil servidores públicos (La Jornada, Víctor Cardoso) que encuadran en tales posiciones.
La citada acción recibió el rimbombante nombre de decreto que establece las medidas para el uso eficiente, transparente y eficaz de los recursos públicos, y las acciones de disciplina presupuestaria en el ejercicio del gasto público, así como para la modernización de la administración pública federal, y ayer mismo entró en vigor.

Cero y van tres programas al hilo de austeridad (el más reciente tiene el beneficio de la duda, aunque no mucho), que en los hechos sólo sirven para que el inquilino en turno de Los Pinos pronuncie un bonito discurso sobre el responsable ejercicio del gasto público y aparezca en la tele, con indoblegable voluntad, firmando el documento de marras, para que en los hechos él y los suyos lo violen cinco minutos después. Sólo hay que revisar los resultados de la austeridad panista en el gobierno, y ya con eso.

Por ejemplo, el 9 de enero de 2004 el entonces inquilino de Los Pinos, Vicente Fox, “anunció un agresivo plan de austeridad, que incluye el despido de 50 mil empleados del gobierno federal y el ahorro de 40 mil millones de pesos para este año. ‘Nos hemos comprometido a ahorrar otros 40 mil millones de pesos para llegar a un total de 80 mil millones de pesos en gasto corriente’, aclaró el mandatario mexicano”, de acuerdo con la amigable crónica del día. El de la lengua larga y las ideas cortas precisaba, muy a su estilo, que así, hoy tenemos ya 150 mil plazas menos en el gobierno federal y estamos en este año programando otras 50 mil de reducción y así hemos reducido gasto corriente, rentas telefónicas y todo lo demás que es improductivo para la sociedad. Y se quedó tan tranquilo.

Años después, la Auditoría Superior de la Federación documentó que el gobierno foxista gastó mucho y gastó muy mal (especialmente en servicios personales), al tiempo que dilapidó, de la forma más ruin, los voluminosos excedentes petroleros (más de 700 mil millones de pesos) obtenidos en el sexenio, dineros que en su mayor parte destinó justamente a lo que el citado plan de austeridad se comprometía combatir (gasto corriente y nómina burocrática).
Arribó a la residencia oficial el señorcito del haiga sido como haiga sido, quien tres días después de instalarse (3 de diciembre de 2006) con bombo y platillos dio a conocer su decreto de austeridad, el cual, entre otras directrices, ordenaba reducir 10 por ciento el salario presidencial, al igual que el de secretarios de Estado, subsecretarios, oficiales mayores y titulares de unidad. Así, presumió, se ahorrarán 25 mil 500 millones de pesos, cantidad que se destinará a programas sociales. El encanto sólo se extendió durante su primer año en Los Pinos, porque a partir de 2008, el año del catarrito, la chequera se abrió de par en par para efectos de gasto corriente y, particularmente, servicios personales.

Enrique Peña Nieto se tardó un poco más que su predecesor para eso del decreto de austeridad (Calderón lo anunció el 3 de diciembre de 2006, y el nuevo inquilino de Los Pinos el día 10 del mismo mes, pero de 2012), y su primer efecto (así le llaman) se reduciría a la mitad (5 por ciento de rebaja en sueldos y salarios de mandos medios y superiores, contra 10 por ciento de lo estipulado por el que felizmente ya se fue). Como en los dos decretos anteriores, en el tercero al hilo se subraya que la decisión responde a la exigencia de la población sobre el uso responsable y transparente de los recursos públicos y la obligación del gobierno para hacerlo, además de rendir cuentas puntualmente sobre el uso de los recursos económicos. Es la firme decisión de la presente administración reorientar los recursos públicos hacia los programas que fomenten el desarrollo económico, la seguridad social, la educación y la atención integral de los problemas que más aquejan a nuestro país. Y asunto resuelto.

De cómo se respetan los decretos de austeridad y el puntual seguimiento que el Legislativo hace de ellos, da cuenta la evolución del ingreso del inquilino de Los Pinos. Vicente Fox se instaló en la residencia oficial con un ingreso (salario más prestaciones) bruto ordinario de un millón 404 mil 156 pesos anuales; seis años después 2 millones 789 mil 174 pesos. Con todo y austeridad, el ingreso presidencial se incrementó 98.6 por ciento, tres veces más que la inflación oficial en el sexenio, que fue de 30.43 por ciento.

Felipe Calderón arribó a la residencia oficial y, decreto de por medio, redujo su ingreso 10 por ciento, para quedar en 2 millones 502 mil 851 pesos anuales. Al concluir su estancia en Los Pinos (noviembre pasado), el mismo personaje, por las mismas barbaridades cometidas, y vigente el mismo decreto de austeridad, se embolsó 3 millones 377 mil 199 pesos anuales (todas las cifras provienen del presupuesto de egresos de la federación para los años citados, aprobados por la Cámara de Diputados). Entre una fecha y otra, el aumento en el ingreso presidencial fue de 35 por ciento, con una inflación oficial de 28.22 por ciento. Y con eso se va pensionado de por vida, más su séquito de guaruras, por él mismo ampliado generosamente el mero 30 de noviembre, por medio de otro decreto.

Si se consideran los dos sexenios panistas, el aumento en el ingreso presidencial fue de 140.5 por ciento, en medio de dos decretos de austeridad y autorizado por la Cámara de Diputados, sempiternos vigilantes de que las leyes se cumplan a cabalidad. Y viene el tercero al hilo, el de Peña Nieto, que con muy buena oratoria justifica la puesta en marcha de otro decreto de austeridad, porque así lo exigen los mexicanos, a quienes, un día sí y el siguiente también, los políticos engañan con una enorme sonrisa. El nuevo inquilino de Los Pinos, de acuerdo con el proyecto de presupuesto de egresos de la federación para 2013, arranca sexenio con un ingreso bruto ordinario anual de 3 millones 379 mil 740 pesos. A ver cuánto dura, si es que dura.

Las rebanadas del pastel

Y las hordas salinistas siguen nutriendo el gabinetazo del nuevo gobierno. Sólo falta que al mero principal le pongan silla en Los Pinos.