jueves, 15 de noviembre de 2012

Reformas estructurales, “traición a la patria”

Fernando Gómez Cruz | La Jornada - EL Correo Ilustrado
¿Por qué siguen el eterno cuento de las reformas estructurales, si desde 1982, que las impuso el Banco Mundial, todo ha sido inútil? Son 30 años de mentadas reformas estructurales, que, en vez de subir o por lo menos mantener el 6 por ciento promedio anual de crecimiento sostenido que se dio entre 1938 y 1980, lo disminuyeron a 3 por ciento.
Ya desde 1997 César Gaviria (OEA) señalaba el fracaso del ajuste estructural, toda vez que fue contraproducente y dañó a todos los países a los que se pretendía ayudar. En México aumentó la desigualdad social; se ahondó el abismo entre la opulencia y la miseria; no dio empleos y sí disminuyó el poder adquisitivo; acabó con el campo, la seguridad alimentaria; la reforma del sistema de pensiones, y para rematar ahora con la reforma de leyes laborables, para facilitar la flexibilidad de la mano de obra, que permite que los patrones despidan obreros sin indemnización y considera al trabajo humano mercancía, simple elemento material en la producción, y atenta contra la dignidad de las personas y el interés de la nación.

Es aberrante que estas caducas reformas estructurales, dictadas por el Banco Mundial e impulsadas por Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, sujeten el derecho al trabajo al arbitrio del patrón y sindicatos, por la imposición de criterios ideológicos y políticos ajenos al interés ordenador de la economía social y de la calidad de vida del trabajador.

O todos los legisladores están faltos de memoria histórica o son amnésicos.

Treinta años de obedecer al libre mercado y protegerlo, adecuando la Constitución por encima de los derechos laborales y calidad de vida del trabajador y sus familias, son un retroceso. Es traición a la Revolución y a la Patria, aunque digan que es el México que todos queremos.