sábado, 7 de julio de 2012

Reconocer la realidad para transformarla

Gustavo Gordillo | Periodico La Jornada - Opinión | Sábado 7 Julio 2012
La participación electoral revirtió las tendencias a menor participación que venían siendo sistemáticas desde las elecciones presidenciales de 1994. Ahora fue mayor la participación que en 2006 y casi similar a la de 2000. La logística de la jornada electoral fue bastante buena en términos de casillas instaladas, conteo de votos, PREP y cómputo distrital. Con todo valdría la pena que el IFE nos informara qué porcentaje de las casillas fue cubierto por cada uno de los partidos.
El lado oscuro. Primero, la falla extrema de las encuestadoras. Dicen que no se equivocaron en el orden de los candidatos presidenciales. Nada más faltaba que hubieran dado el triunfo a Josefina y el segundo lugar a Quadri. Pero como bien dijo Beltrán en Foro Tv en las últimas elecciones presidenciales en EU el margen de error de las encuestas entre primero y segundo fue de menos de un punto porcentual. Recomiendo los textos de ayer tanto de Pedro Miguel como de Arturo Cano para profundizar más en este asunto. El problema es que trasmitieron el mensaje de que las elecciones presidenciales ya estaban decididas de antemano. En su descargo plantean que eso fue responsabilidad de los medios que las contrataron.
Lo cual lleva al segundo negativo, el papel de los medios y señaladamente de los medios electrónicos. Ciertamente las mediciones de la UNAM a través del IFE en precampaña y campaña arrojan una cobertura más o menos pareja. También es insoslayable la complicidad de las televisoras con el candidato del PRI no sólo en los seis años de su gubernatura sino sobre todo en el mensaje central que trasmitieron: la inevitabilidad del triunfo de EPN. La única disputa se decía es por el segundo lugar.
El tercer y más contundente rasgo negativo es la compra y coacción de voto. Hay una parte de la sociedad expuesta al clientelismo y a la manipulación política. Antes que ver supuestos atavismos culturales es necesario comprender en todas sus consecuencias el impacto que la enorme desigualdad y la extrema pobreza tiene en el ejercicio de una ciudadanía plena. Pero el origen inmediato de estas manipulaciones se encuentra en la falta de transparencia y control sobre los recursos públicos, particularmente los transferidos a los gobiernos estatales. Lo de la Soriana es como escribió ayer Juan Villoro una metáfora del delito electoral.
La mejor noticia es la participación de una vibrante sociedad civil que fue capaz de definir los contornos de una agenda nacional, que interpeló con éxito a los candidatos y que contribuyó con una bien armada argumentación a la conversación nacional. Me refiero desde luego al movimiento de Javier Sicilia, a quienes han construido una poderosa red en torno a los temas de transparencia y rendición de cuentas, y a las diversas iniciativas patrocinadas por la UNAM en temas como un nuevo curso de la economía. La participación del movimiento #YoSoy132 ha sido crucial porque al impugnar al duopolio televisivo y a su candidato, enfocó la atención al centro de la estructura de los poderes fácticos que emergió con el fin del régimen autoritario.
Hay agenda para el futuro: la competencia en el espacio de las telecomunicaciones, la rendición de cuentas de representantes electos y de los recursos públicos enviados a los gobiernos estatales, y la transformación de programas sociales en derechos sociales adquiridos y demandables.
Hay además cuatro temas cuyo tiempo ya se acabó: el del carro completo, el de la reformas estructurales como descontón político a la izquierda, el de la oligarquía partidista que bloquea participación ciudadana y nuevos partidos, y el de la unidad orgánica entre las izquierdas.
Habrá gobierno dividido y necesidad de pactos. Para la izquierda es el momento también de asumir la realidad –de las victorias y derrotas, de sus potencialidades y limitaciones– sobre la base de una reconstrucción institucional y discursiva.