El fallido domador pinolero trata de mantener en calma sus dos jaulas de leones: ya hizo que en la Comisión Federal de Telecomunicaciones cerraran la puerta de fea manera a las pretensiones de una tercera cadena nacional de televisión, con lo que garantizó continuidad al duopolio Televisa-Azteca y mantuvo nuevamente fuera de la jugada al ansioso Carlos Slim, y luego, a través de la Comisión Federal de Competencia, según se conoció oficialmente ayer, negó a la pareja Azcárraga-Salinas Pliego la posibilidad de convertirse en aliados en materia telefónica, mediante Iusacell, lo que les habría dado la posibilidad de acabar en amasiato de intereses en materia de televisión, un monopolio de pantallas apenas disfrazado.
El declinante usuario de Los Pinos espera que sus precarios equilibrios le permitan mantener de su lado a los incontenibles empresarios máximos de las telecomunicaciones, especialmente a la hora de la agenda electoral. Pero en el ámbito de los negocios hay aromas diversos, uno de ellos el del peñanietismo que hasta hace poco parecía firmemente encaminado a reinstalar los estilos priístas en la cúspide del poder nacional. Sin embargo, Felipe Calderón, utilizando sin mucho recato los organismosautónomos correspondientes, ha preferido dejar entre paréntesis las ambiciones expansionistas de Slim, Azcárraga y Salinas Pliego, para condicionar su apoyo electoral a favor del blanquiazul, o cuando menos para que no ordenen apoyo abierto hacia el priísmo.
A pesar de las dosis de mejoría que recibió con el nombramiento de los consejeros que durante largo tiempo le había sido escamoteado desde San Lázaro, el Instituto Federal Electoral no logra instalarse como autoridad respetada por las partes contendientes. Ayer, los representantes de seis partidos se retiraron de la sesión en que se pretendían emitir regulaciones sobre los debates de precampañas y su transmisión por medios electrónicos. Solamente se mantuvo en su asiento el comisionado del PAN, pues la resolución que pretendía leer el cuerpo ejecutivo del IFE era en respuesta a preguntas del partido de blanco y azul y de la cámara de radio y televisión.
Excepto el panismo, las demás fuerzas partidistas consideran que no atiende sus planteamientos el grupo directivo encabezado por Leonardo Valdés Zurita y que la presunta reglamentación de los debates contiene aberraciones y despropósitos de toda índole, que colocan en desventaja a los precandidatos únicos, Peña Nieto y López Obrador, y benefician a los panistas. Y, sin embargo, el IFE acabó aprobando su proyecto de resolución, desestimando la protesta de los seis partidos y confirmando que ese instituto sigue perdiendo capacidad de concertación y puede llegar a constituirse en todo un peligro… para las elecciones.
En el ámbito blanco y azul también hay suspicacia creciente respecto de los presuntos árbitros. A pesar de que las encuestas de opinión y la percepción pública le atribuyen a Ernesto Cordero una condición casi unánime de rezago irremontable frente a Josefina Vázquez Mota (Fantas Mota, la bautizaron en Twitter por su ausentismo a la hora de las votaciones en San Lázaro), son advertibles los signos de que desde Los Pinos se trabaja con intensidad en busca de hacer candidato presidencial al ex secretario de Hacienda, en un atropellado esfuerzo que involucra a la estructura de alta burocracia federal que ha sido incorporada a los órganos decisorios del PAN para tener mayoría fiel al supremo dador de bonos y sueldos varios.
En esa pretensión de inflar a última hora al inverosímil Cordero sucedió un error relacionado con el nombre miles de veces pronunciado con veneración casi religiosa por ese delfín (o así fue programado el error por los siempre ingeniosos propagandistas de grisuras panistas que ganan popularidad mediante disparates, como sucedió abundantemente con el siempre equívoco Fox).
Cordero rebautizó a su actual jefe como Vicente Calderón y con ello ganó presencia de primer nivel en Twitter (aunque todo fuera pitorreo), redujo el soso debate del martes a mera plataforma para la emisión de una más de sus alocuciones torpes pero llamativas, y abrió la puerta a una eventual reconciliación de Vicente y de Calderón este domingo en que habrá de elegirse al candidato presidencial del PAN, entre denuncias de compra de votos, de presiones del más alto nivel para apoyar al netamente deseado y de riesgos de enojos josefinos (ya se verá si Santiago Creel acaba convalidando el eventual triunfo polémico de Cordero, para cerrar la pinza de Vicente y Calderón que dejaría fuera a Vázquez Mota). Además, fue aprovechado el error, supuesto o real, para asentar la tesis del continuismo programado, pues según eso ahora se ha entrado en la nueva era de Vicente-Calderón-Cordero.
Enrique Peña Nieto se asoma con timidez a la puerta de la residencia donde manos con residuos de pinole le han dejado el paquete explosivo de las presuntas relaciones peligrosas de una parte de sus allegados con el tema del narcotráfico. No puede meter las manos al fuego por la inmensa mayoría de sus aliados, pero tampoco puede aparentar que no se ha enterado de las cargas envenenadas que le han sido enderezadas. Así que decide apoyar al menos impugnable de los tres tristes tigres tamaulipecos bajo indagación, al esotérico Manuel Cavazos Lerma que según eso sigue firme como aspirante al Senado a pesar de la lupa que le ha puesto la PGR. En los pasillos de tres colores se esperan nuevas acometidas del calderonismo judicial contra figuras priístas de reconocida mención pública como partícipes del gran negocio de las drogas.
Y, mientras sigue el jaloneo en las izquierdas por las candidaturas, ahora disfrazados los dedazos de encuestas(antes tan satanizadas por susceptibles de cuchareo), con Manuel Camacho como depositario de los mecanismos de imposición de beneficios, ¡hasta mañana, con el republicano puntero, Mitt Romney, advirtiendo que no hará concesiones a los indocumentados en Estados Unidos, salvo a aquellos que opten por enrolarse en las fuerzas armadas!