domingo, 18 de diciembre de 2011

Crece la desigualdad social en México

Entrevista a Josefina Morales/Miembro de GACEM, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
18 diciembre 2011 | Irma Ortiz | Siempre!
Para la doctora Josefina Morales, miembro del Grupo de Análisis de la Coyuntura de la Economía Mexicana (GACEM) del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, las recientes cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) confirman que en México se incrementa la desigualdad social y la pobreza a niveles de indigencia, lo que favorece a una sociedad en descomposición y sin futuro, por lo que urgió a revisar las políticas económicas frente a las nuevas propuestas electorales rumbo al 2012 y así buscar la reconstrucción de un país diferente que todos los mexicanos merecemos.
La OCDE dio a conocer una serie de cifras que señalan que en México ha crecido la desigualdad social…

La desigualdad social en nuestro país es un problema histórico, estructural. Desde principios del siglo XIX, el barón de Humboldt tituló su famoso ensayo como México, el país de la desigualdad.

Las grandes transformaciones históricas de nuestro país han cambiado estructuras tradicionales, han modernizado el país, lo han industrializado a partir de la reforma agraria producto de la revolución mexicana culminada en el cardenismo. Mas el problema de la profunda inequidad en la distribución del ingreso resurge en los últimos treinta años de apertura y liberalización, privatización y mercantilización de las políticas públicas sociales, particularmente por la ausencia de una política fiscal redistributiva. Nuestro país tiene uno de los más bajos ingresos fiscales, menos del 10 por ciento del producto interno bruto.

América Latina es el continente con mayor desigualdad del ingreso y México, Chile y Brasil, los de mayor desigualdad en nuestra América. Así lo ha reportado la OCDE al señalar que México es el segundo país con mayor desigual entre sus miembros y la Comisión Económica para América Latina yel Caribe (CEPAL) a finales de noviembre registró que en nuestro país se habían incrementado la pobreza y la indigencia en 2010 respecto a los niveles registrado en 2008, y esta última era superior a la registrada en 2002.

La última encuesta de ingreso y gasto de los hogares nos dice que, en 2010, los ingresos corrientes promedio de los hogares disminuyeron 12.3 por ciento con respecto a 2006.

Los ingresos del 10 por ciento de los hogares más pobres del país son equivalentes al 5.2 por ciento de los ingresos del 10 por ciento más rico, al recibir apenas 1.8 por ciento del ingreso total, mientras el 10 por ciento de mayores ingresos concentra más de la tercera parte. El 40 por ciento más pobre recibe 14.2 por ciento del ingreso.

Pese a que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que la desigualdad medida con el coeficiente de Gini —desigualdad en los ingresos— pasó de 0.456 en 2008 a 0.435 en 2010, en la medición realizada por la OCDE; México incrementó su índice de concentración de 0.453 en la década de 1970 a 0.494 a finales de la década del 2000. En el mismo periodo, algunos países miembros de la OCDE en similares condiciones económicas a las de México mejoraron sustancialmente su índice de distribución del ingreso, tales como Turquía, que pasó de 0.434 a 0.409; y Grecia, que pasó de 0.413 a mediados de los años setenta a 0.307 a finales de los años 2000.

Si la comparación se realiza con países latinoamericanos, la CEPAL, en su informe titulado Panorama Social de América Latina 2011, señala que México presenta un índice de Gini de 0.481 para 2010, por detrás de países que en el mismo año registran menor nivel en el indicador, tales como El Salvador con 0.454, Perú y su Gini de 0.458, Uruguay con 0.422 y el nivel más bajo de la región se presenta en Venezuela con un Gini de 0.394.

Estos datos son una realidad y tenemos que entenderlo como resultado de una política económica que en los últimos 30 años ha llevado al país a un raquítico crecimiento económico, a crisis recurrentes y a una enorme polarización de la riqueza social.

El gobierno señaló que la desigualdad se dió principalmente en las administraciones priístas, pero ¿realmente disminuyó en los gobiernos panistas?

Según la encuesta, entre 2000 y 2010 han mejorado ligeramente los ingresos, pero entre 2008 y 2010, en la crisis, cayeron los ingresos y además esta mejoría de la distribución del ingreso es muy relativa.

La desigualdad la ilustra el hecho de que el 5 por ciento de los ingresos de los hogares más pobres son equivalentes apenas al 5 por ciento del 10 por ciento de los más ricos. Que el 40 por ciento de los hogares más pobres del país reciban apenas el 14 por ciento de los ingresos; mientras el 10 por ciento de los más ricos reciben más de la tercera parte de los ingresos nacionales, pero aún es mayor la polarización porque tenemos a los 11 grandes empresarios de este país que están en la lista de los más ricos del mundo, encabezada por Carlos Slim, que es el más acaudalado del orbe, pero aparte de este número tan pequeño de grupos tan poderosos, tenemos de acuerdo con el trabajo del GACEM, del Instituto de Investigaciones Económicas, que los mexicanos que tienen capacidad adquisitiva para ahorrar e invertir en el mercado de valores son apenas 200 mil mexicanos, que son clientes de los fondos de inversión, cuando en México hay 44 millones de trabajadores, la mayoría de los cuales no tenemos capacidad de ahorro y menos de inversión.

Salarios

Otro indicador de esta polarización, de esta pobreza y de esta desigualdad social son los salarios. Los salarios en México son de los más bajos de América Latina y nos dice la Organización Internacional del Trabajo que el salario en México por paridad de compra en 2009 era equivalente a 170 dólares mensuales, 13 por ciento de lo que se recibe en Estados Unidos.

Nuestros salarios son muy bajos en comparacion con el resto del mundo. La desigualdad la tenemos en la concentración del ingreso, en los salarios, pero detrás de ella hay una desigualdad en la producción.

Tenemos pequeñas empresas donde laboran millones de trabajadores, pero que reciben una parte raquítica de los salarios; por ejemplo, el censo de 2008 nos dice que el 95 por ciento del total de los establecimientos del país empleaban a 41 por ciento de los trabajadores, el 23 por ciento remunerados, o sea que allí hay más de 6 millones que trabajan pero que no reciben salario, y esos empleados apenas si recibían el 4.8 por ciento del total de las remuneraciones pagadas.

Por otro lado, más de la tercera parte de los empleados trabaja en 3 mil 164 grandes empresas que reciben el 46 por ciento de los salarios. La polarización se da por muchas partes ya sean las microempresas que no tienen financiamiento, no tienen maquinaria ni equipo. Son empresas que no tienen recursos, ni son productivas.

También la desigualdad se expresa en las condiciones de acceso a la educación, a la salud, a la alimentación, por eso los indicadores de pobreza se vuelven cada vez más complejos. Julio Boltvitnik, que hay que leerlo, que hay que escucharlo una y otra vez, ha elaborado indicadores más complejos, no sólo tenemos pobreza patrimonial, tenemos pobreza y deficiencia alimentaria, deficiencia de educación y de salud.

A pesar de que es uno de los logros que presume el gobierno calderonista como el Seguro Popular, se ofrecen condiciones de salud muy precarias, y el deterioro de los servicios de salud pública del ISSSTE y del IMSS ha sido verdaderamente lamentable. A pesar de que contamos en la salud pública con los mejores hospitales de México como pueden ser Nutrición, Cardiología, Centro Médico Siglo XXI, lo que tenemos sobre todo es una atención muy desigual.

Escenarios

Esto nos lleva a una sociedad en descomposición, que está en graves extremos, muchas veces probablemente de miseria, de desesperación.

Todavía esto se puede matizar un poco por las remesas que llegan, pero estamos viendo en muchos lugares del país estallidos sociales, la criminalización, la participación o el entretejido social entre diversos sectores y el crimen organizado que no podemos ignorar.

Los millones de jóvenes que no tienen ni empleo, ni estudio ni siquiera esperanza. Es un momento en que el país requiere revisar seriamente sus políticas económicas para cambiar y buscar una salida que a un mediano plazo —porque esto no se arregla de un día para otro— podamos tener la reconstrucción de un país diferente, mejor, que todos los mexicanos merecemos.

Vivimos épocas preelectorales con precandidatos que empiezan a marcar sus tendencias, donde hay que ir a lo fundamental, como las propuestas económicas

Tenemos que abrir el debate, donde los medios de comunicación van a ser muy importantes. Hay que examinar los proyectos alternativos de nación; sólo tenemos hasta ahora uno que un grupo de académicos, intelectuales, luchadores sociales ha elaborado para el Movimiento de Resistencia Nacional, que le fue entregado a Andrés Manuel López Obrador y que ha estado en debate nacional, pero que tenemos que recuperar y abrirlo.

El candidato del PRI acaba de entregar un proyecto donde, por ejemplo, está planteando la privatización de Pemex. Hay distintos elementos. Todavía los del PAN, fuera de reiterar que van a seguir la misma política neoliberal y hacer las reformas laboral y energéticas, son temas que tenemos que entrar ya en el debate…

¿Qué elementos deben tomar en cuenta los candidatos en sus propuestas para tener un México menos desigual…?

Hacer una política económica de crecimiento a partir de recuperar la política energética. El petróleo es nuestra riqueza nacional y debe ser un pivote de desarrollo. Es una vergüenza que estos dos gobiernos panistas que han recibido la mayor cantidad de recursos petroleros no hayan hecho una refinería, que se importen gasolinas. Que a la Comisión Federal de Electricidad que declaran “empresa de clase mundial” al rato la van a declarar en quiebra; que hayan desaparecido de un plumazo, autoritariamente la Compañía de Luz y Fuerza dejando en la calle a 44 mil trabajadores.

Atender problemas como el energético, fiscal, de agricultura, industrialización para el mercado interno, por lo menos en el ámbito económico, pero tenemos otras cosas de política social donde la educación y la investigación tienen que ser un pivote del desarrollo.

Hay que atender la relación con Estados Unidos que es fundamental y recuperar ciertos niveles de negociación y de soberanía, ahora que tenemos nuevos espacios en América Latina, porque México los ha perdido. Recordemos que en 2009 México fue uno de los países a nivel mundial que sufrió la mayor crisis y recesión; la economía mexicana es la que menos ha crecido en América Latina del 2000 para acá, por su sujeción al Tratado de Libre Comercio; la devaluación que es latente, la salida de capitales que es de más de 25 mil millones de dólares en octubre pasado.