“Los estados poderosos sólo pueden sostenerse por el crimen” - Nicolás Maquiavelo
Vicky Peláez (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
El país de los antepasados aztecas, México, se ha convertido desde hace diez años en el centro del narcotráfico y la violencia organizada hasta descender a la categoría de un “Estado fallido” incapaz de gobernarse.
Allí, la población mexicana ha sido absorbida por el sistema globalizado que viene aplicando un programa de “limpieza social”, para hacerla temerosa, sumisa y obediente.
Sus mejores líderes sindicalistas, feministas y de los derechos humanos están siendo asesinados día a día o amenazados, tanto por narcotraficantes como por comandos paramilitares del gobierno de Felipe Calderón quien asumió la presidencia en el 2006 tras de unas elecciones calificadas de fraudulentas.
Allí, la población mexicana ha sido absorbida por el sistema globalizado que viene aplicando un programa de “limpieza social”, para hacerla temerosa, sumisa y obediente.
Sus mejores líderes sindicalistas, feministas y de los derechos humanos están siendo asesinados día a día o amenazados, tanto por narcotraficantes como por comandos paramilitares del gobierno de Felipe Calderón quien asumió la presidencia en el 2006 tras de unas elecciones calificadas de fraudulentas.
Para entender la trágica transformación del México donde cada día aparecen cuerpos decapitados, torturados o violentamente asesinados, tanto de hombres como mujeres y niños, cuyo número en los últimos 20 años supera los 40 mil, y unos 10 mil desaparecidos, habría que remontarnos a 1965 en la frontera entre México y los Estados Unidos.
Allí fue creado el sistema de “maquiladoras” o “maquilas’ que son en realidad ensambladoras que trabajan con material importado y sus productos son llevados al extranjero. Fue iniciativa de las corporaciones norteamericanas para aumentar sus ganancias vertiginosamente. En las maquilas se paga entre 2 a 4 dólares la hora mientras que en Norteamérica entre 15 a 20 dólares por el mismo trabajo.
Desde ese momento comienza la inmigración a las maquilas de miles de jóvenes campesinos sin ninguna perspectiva en sus predios rurales abandonados por el gobierno. También Tijuana, ciudad Juárez y Heroica Nogales donde se concentran estos centros de producción se convirtieron en la sede de los carteles de narcotráfico atraídos por la cercanía de los Estados Unidos.
Las fáciles ganancias aumentaron las ambiciones de las corporaciones norteamericanas y bajo su iniciativa se firmó en 1994 el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá (NAFTA) que transformó drásticamente la economía mexicana convirtiéndola en un apéndice de la estadounidense.
Como dijo un prestigioso estudioso norteamericano Noam Chomski, “el Nafta hizo más daño a México que el colonialismo español”. Durante la presidencia de Bill Clinton los bancos norteamericanos y en especial The CitiGroup tomaron el control financiero del país azteca. Cada presidente mexicano que llegaba al poder ponía su cuota de sumisión recibiendo al terminar su período suculentas remuneraciones.
En 2001 el presidente Vicente Fox firmó el Plan Puebla elaborado por el Departamento de Estado norteamericano dirigido a promover integración regional energética entre Norteamérica, México y América Central. Lo que en realidad significaba la privatización de la tierra, agua y el sector público por las transnacionales.
Lo que faltaba para cerrar el círculo alrededor de México fue un plan relacionado con la toma de control sobre su aparato de seguridad. El narcotráfico, que en estos años floreció como por magia o por la venia poderosa, ha rebasado la capacidad del Estado para combatirlo ya que los “soldados” de los siete carteles principales llegaron a unos 100.000 hombres armados.
Esto fue un pretexto excelente para que el presidente de turno Felipe Calderón anunciara en 2008 la Iniciativa Mérida. Este plan elaborado en 1990 por el Pentágono bajo el nombre “Seguridad Nacional hacia el Hemisferio”, abrió las fronteras de México para los servicios de seguridad norteamericanos supuestamente para combatir el narcotráfico. Para reforzar este plan Estados Unidos recientemente nominó a su especialista en Afganistán, Earle Wayne, como embajador en México, por esto al presidente Calderón le apodan en la calle el “Karzai mexicano”.
Lo risible de esta lucha contra el narcotráfico es que miles de armas que recibieron los carteles de la droga, habían sido en realidad transferidas por una de las más duras agencias de seguridad estadounidenses Bureau of Tobacco and Firearms (ATF) bajo el pretexto de “infiltrarse en las mafias y destruirlas”. Pero lo que hicieron en realidad fue armarlas y perder toda huella de lo entregado durante las operaciones llamadas “Fast and Furious”.
El dinero siempre corrompe y la droga tiene un poder mágico que aporta a los Estados Unidos y a Unión Europea más de un millón de millones de dólares al año por el lavado de dinero, quedándose más de la mitad en Norteamérica, de acuerdo a los cálculos de Daniel Estulin en su libro Desmontando Wikileaks.
Por eso no es de extrañar que en los últimos dos años se hayan detectado 400 casos de corrupción en el FBI y 839 en el Departament of Homeland Security, todos relacionados con el narcotráfico en México. Por algo el 90 por ciento de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas que se consumen en Norteamérica entra por su frontera.
En México de 100,000 detenidos por el tráfico de droga solamente un 4 por ciento es encarcelado.
El uso del pretexto de narcotráfico para fines geoestratégicos es infinito y depende de la fantasía de los políticos. Hillary Clinton decidió, por ejemplo, vincular a los mexicanos con el terrorismo iraní y así tener no solamente el pretexto de mandar a sus soldados a México sino empezar preparativos de una guerra contra Irán. Pero la guerra necesita mucha plata y su mejor método de conseguirlo es a través de narcotráfico. ¿Cuántos nuevos cuerpos degollados costará esta fantasía?