En México por años, han luchado trabajadores del IMSS, el ISSSTE, el SME, los ferrocarrileros
Lilia Cisneros Luján
Publicado: Marzo 1, 2011
Reunirse, para formar grupos con cierta permanencia o circunstancialmente en derredor de una causa aglutinante es, un derecho humano asociado casi siempre con el de la libertad de expresión. Los objetivos de dichas asociaciones deben ser lícitos so riesgo de verse perseguidos como en su momento los kukusklan. Sin embargo, la historia registra muchos capítulos de violaciones a este derecho, bien por una calificación tendenciosa para los manifestantes por parte de quien ostenta el poder -se dice que son terroristas, guerrilleros, o simples vándalos- bien por la manipulación de hechos orquestados desde algunas asociaciones, las mas de las veces temporales y concretadas en manifestaciones cuya calificación de "buenas o malas" depende del ángulo interesado de quien las define. En casos extremos hasta se modifican las leyes para coartar la libertad de reunión como en 1941, cuando el presidente de México Manuel Avila Camacho, introdujo el articulo 145 de código penal, para "evitar desestabilización política" en un México con buena parte de la sociedad germanófila; aunque en el contexto del compromiso bilateral con los vecinos del norte para entrar a la segunda guerra mundial. Incurrían en el nuevo delito aquellos que realizaran propaganda política, defendiendo "ideas, programas o normas de acción" de cualquier gobierno extranjero que perturbaran el orden público o pusieran en riesgo la soberanía de la nación
La marchas -se dice cuando las manifestaciones transitan por algún espacio- en México fueron criminalizadas con este delito de disolución social por tres décadas, hasta borrarlo del código penal después del movimiento de 1968. Recordando ese inicio de la década de los 60, hubo marchas y manifestaciones estudiantiles, de ferrocarrileros, médicos y muchas otras, casi siempre con un interés ulterior como defender derechos laborales o sindicales, exigir prerrogativas, o pedir la renuncia de alguien como el caso de rector Ignacio Chávez -1966- quien cometió el "gran delito de reelegirse" sin el beneplácito del entrante presidente de México. Con el paso de los años hemos documentado como el movimiento "universitario" de 1966, fue totalmente patrocinado desde algunas oficinas de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz. Más de uno trabajaron por cuenta propia para congraciarse con el primer mandatario cuya emotividad respecto al rector era manifiesta
Las últimas 3 semanas, los espacios de medios masivos, han desplazado a segundo término las notas de la guerra por el narcotráfico en México, para dar lugar a manifestaciones en Túnez, Egipto, ahora Libia y se "preparan" reporteros en Marruecos, Siria y en general el llamado oriente medio. A fuerza de machacar, las audiencias están convencidas de que el común denominador es el repudio "popular" a gobernantes que se han eternizado en el poder y son muy pocos quienes se preguntan ¿a quien beneficia la caída de un aliado de Estados Unidos e Israel que fue parte de los tratados de paz, hace más de 3 décadas?. ¿Porque no se habla de la situación de represión de los palestinos y si en cambio se le da importancia al "genocidio" de un gobernante contra manifestantes rebeldes? ¿Quién sostiene estos plantones multitudinarios, con megáfonos, lonas., banderas y una logística que cuesta mucho dinero en pueblos que se manifiestan hambrientos, sin recursos para pintar sus casas o poner gasolina a sus vehículos? ¿Que papel juegan los comerciantes de arte en todos estos países desestabilizados por quien sabe que mano negra que seguramente tiene muy claro cuales serán los mecanismos y personas para la fase de sustitución?
Es innegable que los grupos sociales optan por la manifestación pública cundo se cierran la puertas de cualquier otro recurso: el diálogo, la denuncia mediática o los procesos judiciales; pero si el gobierno en turno resiste -y casi siempre lo hace violando leyes, inventando delitos o amenazando a los manifestantes- la gente se cansa, traga sus frustraciones y espera. Los ulteriores interesados -con más recursos que el de colonos o vecinos- toman nota de donde están tales grupos y si les conviene su participación hasta les apoyan, para expresiones colectivas futuras que les dejen algún beneficio. En México por años, han luchado trabajadores del IMSS, el ISSSTE, el SME, los ferrocarrileros etc. Sus sindicatos aun tienen la fuerza económica para financiar, carteles, lonas, autobuses y, ¿porque no? un refrigerio para aquellos que de buena fe gastan zapatos, pies y alma con la esperanza de que se les haga justicia. En el balance de fuerzas de un siglo XXI neoliberal, los trabajadores son los perdedores, pero están en la mira de alguien que en un futuro no muy lejano, saque a flote sus anhelos y les ofrezca, derrocar a éste o aquel mandatario para sustituirlo por alguien a modo de los "hombres de presa" transnacionales, o líderes de países con vocación colonial que desean mantener a nuestros pueblos, sometidos y entretenidos con espejitos a cambio de llevarse minerales, y hasta él ahorro del ciudadano común que se va como parte de las utilidades bancarias.
Dar a los actos violatorios del derecho natural y humano, vestidura de legalidad convirtiéndolos en tipos delictivos, es quizá el acto mas aberrante del autoritarismo, por el delito de disolución social, muchos mexicanos fueron privados de su libertad, y en expresiones dantescas definidas como terrorismo por el imperio, millones de civiles han sido torturados, desaparecidos y muertos en Irak, Afganistán, varios países de Africa y también en los Balcanes.
Luego de una machacona campaña mediática donde se da voz solo a los automovilistas "furiosos" contra la marchas en el DF, pero poco o nada se habla de las motivaciones de éstas, la fracción parlamentaria del PAN se mueve para "regular las manifestaciones" en la ciudad. Los argumentos que se esgrimen parecen ser tomados del derogado delito de disolución social y aunque sin avances, el tema está en el ambiente, y se convertirá en realidad dependiendo del grado de molestia al autoritarismo del poderoso en turno. El promedio de manifestaciones en esta ciudad es de 9 diarias. Poco se difunden las auténticas protestas vecinales, por abusos y violación al uso del suelo, la depredación de áreas de reserva o la exigencia de justicia expedita, para aquellos en busca sus familiares o molestos por ver en libertad a quienes venden droga, fayuca o les causaron un daño.
La queja común de estos manifestantes, que se cooperan para la manta y les invitan un taco a hijos, sobrinos y compañeros de clase de éstos, es el desprecio y en casos extremos el hostigamiento por parte de las autoridades. Pero con todo y la manipulación, el México bronco parece estar despertando. No somos un pueblo violento, amamos la paz, pero la hartura puede llevar al más tranquilo a los límites. ¡Cuidado! a nadie conviene este escenario.
Fuente: El Heraldo de Saltillo
Fuente: El Heraldo de Saltillo