martes, 9 de noviembre de 2010

El gran Mouriño en el Museo de Cera

Publicado el Jueves 4 de Noviembre de 2010

Martha Anaya

Pues sí, de Ripley, “aunque usted no lo crea”, como dice el eslogan, Juan Camilo Mouriño ocupa ya un lugar en el Museo de Cera de la Ciudad de México.
Se suma nada menos que a David Becham, Robert De Niro, Felipe Calderón, Supermán, Tom Hanks, Celia Cruz, Ana Gabriela Guevara, Harry Potter… Sí, estas son las últimas figuras que han encontrado hogar en el Museo de Cera.
¿Sus méritos para tal distinción? ¡Por favor!, qué pregunta. ¿Acaso no es suficiente haber sido el niño mimado del actual Presidente de la República?
¿No? Bueno, sumémosle que era secretario de Gobernación cuando falleció trágicamente hace dos años al caer el avión en que viajaba.
¿Qué en el avión iba también José Luis Santiago Vasconcelos, uno de los más importantes funcionarios que ha tenido la administración en la lucha contra el narcotráfico? Eso es lo de menos, él no era amigo de Calderón y por eso incluso lo mandó al limbo laboral antes de su fallecimiento. No merece ser recordado ni micho menos una figura de cera recordándolo.
Por Juan Camilo…, ay, sí, Juan Camilo Mouriño merece eso y más en estos tiempos azules. Su figura fue tan grande y tan importante para el hombre que hoy se cruza la banda presidencial al pecho, que nada debe regateársele.
Sus méritos en la lucha por la democracia, en sus campañas, a pie, entre la gente, fueron tan elocuentes –aunque a ciencia cierta no sepamos cuáles fueron– que la figura de Luis H. Álvarez le hace cosquillas.
Su cultura, su talento, su capacidad estratégica fue tal –y por favor, que nadie pida algún documento escrito por él porque no le dio tiempo de hacerlo– que la figura de Carlos Castillo Peraza –cuyo décimo aniversario luctuoso se cumplió hace una semana– ni siquiera le hace sombra.
Baste pues a los simples mortales saber que Juan Camilo Mouriño fue grande. Qué va, ¡enorme! Y que bien merece ser recordado por siempre y para siempre por todos los ciudadanos mexicanos y ocupar un lugar en el Museo de Cera.
Fuente: El Arsenal.net