domingo, 19 de marzo de 2017

El año que México quiso ser potencia nuclear (y que nunca llegó)

En 1979, la CFE hablaba de montar varias plantas nucleares al año 2000... pero llegó la abundancia petrolera con Cantarell y todo se olvidó.
19 marzo 2017 | Leo Peralta | Huffington Post
Hace casi cuatro décadas, mientras se construía la Central Nuclear de Laguna Verde, el gobierno mexicano preveía la factibilidad de contar con más plantas a fin de satisfacer las futuras necesidades energéticas del país.
Wikileaks es el mayor sitio de filtraciones de información confidencial de empresas y entidades gubernamentales. Al mismo tiempo se ha convertido en archivo histórico sobre la génesis de políticas públicas e importantes decisiones empresariales en todo el mundo. En esta entrega de LOS ARCHIVOS DE WIKILEAKS tomamos información del sitio de filtraciones para contar aspectos poco conocidos de la historia mexicana.

CABLE 979MEXICO09283_e: EL MÉXICO NUCLEAR QUE NUNCA FUIMOS

Corría el año de 1979. México vivía el tercer año del sexenio de José López Portillo, el mismo que ante el boom petrolero llamaba a "administrar la abundancia". En un país de fe, perduraba el eco del furor que provocó el Papa Juan Pablo II en enero de aquel año. El mes de junio estaba contaminado por humo del pozo Ixtoc I en el Golfo de México, cuya explosión se convirtió en la primera tragedia ecológica petrolera a gran escala del país.

El incendio en pleno Golfo de México provocado por un estallido en el pozo Ixtoc I fue la primera tragedia ambiental provocada por la industria petrolera mexicana.
Justo en aquellos días Hugo Cervantes del Río, entonces director de la Comisión Federal de Electricidad, habló con representantes de la embajada de Estados Unidos sobre la política energética que el país tendría hacia el entonces lejanísimo año 2000. Mencionó que el país requeriría una capacidad adicional de 400 mil millones de Kilowatts hora (kWh) lo que a su vez implicaría construir 41 hidroeléctricas, 15 geotérmicas, 8 carboeléctricas y 25 plantas termoeléctricas o nucleares adicionales a la capacidad entonces existente.

El documento informa que el funcionario además de hablar sobre el futuro, se tomó el tiempo para comentar que había ordenado "dos estudios para una segunda planta nuclear (a la de Laguna Verde, en construcción entonces). Una hipotéticamente en Puerto Peñasco, Sonora y la otra en Tuxpan, Veracruz".

Más aún, el estudio indicaba que de ser construidas, iniciarían operaciones hacia 1990 ya que "cada planta requiere de ocho a diez años para su construcción y puesta en operación", señalaba el escritor del cable, redactado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, firmado el 5 de junio de 1979 y desclasificado en marzo de 2014.

Laguna Verde, la única planta nuclear en México, ha generado polémicas por décadas. Aquí, una reciente protesta de activistas del grupo ambientalista Greenpeace.
Hay que decir que para esas fechas México tenía los ojos puestos en la energía nuclear como alternativa para la producción de electricidad. En 1969 habían comenzado los estudios para la construcción de una central nuclear en el Golfo de México, luego de descartar opciones como las localidades de Apaxco, Mavoro y Valle de Bravo en el Estado de México, Jojutla en Morelos, Mezcala en Guerrero y Valsequillo en Puebla.

El ánimo nuclear de México tenía que ver con una situación que hoy suena extraña: se estimaba que hacia finales de la década de los 70 las reservas de hidrocarburos en México disminuirían al punto que su uso para producir electricidad se tornaría inviable. La opción nuclear era necesaria para mantener el incremento en la producción de electricidad, en un mundo donde México tendría que importar combustibles del exterior.

Pero llegó Cantarell y mandó parar (como dice una canción del cubano Carlos Puebla).


Operaciones de extracción de crudo en Akal, parte del campo petrolífero Cantarell, aguas afuera de Ciudad del Carmen, Campeche.
Hacia 1971 el pescador Rudesindo Cantarell reportó a Pemex el hallazgo de una gran mancha de aceite en las aguas del Golfo de México, y justo ese mes de junio de 1979 comenzó la explotación comercial del pozo llamado Cantarell 2095, que se convertiría en la fuente más grande de riqueza petrolera para México, proveyendo al país con más de 445 mil millones de dólares en ventas de petróleo, amén de combustible suficiente para abandonar los planes de expansión nuclear de México.

Y así quedó la cosa.

La central nucleoeléctrica de Laguna Verde inició operaciones comerciales en 1990 (más de veinte años después de los primeros estudios) y cinco años más tarde quedó completada, produciendo hasta hoy aproximadamente 5% de la electricidad nacional.


No se construyó ninguna central nucleoeléctrica adicional y la política energética del país sigue dependiente de los combustibles fósiles: primero el diesel y el combustóleo y desde mediados de esta década, el gas natural.

Incipientes iniciativas para estimular una industria nuclear mexicana como la empresa Uramex, dedicada a la extracción y refinación de uranio naufragaron con las crisis económicas de la década de 1980 y sólo quedaron activos un brazo de investigación en temas nucleares: el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y el organismo encargado de la seguridad nuclear del país, la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias.


Hace tiempo conversé con Carlos Villanueva, miembro de la Sociedad Nuclear Mexicana y me comentaba con pesimismo que las decisiones de política pública del pasado hacían muy difícil un resurgimiento de la industria en el país. "La ingeniería nuclear es un área donde los especialistas nos estamos haciendo viejos porque nunca se construyeron nuevas centrales nucleares y además, después de los accidentes de Chernobil y Fukushima, pocos jóvenes se sienten atraidos por la profesión", dijo Villanueva.

Como dice de México el poema La suave patria, de Ramón López Velarde:

El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo.