
La reforma energética fracasó: lejos de
capitalizar a la industria, la está endeudando cuatro veces más. Las
autoridades se empeñan solamente en impulsar la rama extractiva
petrolera. Para ello, subastarán reservas que ni siquiera existen:
aunque las reservas probadas no superan los 8 mil millones de barriles
de aceite, se licitarán más de 100 mil millones de barriles
A 3 años de su inicio, la reforma
energética de Enrique Peña Nieto ha fracasado. Este gobierno ha entrado a
su segunda mitad y, al repasar las licitaciones efectuadas y las nuevas
empresas operando los campos, puede concluirse que es imposible que
esta última inserción del capital privado extranjero y nacional pueda
revertir la caída de la extracción de hidrocarburos en México.
Lo anterior considerando los objetivos
del propio gobierno. Al atender los intereses nacionales, la política
petrolera no puede medirse por los volúmenes extraídos y entregados al
extranjero a precios envilecidos. Lo que se requiere es utilizar los
recursos para desarrollo regional, que puede lograrse con el incremento
en proveeduría de bienes y servicios, especialmente contratando a las
pequeñas y medianas empresas que pueden proveer de calzado, ropa,
refacciones, transporte y otros servicios e incluso recibir
adiestramiento para que participen en insumos cada vez más sofisticados.
Desde luego una política petrolera que
atienda los intereses nacionales, se mediría por el incremento de los
volúmenes que se transforman en bienes industrializados refinados y
petroquímicos.
La reforma actual está empeñada en
impulsar solamente la rama extractiva. Lo único que ha sido exitoso es
el saqueo que puede medirse por el incremento de la deuda de Pemex que,
en los 3 años del gobierno de Enrique Peña, la incrementó en cuatro
veces, afectando a las pequeñas y medianas empresas, con resultados
catastróficos para centros petroleros como Ciudad del Carmen y Poza
Rica.



Todo mundo coincide en que el
fracaso de la reforma obedece a la crisis de los precios en el mercado
internacional, pero tenemos que reflexionar que precisamente ello
demuestra el fracaso del extrativismo, política que coloca al país
inerme, indefenso ante los vaivenes del mercado, incapaces de ninguna
medida para amortiguar sus efectos, imposibilitados hasta para observar
que hoy mismo, en otros países, se emprenden medidas para agregar valor a
la materia prima y defender parte del empleo.
Lo que se necesita entonces, es un cambio a fondo, y esto sólo se lograría modificando ciento por ciento la política de Peña.
A la mitad del sexenio es pertinente un
balance de la que fue considerada la más importante de las reformas: la
energética. Ofrecemos algunos indicadores que permitan medir la distancia entre los objetivos quinquenales y la realidad a la fecha, en un intento de cuantificar los resultados en:
- Volumen de recursos y reservas licitados,
- La superficie que Enrique Peña ha entregado del territorio nacional y de las aguas territoriales de México,
- El número de campos en los que el capital privado ahora funciona como nuevo operador.
- El más patente: contraste entre las ilusas proyecciones de elevar la extracción a 3 millones de barriles diarios de aceite y el desplome acelerado que, cotidianamente, constatamos.
Enrique Peña pretende licitar 107 mil
millones de “recursos prospectivos”, mientras que el capital privado
sólo ha aceptado el 1 por ciento.
El documento Plan Quinquenal de
Licitaciones para la Exploración y Extracción de Hidrocarburos,
2015-2019 –publicado por la Secretaría de Energía en 2015 y cuya lectura
consideramos imprescindible para todos los mexicanos– revela las
pretensiones de realizar en un quinquenio, cuatro rondas y licitar
recursos de hidrocarburos por un volumen de más de 107 mil millones de
barriles de petróleo crudo equivalente, que estima se encuentran en una
extensión de más de 178 mil kilómetros cuadrados, contabilizando incluso
segmentos de la Planicie Abisal del Golfo de México.
Es necesario adelantar un comentario
inicial: las reservas probadas actuales de nuestro país ascienden a la
fecha, según nuestras estimaciones, a unos 8 mil millones de barriles de
aceite (omitiendo la argucia de utilizar cifras de petróleo crudo
equivalente); así, la pretensión de licitar más de 100 mil millones de
barriles implica que los asesores de Peña tienen la idea verdaderamente
absurda de que en el subsuelo del país existe un potencial más de 10 veces mayor.

¿Cuánto han logrado licitar?
La licitación 1, efectuada el 15 de
julio de 2015, ha sido la única que ha ofrecido áreas de exploración.
Como se sabe, fue desairada y el gobierno sólo ha podido licitar 604
millones de “recursos prospectivos”; respecto del objetivo quinquenal de
107 mil millones, es apenas el 0.57 por ciento, es decir, menos del 1
por ciento.
Ante este resultado, en las dos
siguientes subastas ofreció campos con reservas probadas; en la tercera
licitación ofreció incluso campos que se encuentran en producción.
La información de que se subastarían
este tipo de campos fue conocida hasta que toda la legislación había
sido aprobada y la reforma ya se encontraba en la etapa de las primeras
licitaciones. Es decir, fue un madruguete, un ardid, porque cuando se
inició la propaganda sobre la reforma, se aseguraba que el capital
privado no venía a desplazar a Pemex sino a ampliar las operaciones en
nuevas áreas que requerían tecnologías de las que la empresa estatal
carecía.
Más tarde, en la tercera licitación,
cuya subasta se realizó el 15 de diciembre de 2015, el gobierno intentó
entregar 25 campos; seis meses más tarde ha tenido que reconocer que 25
por ciento de los supuestos contratistas ya se “arrepintieron” y, a la
fecha, sólo ha podido firmar 19 contratos.
Como no les cobró bono a la firma,
regalándoles dólares que no son del gobierno y violentando sus propias
leyes que acababan de imponer, además de que les concedió toda la
columna geológica, hubo un amontonamiento de pequeñas empresas, algunas
creadas pocos días antes y esa licitación aparentemente fue la más
exitosa, pero tampoco se ha revelado información de lo que realmente
ocurrió en ella.
Para contar con cifras que puedan entrar
en la definición de la Sener como “áreas de extracción”, sumamos las
reservas probadas, probables y posibles licitadas en las subastas 2 y 3.
Nuestra suma: 479 Millones de barriles de reservas 3P, efectivamente
licitadas es el 0.7 por ciento de los 68 mil 205 millones, objetivo del
Plan Quinquenal.


Comparando objetivos y resultados en kilómetros cuadrados
Sumando los kilómetros cuadrados
efectivamente aceptados por los contratistas, en las tres licitaciones
tenemos mil 533 kilómetros cuadrados, los que, respecto a los 178 mil
554 kilómetros cuadrados del Plan Quinquenal, son el 0.85 por ciento,
otra vez ni siquiera el uno por ciento respecto a las expectativas del
gobierno de Peña.

Comparando el número de bloques
Otra manera de expresar los resultados a
la fecha es sumando el número de bloques licitados y compararlos con el
número total que establece como objetivo del citado Plan Quinquenal.
El documento señala que su objetivo es
licitar 914 áreas. A la fecha sólo ha logrado, en las tres licitaciones,
que el capital privado acepte 24 bloques, es decir el 2.6 por ciento
(Véase la tercera columna del cuadro anterior número 5.)
Se propone entregar 244 campos y a a fecha ha licitado el 10 por ciento.
Otra comparación podría ser contando el
número de campos. El Plan Quinquenal se propone licitar 244 campos y a
la fecha sólo ha conseguido traspasar seis en la licitación dos y 19 en
la tercera; en total 25, es decir un 10.2 por ciento.
La expresión más evidente del fracaso es la imposibilidad de elevar la producción.
Al comenzar el sexenio de Peña Nieto, la
extracción en 2012 fue, en promedio, 2 millones 548 mil barriles
diarios; tres años después se ubica en 2 millones 214 mil barriles; es
decir, cada año está perdiendo más de 100 mil barriles, y de mantenerse
esta tasa de declinación, el sexenio terminará en 2018 debajo de 2
millones de barriles al día.
La política petrolera durante el
gobierno de Peña Nieto ha acentuado los rasgos depredadores, limitando
inversiones necesarias en mantenimiento. La caída de precios también ha
provocado suspensión de proyectos; la producción de los CIEPS también se
ha reducido; de modo tal que el gobierno inició una nueva etapa de
acelerada declinación de la extracción.

¿Las licitaciones 2 y 3 elevarán a producción?
La primera licitación sólo logró que un
consorcio encabezado por la extraña empresa Sierra Oil ganara dos
bloques para exploración, pero ni siquiera ha comenzado trabajos de
sísmica, por lo que cualquier pronóstico de producción carecería de
sustento.
Como adelantamos, el fracaso de ese
primer evento provocó que, ante el temor de quedarse con los bloques
desiertos, el gobierno iniciara un proceso de “flexibilización” de los
términos y condiciones contractuales; la segunda licitación ofreció
campos con cifras elevadas de reservas probadas que, según la
información oficial, lograría elevar la producción en 90 mil barriles
diarios. Posiblemente en tres o cuatro años los italianos de ENI por un
lado y el consorcio Fieldwood Energy y Petrobal, que ganaron los bloques
1, 2 y 4, con cinco campos en total, inicien actividades en este mismo
sexenio, e incrementen la extracción.
La tercera licitación corresponde a 19
campos maduros, algunos en producción, otros cerrados desde hacía años.
Los trabajos de rehabilitación que podrían elevar su producción actual,
implican inversiones elevadas que, de prolongarse la crisis de los
precios impedirán su realización. Pero aún en el supuesto de que todos
sean exitosos, lo que podrían aportar a la declinante extracción
aceitera mexicana es 35 mil barriles diarios, según las estimaciones
oficiales, esa proyección, a pesar de su modestia, tiene escasas
posibilidades de cumplirse.
Adicionalmente, en esa tercera
licitación se observaron extraños fenómenos, como una competencia
exagerada ofreciendo tasas muy elevadas de regalías para el gobierno, lo
que ha suscitado temores de que algunos contratistas intenten
renegociar o abandonar sus bloques, todo lo cual presagia que, lo que
parecía la más exitosa licitación, se les seguirá desmoronando.
Una primera aproximación a las causas del fracaso.
Una primera explicación es que el
desplome de los precios obligó a la Secretaría de Energía a modificar el
calendario original de las licitaciones.
El siguiente cuadro ilustra los cambios.

Contralínea 494 / del 27 de Junio al 02 de Julio 2016