lunes, 30 de mayo de 2016

¿Consumo sostenible? / Industria desinflada / Rápida precarización

FotoCarlos Fernández -Vega / México SA
El consumo interno, dice la versión oficial, se ha convertido en el motor de la economía nacional, aunque éste apenas ronronea con un crecimiento que a duras penas rebasa la frontera de 2 por ciento. Paradójicamente, tal motor se alimenta de dos combustibles externos: las remesas de la paisanada (que provee recursos para sus familias y, de pasadita, contrarresta, aún, la exportación de capitales) y la importación de bienes, en detrimento de la cada vez más enclenque producción nacional.
Como bien advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), el avance del consumo privado en el país no será sostenible si no hay una reactivación de la producción interna, particularmente en el sector industrial. De acuerdo con el Inegi, el crecimiento económico del primer trimestre del año fue solamente de 2.6 por ciento anualizado, cifra modesta si se contrasta con la variación acumulada del Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior durante el primer bimestre del 2016: 4.3 por ciento.
Lo anterior, apunta, refleja que el consumo privado supera ampliamente a la producción interna. Además, el componente del consumo privado que exhibe un incremento más vigoroso es el asociado con los bienes importados. Hasta febrero el crecimiento acumulado del consumo de los bienes provenientes del extranjero fue de 6.6 por ciento, lo que sintetiza que a pesar de la depreciación del tipo de cambio el mercado interno mexicano sigue privilegiando la adquisición de bienes importados, lo cual termina desplazando a la producción nacional.
En consecuencia, el aumento en el consumo privado tiene menor influencia por parte de los bienes y servicios nacionales. En el primer caso su variación acumulada fue de 3.7 por ciento y en el segundo 4.4. Si bien ambas cifras son positivas, es evidente que los mayores incrementos son atribuibles al consumo de bienes importados.
El entorno de mayor consumo no necesariamente es consecuencia de un mejor escenario laboral y de ingresos. Por el contrario, se registra la pérdida de empleos con mayores ingresos salariales y la mayor generación en los rangos inferiores: la ocupación en México de personas que ganan más de cinco salarios mínimos se redujo en 2.2 millones con respecto al nivel que existía en 2008, antes de la última gran crisis económica. La creación de ocupación se ha centrado en el segmento de quienes ganan menos: 7.9 millones de mexicanos tienen un ingreso de cuando muncho llega a un salario mínimo, 2.5 millones adicionales al nivel existente en 2008.
De igual manera, detalla el IDIC, si se comparan las remuneraciones como proporción de PIB en un plazo mayor, pasaron de significar 30.1 por ciento del producto interno bruto en 2003 a 27.2 en 2014. Lo anterior implica que la mayor desocupación y la precarización del ingreso laboral han provocado una reducción de la participación de las remuneraciones en el PIB total. Pero esos tres puntos porcentuales de diferencia (equivalentes a cerca de 650 mil millones de pesos a precios actuales) no desaparecieron; simplemente se trasladaron a las alforjas de los empresarios.
La creciente precariedad de los empleos, subraya el IDIC, permite cuestionar la sostenibilidad en el crecimiento del consumo, básicamente por el avance de la pobreza laboral. En el primer trimestre de 2016 el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP, del Coneval), el cual muestra trimestralmente la tendencia de la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo, se incrementó 1.1 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior, particularmente debido al incremento de 3.9 por ciento de la pobreza laboral de la población ocupada urbana, ya que, en contrasentido, los trabajadores del campo evidenciaron una disminución en el indicador.
Los ingresos laborales representan una de las fuentes esenciales para fortalecer el consumo de las familias, por lo que el aumento de la precariedad laboral que registró el ITLP en el primer trimestre del año es una señal de que el consumo privado podría debilitarse durante el segundo semestre de 2016.
La precarización del ingreso laboral es uno de los retos a superar por la economía nacional. Al ampliar el periodo de análisis, comparando el primer trimestre del presente año con el correspondiente en 2013, el crecimiento del ITLP a nivel nacional fue 3.2 por ciento, con un aumento de 7.6 en la parte urbana y una baja de 5 en la rural. Ello implica que si bien en la parte rural se ha revertido su pérdida de bienestar, en el global nacional, donde participan con mayor proporción la población urbana, la situación es opuesta: a nivel nacional se ha dado un aumento de las personas que, a pesar de contar con un ingreso laboral, no pueden mantener condiciones mínimas de bienestar.
La razón se encuentra básicamente en la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de los trabajadores. Por ejemplo, si se compara el ingreso laboral per cápita del primer trimestre del presente año deflactado con la canasta alimentaria con respecto al de 2008 se tiene una pérdida de 25 por ciento de la capacidad de compra del mismo en sólo ocho años.
Adicionalmente, señala el referido instituto, se deben cuestionar las otras fuentes de financiamiento que han permitido mantener el elevado ritmo de consumo. El crédito al consumo y las remesas son otros elementos que permiten entender dicha dinámica. Por un lado, las remesas mostraron un incremento de 21.6 por ciento entre 2014 y 2015, y el crédito bancario al consumo 7.7 por ciento. Con ello se tuvieron cerca de 110 mil millones de pesos adicionales en el año anterior. Considerando un periodo de análisis superior, se tiene que entre 2013 y 2015 el crecimiento promedio de las remesas fue de 6.8 por ciento anual, mientras el crédito se incrementó en promedio anual en 5.6.
Las remesas son una fuente de recursos resultantes de la falta de oportunidades que un segmento de la población mexicana ha debido enfrentar y que la orilló a emigrar. Pero, como ocurrió en 2008-2009, un debilitamiento del mercado laboral estadunidense disminuirá el flujo de remesas. Por otro lado, el crédito al consumo si bien eleva el gasto familiar en bienes y servicios, el endeudamiento sólo será sostenible en tanto se mantenga el ingreso laboral, el cual mengua día tras día.
Las rebanadas del pastel
Entonces, tranquilos, que ya lo dijo EPN: a todos, en términos generales, les está yendo bien.