CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Cinco días después de haber sido liberada,
la lideresa de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora
Salgado, viajó esta mañana a Estados Unidos para iniciar una campaña a
favor de los presos políticos en México.
Destacó que en Seatle visitará la Clínica Internacional de Derechos
Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Washington para
demandar la libertad de nueve de sus compañeros (policías comunitarios)
que aún se encuentran presos.
Entrevistada en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), Salgado expresó su confianza de que su liberación, luego de casi 31 meses de prisión, contribuya a la excarcelación de sus compañeros presos, debido a que ellos están acusados por los mismos delitos por los que a ella la absolvieron varios jueces que llevaban las causas penales.
Acompañada de sus hijas Ruby y Gris, la líder de la Policía
Comunitaria de Olinalá precisó que la Clínica Internacional de Derechos
Humanos jugó un papel muy importante en su defensa, dado que la
representó ante diversos organismos internacionales como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Además de Seatle, Nestora Salgado visitará en los próximos días las
ciudades estadunidenses de Los Ángeles, Nueva York, Chicago y
Washington.
“Pero pienso regresar pronto a Guerrero. Sigo siendo representante de
la Policía Comunitaria y teniendo el cargo en la Coordinación Regional
de Autoridades Comunitaria (CRAC), y también para mí sigo siendo
comandanta”, advirtió.
El pasado viernes 18, después de 31 meses en prisión, la comandanta
de la Policía Comunitaria de Olinalá lanzó su primer discurso en
libertad, ante sus familiares, compañeros y decenas de integrantes de
organizaciones sociales que acudieron al Centro de Derechos Humanos
Agustín Pro (Centro Prodh) a darle la bienvenida.
Visiblemente emocionada, Salgado García exigió al presidente Enrique
Peña Nieto “respeto para la policía comunitaria y para los pueblos
indígenas”, y le advirtió que estas organizaciones de autodefensa “no
defienden delincuentes”.
Perfectamente maquillada, vestida con el uniforme reglamentario de
quienes como corporaciones indígenas pertenecen a la Coordinadora
Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), que operan en Guerrero
–playera verde olivo, gorra y pantalón negros–, Salgado García anunció
su regreso a Estados Unidos para atenderse una dolencia en el brazo
izquierdo, secuela de un accidente automovilístico.
Sin embargo, aclaró que desde donde se encuentre respaldará las
movilizaciones para liberar a “500 presos políticos”, entre ellos nueve
policías comunitarios que se encuentran internos en Chilpancingo,
acusados de secuestro por personas que fueron sometidas a un proceso de
“reeducación”, de acuerdo con la justicia comunitaria indígena.
Además hizo un llamado al gobernador de Guerrero, el priista Héctor
Astudillo, para liberar a los nueve policías comunitarios presos en
Chilpancingo y a respetar la Ley 701 de la entidad, que faculta a los
pueblos indígenas a organizarse para defenderse y crear policías
comunitarias.
Al sostener que su liberación se debe a que es inocente, y no a
acuerdos políticos ni condicionamientos, recordó que hace un año rechazó
un ofrecimiento de libertad a cambio de salir del país.
“Cuando a mí me condicionaron el año pasado para salir del país, no
lo acepté, dije que soy inocente, y lo iba a demostrar y lo estoy
demostrando, no salgo huyendo y no tengo por qué huir, tengo la cara
bien en alto porque no me avergüenzo de nada”, dijo la dirigente
indígena, quien cuenta con la ciudadanía estadunidense.
En su largo discurso, la dirigente de la CRAC se refirió a la “saña”
con que fue tratada al haber estado 20 meses incomunicada, sin convivir
con las presas, “sin un libro que leer”, por lo que para ella la cárcel
significó estar “muerta en vida”.
Después de tanto tiempo silenciada, Nestora habló de todo, de los 43
desaparecidos de Ayotzinapa, hechos ocurridos mientras estaba en
prisión; de los abusos que presenció, donde “llevan al hospital a los
presos con las vísceras destrozadas por los golpes de los carcelarios”;
de la tragedia que viven a diario los pueblos indígenas en medio de la
violencia del crimen organizado y los caciques; de la utilización que de
los indígenas y campesinos hacen los políticos, “que hasta besos les
dan cuando les piden su voto, y después no los quieren ver porque usan
huaraches”; de la manipulación de los medios de comunicación, en
específico de Televisa; del bullying y las tablets distribuidas por la
Secretaría de Educación a los estudiantes, “que no les permiten a los
niños socializar y luchar por su pueblo”.
Salgado García tuvo incluso palabras para la presidenta de Alto al
Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, quien emprendió una férrea campaña
por mantener presa a la comandanta indígena, y que ahora, tras su
liberación, pretende entablar un juicio contra los jueces que fallaron a
favor de Nestora.
“A la señora Miranda de Wallace que la perdone Dios, yo ya la perdoné”.
En su primer discurso, Nestora Salgado se posicionó como defensora de
los pueblos indígenas y sostuvo que cuando le preguntaban qué le había
ocurrido para que se lanzara en defensa de sus paisanos de Olinalá,
tenía una respuesta contundente:
“Me tocaron el dolor de ver tanta injusticia, ver a señoras llorando
por sus hijos destrozados, sin cabeza, sin piernas, o por sus hijos
desaparecidos, por ver el dolor de las madres de los niños violados, y
que nadie hace nada por ellos porque son indígenas, porque son pobres”,
señaló.
Al convocar a los miembros de las organizaciones sociales que
celebraban su liberación a movilizarse por los demás presos políticos,
Salgado García hizo un llamado concreto al presidente Enrique Peña
Nieto.
“Solamente quiero decirle al señor Peña Nieto que respete a nuestros
pueblos y respete nuestra policía comunitaria, porque les hemos
demostrado que el pueblo no defiende a delincuentes, le pido el apoyo
para nuestros pueblos indígenas y que respete los derechos, que no siga
permitiendo tanta injusticia”, apuntó.