lunes, 14 de marzo de 2016

México, edén de los banqueros / Fobaproa: 20 años y pagando / Crédito para paliar el hambre

FotoCarlos Fernández-Vega / México SA
Los barones del dinero están felices, rozagantes, porque la banca en México pasa por su mejor ciclo de la historia, el más largo y dinámico, y se ha convertido en un activo de la economía y no en un lastre, según pública celebración de Luis Robles Miaja, presidente de la Asociación de Bancos (en) de México y presidente del consejo de administración de BBVA-Bancomer, la trasnacional española que en México obtiene 46 por ciento de sus utilidades netas globales en esta bella República de ciudadanos pagadores (el porcentaje restante se lo agencia en las otras 34 naciones en las que tiene presencia).
El citado personaje hizo público el júbilo gremial durante la reciente convención bancaria (la número 79), cuyos trabajos se llevaron a cabo en días pasados en el puerto de las cabezas rodantes, Acapulco, y a pesar de que el comentario de Robles Miaja no oculta la satisfacción de sus representados, tal vez el comentario que él mismo hizo en la convención número 78 sintetiza mejor el ambiente y la satisfacción. Un año atrás, en la misma ocasión y escenario, el presidente de BBVA-Bancomer lo dijo así: la banca privada que opera en el país vive el mejor ciclo en los últimos 100 años.
Los banqueros, llenos de contento en este México lindo y querido, pues desde tiempos de Ernesto Zedillo el gobierno federal abrió de par en par su sistema financiero al capital foráneo hasta representar 80-85 por ciento del total, algo no registrado –por tratarse de un sector estratégico y de seguridad nacional– ni siquiera en las naciones de mayor apertura de negocios, comenzando por el vecino del norte.
Y cómo no estarlo, si las utilidades netas que hace no mucho (2000) la banca que opera en el país obtenía en un año, ahora (2015) las logra en apenas un mes y 18 días, en vías de mejorar los tiempos. Así, desde la apertura temporal (Guillermo Ortiz dixit, en 1995) de la banca mexicana al capital foráneo tales instituciones han acumulado utilidades netas (limpias de polvo y paja) por cerca de un billón de pesos (la cifra proviene de la estadística de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores).
Vale recordar –cómo no hacerlo– lo dicho por Guillermo Ortiz como secretario de Hacienda de Ernesto Zedillo, quien ante los diputados (23 de enero de 1995) presentó el programa del gobierno federal: “se trata de capitalizar temporalmente a las instituciones bancarias, especialmente a las más pequeñas; quisiera mencionar muy enfáticamente que en estas iniciativas no se está proponiendo, desde luego, entregar el sistema de pagos o la banca nacional a los extranjeros. Hoy en día la participación del conjunto de la banca extranjera en el mercado financiero nacional es de alrededor de 8 por ciento… Estaríamos muy lejos de llegar a los porcentajes de participación y de penetración (extranjera) que hay en otros países… Desde luego, el sistema de pagos –éste es un compromiso– quedaría en manos de mexicanos…” Hoy, entre 80 y 85 por ciento está en manos extranjeras.
Lo bueno es que los banqueros están contentos, aunque en la tienda de enfrente los mexicanos sufren y se acongojan no sólo por el cobro de comisiones y más comisiones, los altísimos intereses y el cotidiano cuan pésimo servicio en sucursales, entre tantas otras gracias, sino que acumulan dos décadas pagando por un festín (el rescate bancario) en el que nunca participaron, pero del que les pasaron, íntegra, la voluminosa factura, más intereses, comisiones y sueldos burocráticos, con todo y prestaciones, de los rescatistas gubernamentales y sus nuevas instituciones, pues.
Puede ser casualidad, desde luego (aunque, como en política, en materia económica y financiera no existen), pero el hecho es que mientras los banqueros acumularon 950 mil millones de pesos en utilidades netas a lo largo de esas mismas dos décadas, los mexicanos han pagado una cantidad similar por los pasivos del Fobaproa-IPAB y aún adeudan 872 mil millones (al cierre de 2015, de acuerdo con las cifras de la última institución mencionada), 122 mil millones más que en diciembre de 2001.
Recuérdese que el rescate bancario resultó totalmente ilegal, algo que a Ernesto Zedillo le valió un soberano cacahuate, a sabiendas de que más temprano que tarde (como sucedió) el siempre dócil y servicial Legislativo haría hasta lo impensable para legalizar el voluminoso adeudo acumulado en el Fobaproa. Los diputados no sólo legalizaron tal adeudo, sino que mataron al Fobaproa para resucitarlo como Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB). Y en esto tuvo mucho que ver no sólo Guillermo Ortiz, sino su relevo en Hacienda, José Angel Gurría, quien ahora desde la OCDE recomienda, en materia de pensiones, mandar a paseo la Ley 1973 para que sólo quede viva la relativa a las Afore.
Lo mejor del caso es que a principios de marzo de 2005, en la convención bancaria número 68, el entonces presidente de los banqueros, Manuel Medina Mora, decretó que el Fobaproa es un capítulo cerrado y que la etapa de saneamiento de las instituciones bancarias se encuentra concluida; la banca ha resuelto los pendientes del pasado. Y se quedó tan tranquilo.
De allí que una década después el actual presidente de la Asociación de Bancos (en) de México, Luis Robles Miaja, celebre el mejor ciclo en los últimos 100 años. Sin embargo, tal festejo no es compartido por los mexicanos, pues son ellos quienes desde hace 20 años pagan la deuda legalizada del Fobaproa (y les restan 872 mil millones de pesos).
Entonces, como bien apunta la Rayuela jornalera del pasado viernes, qué bueno que la banca esté en el mejor ciclo de su historia. ¿Y los de abajo, apá?
Las rebanadas del pastel
La información resulta espeluznante, pero da puntual cuenta del México real, el que nunca se incluye en el discurso oficial: “la mitad de los trabajadores formales que obtienen un crédito tradicional con Infonacot lo utiliza para comer, debido a sus bajas percepciones laborales, que no les permiten siquiera solventar sus necesidades básicas… El trabajador se está endeudando para satisfacer sus necesidades primarias, que es la comida, que debería cubrirlas de otra forma y destinar el crédito para la adquisición de bienes de consumo duradero o para pagar un servicio, o sus vacaciones o la educación de sus hijos” (La Jornada, Israel Rodríguez y Roberto González Amador). He allí una muestra fehaciente del México en movimiento (EPN dixit).

Fuente: La Jornada - Opinión