domingo, 2 de agosto de 2015

Saldo del gobierno reformista: dos millones más de pobres

Sus reformas estructurales resultaron fallidas y ahora, en su segundo bienio, problemas como la pobreza y la desigualdad en los ingresos familiares ponen contra la pared a la administración de Enrique Peña Nieto. Su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tiene tras de sí el fracaso económico de 2013 y 2014, periodos de crecimiento mediocre, peor aun que el de los últimos 30 años que ha criticado desde que el mexiquense llegó a Los Pinos. Son tiempos de desigualdad rampante. En sus dos primeros años de gestión, Enrique Peña Nieto se enfrascó en sus afanes de reformar todo y a toda costa, descuidó la economía y nunca tuvo como prioridad en su agenda los problemas de la pobreza creciente y la desigualdad rampante.
2 agosto 2015 | Carlos Acosta Córdova | Proceso
El resultado: se agregaron a la pobreza 2 millones de personas más –suman ahora 55.3 millones de personas en esa condición– y los ingresos de 90% de los mexicanos se redujeron de manera dramática, al grado de que no sólo son más bajos que en 2012, sino mucho peor que en 2008, año en que inicio de la crisis financiera internacional.

De otra forma: en materia de ingresos familiares y de mejoría en las condiciones de vida, si bien siempre bajos, el país estaba mejor en los años de crisis.

Todo ello se desprende de cifras oficiales, tanto del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

El 16 de julio pasado el Inegi dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) correspondiente a 2014, que se levanta cada dos años.

Los resultados dan cuenta de un desplome de los ingresos en 90% de los hogares mexicanos.

En 2012, el ingreso corriente total promedio por hogar sumó 41 mil 167 de pesos trimestrales, y dos años después bajó a 39 mil 712, mil 455 pesos trimestrales menos, equivalentes a una reducción de 3.5%.

Si se compara con el ingreso corriente total registrado en 2008, que fue de 46 mil 285 pesos trimestrales, resulta que en 2014 ese ingreso fue inferior en 6 mil 566 pesos trimestrales. Es decir, un 14.2% más bajo que en 2008, el año del inicio de la gran crisis financiera internacional, de la que el mundo aún vive sus secuelas.

Pero esos son promedios.

En el desglose de las cifras que hace el Inegi, por deciles de población (10%), se ve claramente la eterna concentración del ingreso.

Al hacer la sumatoria de los ingresos trimestrales de los 10 deciles de población –aproximadamente 12 millones de personas por decil, considerando una población total de 120 millones de habitantes– se ve que en 2012 el decil I, el de las personas de más bajos ingresos, concentró apenas 1.8% de los ingresos trimestrales totales del país. Mientras que el decil X, el de la gente de mayores recursos, acaparó el 35%.

Dos años después, en 2014, el decil I concentró el 1.9% del total de los ingresos trimestrales –un aumento marginal de una décima porcentual–, mientras que el decil X se llevó un 35.4%.

Una forma que expresa mejor la concentración del ingreso en el país, es decir –a partir de la información del Inegi– que en 2012 los ingresos trimestrales del decil I (7 mil 556 pesos) significaron un 5.3% de los ingresos del decil X (143 mil 614 pesos trimestrales). O bien, que los ingresos del 10% más rico de la población fueron 19 veces el ingreso del 10% más pobre.

Para 2014, toda vez que el decil I fue el único que registró un aumento en sus ingresos, de 2.1% respecto de 2012, el ingreso trimestral promedio de este decil (7 mil 716 pesos) significó un 5.5% de los ingresos del decil X (140 mil 783 pesos). Pero los ingresos de este segmento significaron 18.2 veces los del primero.

Las cifras absolutas ilustran el grado de desigualdad en los ingresos:

El otro dato duro, el del aumento de la pobreza en los dos primeros años del gobierno de Peña Nieto, lo difundió el Covenal el 23 de julio pasado:

La población en situación de pobreza (general) aumentó de 53 millones 350 mil personas, en 2012, último año de gobierno del panista Felipe Calderón, a 55 millones 342 mil en 2014.

Un aumento de 1 millón 992 personas (casi 2 millones), equivalentes a un 3.7% más. En otras palabras, en 2012 el porcentaje de la población en pobreza fue de 45.5% y subió a 46.2% en 2014.

Dentro de ese grupo de pobreza en general, el subgrupo de población en pobreza moderada, en 2012 había 41 millones 821 mil personas, y para 2014 subió a 43 millones 899 mil, un incremento de 2 millones 78 mil personas (casi 5%).

El otro subgrupo que forma parte de la población en pobreza es el de quienes están en situación de pobreza extrema. Fue el único que tuvo un avance positivo, aunque pírrico:

En 2012 había 11 millones 529 mil personas en esa condición. En 2014 bajó a 11 millones 442; es decir, 87 mil personas menos (0.75%).

Se ve muy menor el avance, pero que hayan salido de la pobreza extrema 87 mil personas, ya es ganancia.

Hacedores de pobres Foto: Eduardo Miranda

Vorágine legislativa

Los años 2013 y 2014 fueron agitados como pocos en la historia reciente. Además de la violencia, la inseguridad y la criminalidad crecientes, así como los actos de corrupción en la esfera gubernamental, se vivió un fuerte activismo presidencial, una vorágine reformista que obligó al Congreso a una inusual como febril actividad legislativa.

Años de fuerte descontento social –por las reformas y por una marcha mediocre de la economía–, y de amagos empresariales. Años de pactos, acuerdos y desacuerdos en las cúpulas partidistas.

Pero a todos los actores de esta turbulenta etapa del país se les olvidó que había personas de carne y hueso, con necesidades primarias insatisfechas, que llevaron al país a una desesperanza generalizada.

Y ahí están las consecuencias: un aumento de la pobreza y una disminución en los ingresos de los mexicanos, de por sí históricamente precarios.

En apariciones públicas después de la presentación del informe de Coneval, el titular de la dependencia, Gonzalo Hernández Licona, y la secretaria de Desarrollo Social, la experredista Rosario Robles, culparon de esos descalabros en materia social, así fuera de manera implícita, a quienes conducen la economía nacional, pues no han logrado hacer que ésta crezca lo suficiente para mitigar esos problemas de pobreza y desigualdad.

Todo mundo –especialistas, analistas, funcionarios, legisladores– coincidió en que la falta de crecimiento económico es la causa de que haya más pobres y de que esté muy concentrado el ingreso y que haya perdido poder adquisitivo el 90% de la población.

Los reflectores apuntan principalmente al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien tiene tras de sí el fracaso económico de 2013 y 2014, años de crecimiento mediocre, aún peor que el de los 30 años que ha criticado desde el inicio de la actual administración.

En 2013, la economía apenas creció 1.4% y en 2014, en 2.1%; muy por debajo de sus pronósticos de un crecimiento del PIB cercano al 4% para esos años. Para 2015 se espera un crecimiento muy marginalmente por arriba del registrado el año pasado.

“El gobierno no ha logrado encontrar la fórmula para crecer. Según esto las reformas estructurales iban a ser la respuesta y obviamente no lo son. La hacendaria fue muy nefasta, por lo menos en términos de crecimiento económico: le quitó recursos a las personas y a las empresas”, dice Jonathan Heath, el analista macroeconómico más leído del país, el más consultado y seguido en las redes sociales.

Coincide el economista Fernando Chávez Gutiérrez, académico e investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco (UAM-A) y editor del Reporte macroeconómico de México, una prestigiada publicación de consulta generalizada entre especialistas:

“En el debate de las reformas estructurales estaba implícito el asunto de la pobreza y la desigualdad, pero nunca estuvo suficientemente subrayado como un objetivo de política económica y de política social.

“Si la idea era crecer y el crecimiento automáticamente genera una muy buena proporción de empleos y una mejor distribución del ingreso, ese resultado no se dio.

“Lo peor –agrega–, no hay objetivos rea­listas que permitan ser optimistas respecto de la política económica en relación a la pobreza. Los datos son claros: el modelo económico está haciendo agua en el tema de crecimiento, que es bajo e insatisfactorio, de mucha concentración del ingreso y pobreza creciente.”

Lo que sigue

El futuro inmediato, advierte el economista de la UAM-A, no es halagüeño: “vienen recortes fiscales muy fuertes, a partir de la caída de los precios del petróleo”.

Un factor que ha inhibido el crecimiento, sostiene el economista, es el deterioro de la inversión pública. “Se ha dado una tendencia decreciente del gasto público, particularmente la inversión pública, que ha generado pocos estímulos para el crecimiento del sector privado, la inversión privada”.

Refiere Chávez Gutiérrez una gráfica, parte de una presentación pública de Luis Foncerrada Pascal, director general del Centro de Estudios Económicos del Sector Público (CEESP), del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en la que, en efecto, se ve un impresionante desplome de la inversión pública.

En la gráfica se observa que la inversión pública, que tuvo fuertes repuntes entre los años sesenta y ochenta, ha caído sistemáticamente, desplomado prácticamente, al grado que en 2014 alcanzó un nivel apenas igual al de 1940, de 3.9% del PIB. En 1981 fue de 12%.

Jonathan Heath complementa: “La gran crítica al gobierno es que ha aumentado su gasto de una forma impresionante, pero no ha repercutido absolutamente nada en el crecimiento económico.

“¿Por qué?”, se pregunta. Y responde: “Porque el gobierno ha aumentado su gasto en los programas asistencialistas. Y, bueno, por lo menos el decil más pobre –el que más debería preocupar– no ha perdido su nivel de ingresos.”

Y agrega: “Los nueve deciles restantes perdieron todos… por la falta de crecimiento económico”. Y los que más perdieron fueron los deciles de en medio. Los más ricos se cuidan solos, pero los que podrían ubicarse en la clase media son los grandes perdedores. A ellos no se les va a ayudar con programas sociales; además, no tienes crecimiento económico que esté generando mejores empleos.”

Heath es pesimista con la marcha actual de la economía. Que apuntan a otro año con crecimiento mediocre:

“Los indicadores de consumo –desplomados en 2013 y 2014, sobre todo en éste último por la reforma fiscal– por primera vez están mostrando datos de mejoría, sobre todo en tiendas comerciales y en la venta de automóviles

“La parte más preocupante son las actividades secundarias, la manufactura, las exportaciones, que han tenido malos resultados. El sector automotriz más o menos ahí se mantiene; va bien. Pero cuando ves las exportaciones manufactureras no automotrices, tienen una tendencia a la baja, ni siquiera lateral.

“Y esa parte preocupa porque es un segmento bastante importante, pues significa dos terceras partes de las exportaciones. En mayo hubo una caída muy difícil de entender, de más de 8%; se recuperó a la mitad en junio. Pero aun así, si uno ve el nivel de exportaciones, prácticamente no han crecido en la primera mitad del año.

“Es preocupante porque las exportaciones no petroleras son el motor principal de crecimiento. Y lo tienes apagado.”

Chávez, el economista de la UAM-A, remata: “Si la inversión pública está en niveles de 1940 y no apoya las actividades productivas; si el sector exportador no jala al resto de la economía; si hay un mercado interno débil y estrecho, y no hay encadenamiento productivo entre ambos sectores, pues lo que hay que esperar en lo inmediato es otro año gris en materia de crecimiento económico”.

Y, por ende, seguirán aumentando la pobreza y la desigualdad… porque no habrá empleos de calidad, bien remunerados.