Miles de maestros de toda la república no dejarán sola a la CNTE en
Oaxaca. La organización magisterial cuenta con estructura en los 31
estados y el Distrito Federal, y contingentes organizados en 29
entidades. Líderes de toda la república se han trasladado al estado para
afinar la defensa del principal bastión del magisterio democrático. El
discurso de los dirigentes –como todas las manifestaciones después del
anuncio de la extinción y “restructuración” del IEEPO– ha sido de paz y
de solicitud de diálogo; pero los maestros saben que en cualquier
momento las tanquetas, los helicópteros y los miles de efectivos
militares y policiacos pueden desencadenar las refriegas. La saturación
de oficiales en la capital motivó incluso que turistas fueran
desalojados de hoteles del centro de la ciudad para hospedar a la tropa.
Los profesores, por su parte, apresuran la construcción de un “frente
único de lucha” con organizaciones sociales y comunidades campesinas
Mauricio Romero - Contralinea
Oaxaca de
Juárez, Oaxaca. Rubén Núñez Ginés, secretario general de la Sección 22
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que
aglutina a los profesores de educación pública de esta entidad
federativa, respalda e impulsa el discurso pacífico. “Buscaremos una
ruta política, jurídica, pedagógica y, sobre todo organizativa”, dice.
Sin embargo, el también líder de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) está
consciente del embate que desde el gobierno federal, aliado con el
sector empresarial, se ha iniciado contra la organización que hoy
representa: una de las más numerosas y críticas a la política educativa
del gobierno de Enrique Peña Nieto y a la llamada “reforma educativa”.
Con el llamado al diálogo y a la
concordia, el maestro también señala: “Como siempre lo ha hecho, la CNTE
hará el llamado a las organizaciones sociales, a los padres, a los
estudiantes, para conformar el frente único de lucha. Esto es lo que le
va a dar fuerza a este movimiento”, dice a Contralínea en su oficina del segundo piso de la sede de la sección 22.
El dirigente sindical también se refiere a las cuentas bancarias que el gobierno federal congeló.
Recuerda que no es la primera vez que vive un problema de este tipo.
“Cuando el encarcelamiento de la espuria Elba Esther Gordillo, también
se nos cancelaron las cuentas de todos los dirigentes de la CNTE”.
Siempre es por un motivo político, añade.
Se trata de una manera de presionar: “además de la represión política,
también viene la económica”. Con tranquilidad dice que este embate no pone de rodillas al movimiento, pues la Coordinadora se ha sostenido en otros momentos de la solidaridad:
“Nuestra estructura ha dado cuenta de
que no dependemos principalmente del asunto económico, que, claro, es
necesario; pero finalmente los compañeros sabemos organizarnos, sabremos
cómo enfrentar este tipo de situaciones.”
Los profesores aglutinados en la CNTE,
provenientes de 26 estados de la república están conscientes de que la
andanada no es exclusiva contra la Sección 22. Ignacio Morales,
secretario general de la Sección 19, de Morelos, lo señala: “el ataque
al movimiento es parte del aplastamiento de las organizaciones
sindicales” de importancia en México.
“Lo tenemos claro. Al SME [Sindicato
Mexicano de Electricistas] le cayó el mismo golpe”, dice con dureza y
sin pestañear el profesor morelense.
Es sábado 25 de julio. El segundo
encuentro magisterial de importancia en medio de la crisis se lleva a
cabo: la Asamblea Nacional Representativa, a la que acuden integrantes
de los movimientos hermanados en 26 estados.
Los representantes se reúnen para
discutir un plan de acción nacional. “Estamos ya en todos los estados”,
asegura José Antonio Altamirano, integrante de la Coordinación Nacional
de la Sección 22. “Sólo Aguascalientes, Nayarit y Tamaulipas faltan de
reforzarse. Pero ahí también ya hay una estructura [de la CNTE]”.
Con el puño izquierdo en alto, con fervor casi religioso, los maestros entonan la marcha Venceremos.
Los auditorios y plazas públicas retumban, literalmente, por las voces y
las bocinas. “Venceremos, venceremos/ mil cadenas habrá que romper/
venceremos, venceremos/ al Estado sabremos vencer”. Por momentos las
estrofas se desgarran y las venas se dilatan. El sudor y las lágrimas se
funden en algunas ojeras de los profesores.
Los miembros de la Coordinadora creen en
el triunfo, en que la alianza público-privada reculará y que la reforma
educativa se abrogará. Creen, pero contradictoriamente a la vez están
conscientes del golpe, del aniquilamiento de los movimientos sociales
basados en el principio de lucha de clases.
“Sembraremos la tierra de gloria/
socialista será el porvenir,/ todos juntos haremos historia/ a cumplir, a
cumplir/ a cumplir.”
Ignacio Díaz, representante de la Sección 23, profesor poblano, de unos 60 o 65 años, pero macizo como la leña, explica que tanto él como sus compañeros saben contra quién se enfrentan: “un Estado represor, con políticas fascistas”.
Igual forma de ver la cuesta arriba tiene
la maestra Neida Pat, secretaria general de la Sección 33, de Yucatán:
“Estamos convencidos de que [lo ocurrido contra la sección 22] es una
declaración de guerra, que tarde o temprano llegará a la península, que
alcanzará a todo el país. No hay más que resistir”.
El
Estado apostó sus Fuerzas y las exhibe. “La reforma educativa avanza… y
no se detendrá”, enfatizó el gobernador Gabinó Cué durante el anuncio
de la reestructuración del Instituto Estatal de Educación Pública de
Oaxaca (IEEPO), al mismo tiempo en el que su estado se colmaba de armas y
agentes entrenados para usarlas ante lo que consideren una amenaza.
A pesar de la combinación de golpes
sufridos, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
respondió con movilizaciones pacíficas, asambleas y el amago de no
iniciar el ciclo escolar 2015-2016 en agosto. Aun con la capital
oaxaqueña militarizada el polvorín no estalló. La Fuerza pública y
el movimiento disidente están presentes en el estado, contenidos,
esforzados en no ser los primeros en encender una confrontación directa.
Cuando se dio el anuncio de la “reestructuración” del IEEPO, todo mundo pensó que el estado, o por lo menos la capital, inmediatamente ardería:
cientos de policías equipados habían tomado desde la madrugada del 21
de julio las instalaciones del “bastión” (como se refieren los medios
afines al golpe) de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE), los militares se hicieron aún más visibles y los
helicópteros de diversas corporaciones intensificaron los rondines.
Las cuentas bancarias de la Sección 22,
así como de algunos de sus integrantes, ya habían sido congeladas por
orden de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público y, como remate, se advertía de la detención
de los líderes magisteriales, acusados de cometer, supuestamente,
delitos federales.
También se cayó la señal de Radio Plantón
(92.3 de frecuencia modulada de Oaxaca), que transmite desde la propia
sede de la Coordinadora.
Las negociaciones entre la CNTE y los
gobiernos federal y estatal abruptamente se rompieron. “¡Traición!”,
acusaron los maestros; “Recupera Estado rectoría educativa”, apoyaron
los boletines publicados por los diarios.
A la par del arribo de miles de elementos armados más a la entidad, una jauría
de reporteros se unió en el viaje a la capital de los Valles Centrales.
La inminente nota sobre una represión –deseo que no oculta la mayoría
de medios de comunicación– o una insurrección atrajo a decenas de medios
de comunicación.
El punto de quiebre se dio, pero el fuego
no se desató: los días transcurrieron entre asambleas magisteriales,
marchas familiares y pronunciamientos pacíficos ante la eterna vigilancia policiaco-militar.
La alianza gobiernos-empresarios puso la mesa para una confrontación; los maestros rehusaron tal invitación.
Líderes magisteriales, a merced de la detención
El
martes 21 y el miércoles 22 de julio, la CNTE recibió una combinación
de golpes que puso a sus dirigentes en la antesala de una cárcel
federal.
Miles de efectivos armados tienen
controlada la capital oaxaqueña de modo que cualquier orden puede
cumplirse por la fuerza en cuestión de minutos. Así se demostró en la
toma de las instalaciones del Instituto Estatal de Educación Pública de
Oaxaca, y el resguardo de diversos puntos clave del estado, en una
operación similar a la ejecutada por el gobierno de Felipe Calderón para
la extinción de Luz y Fuerza del Centro en su lucha contra el SME.
Después comenzó a circular el rumor de
una inminente detención de los líderes de la Sección 22. Que ya había 20
órdenes liberadas, que no, que son 30, 35, se dijo entre reporteros,
maestros e incluso policías. “Eso dicen. Pero nosotros no sabemos nada.
Según todos los coordinadores de algo ya tenemos orden de aprehensión”,
comenta en entrevista con Contralínea Benito Vázquez, vocero de del movimiento.
A pesar del inminente peligro, de captura
de líderes o de allanamiento, los profesores no se atrincheraron ni en
el edificio sindical ni en el hotel de los maestros, ambos inmuebles
inseguros –el primero, en pleno centro; el segundo, al pie del cerro del
Fortín–, fáciles de sitiar y aún de tomar por policías o militares.
Cualquiera puede entrar y recorrer los
viejos inmuebles magisteriales sin ningún problema. Para ingresar no se
hacen preguntas, no se detiene a nadie, no hay vigilancia alguna.
Ocupados en su charla o exhaustos pendientes de sus teléfonos, los
maestros no prestan atención a quienes merodean por los pasillos del
hotel, tampoco por los pisos y las oficinas de la sede principal. Ambos
predios solamente tienen una entrada, sin salidas alternas.
El temor a una incursión uniformada duró 1
día y medio, tiempo en el que el acceso vial, mas no peatonal, a la
calle de Armenta y López, donde está la única puerta del inmueble
central, estuvo bloqueado. Después desapareció esa precaución.
Los dirigentes no se escondieron ni
abandonaron la entidad, al contrario: la cúpula de la Sección 22 y aún
de la Coordinadora sesionan en jornadas larguísimas, que cruzan la
madrugada, en cada uno de los recintos.
Amenaza de una solución armada
En la calle, en los mercados, en los
restaurantes, donde se esté, el estruendo de las aeronaves aplasta
cualquier otro ruido: primero, el rugir de los motores, como de
motocicleta, cuando apenas se acercan; después, el sonido cortante de
las aspas, al pasar por encima de las cabezas, de los techos, de los
caminos.
Los rondines de los helicópteros de la
Secretaría de la Marina y de la Policía Federal se hicieron cotidianos
tras la toma del IEEPO.
Dos o tres veces al día, formaciones de
triángulo o de rombo atraviesan el cielo oaxaqueño. Los Black Hawk
azules, los voluminosos Cougar grises, vuelan tan bajo y tan lento que
las puertas abiertas se notan a primera vista.
Miles de policías se asentaron en Oaxaca
desde la jornada electoral del 7 de junio. A lo largo del mes siguiente
llegaron más, y durante la Guelaguetza arribaron refuerzos con miras al
segundo “lunes del cerro”.
Un día antes de la megamarcha anunciada
para la segunda jornada oficial en el cerro del Fortín, desde la mañana,
los hoteles del centro oaxaqueño se colman de cientos de policías.
El domingo 26 llegaron legiones de
mujeres y hombres jóvenes delgados, con una edad que no supera los 30
años –tal vez ni los 25–, con aspecto militar con sus uniformes de
camuflaje grises. Posteriormente se les ve vestidos de civil (de
bermudas o mezclilla y tenis): también pueden pasar por estudiantes de
alguna universidad.
Hoteles para la tropa
Dos semanas atrás, Contralínea
había sido testigo del retiro de los policías de los hoteles céntricos.
Los agentes-huéspedes se tuvieron que retirar por las reservaciones
hechas con meses de anticipación para la el primer fin de semana de la
Guelaguezta. Salieron jugando, a empujones, festivos, comían donas,
albureaban… Al día siguiente estaban transformados en robots con uniforme.
Ahora fue diferente. Las cadenas
hoteleras movieron a las familias y a todo turista –o reportero– a otras
posadas hermanas porque las “órdenes” (sic) eran “que ningún
civil estuviera entre ellos (los federales)”, explicó un encargado
mientras los oficiales se apoderaban de las habitaciones y sus
superiores remachaban la hora de pase de lista (14 horas), y que para
las “otras misiones” los grupos se conformarían “de cinco en cinco o de
dos en dos”. Eso sí, “vestidos de civil”.
Decenas de autobuses sin identificación
policial –más bien decorados con agaves o motivos turísticos– se
volvieron a apostar al pie de los hoteles. Las Fuerzas Armadas vigilan
en patrullas, camionetas y camiones. Las armas largas son parte del
paisaje turístico de la capital oaxaqueña.
Desde 10 mil hasta 26 mil (dato admitido
por Miguel Ángel Muñoz, vocero del gobierno local, ante la reportera
Teresa Moreno del diario 24 Horas) son las dispares cifras difundidas sobre la cantidad de policías, de civil o uniformados, presentes en la entidad.
“Uy, joven, ni nosotros sabemos”,
responde un exmilitar ahora convertido en comandante de la Policía
Federal a la pregunta sobre el número de agentes federales en la ciudad.
“Aunque lo supiera con exactitud, no podría decírselo, joven. Pero por
los helicópteros y la movilización de elementos… es que somos miles”,
agrega el oficial que de “combatir” al narcotráfico ahora fue trasladado
a Oaxaca.
Pacifismo, la respuesta magisterial
El que la embestida gubernamental se
diera antes de la segunda Guelaguetza fue una invitación a que los
maestros la boicotearan. Pero estos respondieron con tambora, cuetes,
consignas pacifistas y la amenaza de no iniciar el ciclo escolar en
agosto. Nada más.
El
acuerdo de las asambleas magisteriales fue “no caer en provocaciones”,
mantener las manifestaciones pacíficas, a pesar de ser acompañados y
vigilados por agentes oficiales en todo momento.
El linchamiento mediático que ha pintado a
la CNTE como violenta, vandálica y criminal surtió efectos también al
interior de la propia organización, que trazó una ruta moderada, de
movilizaciones limpias.
Como primera respuesta callejera al jaque
en contra, la Coordinadora hizo una movilización familiar (bebés en
brazos, niñas menores de 6 años). Miles de personas marcharon desde el
Instituto Tecnológico de Oaxaca hasta el zócalo.
Después, el lunes 27, día marcado para el
estallido, una multitud caminó 7 kilómetros, desde la entrada a la
ciudad hasta el primer cuadro. Acordonados por ellos mismos, con
pancartas, cánticos y hasta tambora, los manifestantes marcharon. Los
representantes de 26 estados de la República, mujeres y hombres, niños
también, fueron vigilados desde el aire por helicópteros armados y
esperados por uniformados en los caminos hacia el auditorio Guelaguetza.
Una vez más nada ocurrió.
“El gobierno, a partir de la
militarización de estado, lo que pensó fue que íbamos a confrontar. Pero
ya tenemos las experiencias de 2006 y del desalojo de la Ciudad de
México”, explica bajo un sol abrasivo Manuel Luis Martínez, maestro en
educación indígena de la Comunidad de Santo Domingo.
Alejandro Gómez, secretario de la Sección
7 correspondiente a Chiapas, anunció el inicio de “una nueva fase de
lucha”, en la que a pesar de que el gobierno “ha sacado grupos
paramilitares” mantendrán lo que repiten una y otra vez: “no caer en la
provocación para justificar la represión”.
Director del IEEPO no descarta el uso de la fuerza
El Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) se extinguió oficialmente por decreto del gobernador Gabino Cué el martes 21 de julio. Pero al paso de unas cuantas horas resucitó, con el mismo nombre y el mismo director. Moisés Robles Cruz fue ratificado como cabeza del ente un día después.En entrevista con Contralínea, Robles Cruz no desecha el uso de la fuerza, la violencia que piden diversos sectores de la sociedad con tal de que se aplaste el movimiento magisterial.“Mmm…mmm… cómo te lo voy a responder… Yo estoy a favor de una estrategia integral”, evade el funcionario a la pregunta frontal sobre su postura.?¿Integral? –se le inquiere.?Que escuche, que valore, que haga valer la ley, que tenga las vías del diálogo como instrumentos, y todos los mecanismos que la ley permita y establezca para encauzar este asunto.?¿Integral es que incluya…? –interrumpe.?Pues sí… así déjalo –suelta finalmente entre risas–. Todos los mecanismos (necesarios).El director suda, se acaricia el mentón. Sonríe, sonríe siempre. Pero los ojos negros se empequeñecen cuando alarga una nueva respuesta; ésta sobre si ha habido algún acercamiento con los empresarios.El director del IEEPO asegura que no ha entablado comunicación con el llamado sector empresarial, el que más ha presionado, e incluso impulsado, la aplicación de la “reforma educativa”.Moisés Robles dice que no entiende cuál será –así, en futuro– el interés de empresarios como Claudio X González en el sector. Cree que es improbable su próxima incursión en el sector. Tan así, que en su “árbol de ideas” esa probabilidad no ocupa un lugar, asegura.Sin embargo, inmediatamente después admite que la educción y la iniciativa privada “algún día van a converger”.
[SOCIEDAD]
Mauricio Romero, @mauricio_contra / enviado
Contralínea 448 / del 03 al 08 de Agosto 2015