martes, 16 de diciembre de 2014

¿"México en movimiento"? / Sí, pero en sentido contrario / Caen peso, bolsa y petróleo

Carlos Fernández-Vega / México SA
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Dada la fortaleza de nuestra moneda, la solidez económica nacional y –desde luego– la confianza en el gobierno del Presidente de la República, en abril de 2013 la Comisión de Cambios (Banco de México y Secretaría de Hacienda) anunció la suspensión, por tiempo indefinido, de la subasta de dólares, pues se han disipado las condiciones de volatilidad e incertidumbre que motivaron su aplicación en 2011.

Pues bien, si ese discurso de la Comisión de Cambios se apegaba a la realidad, entonces hoy tendría que ser congruente y reconocer que 19 meses después se vio en la penosa necesidad de rehabilitar dicho mecanismo, dada la debilidad de nuestra moneda, la flacidez económica nacional y la desconfianza en el gobierno del Presidente de la República.
En abril de 2013 el tipo de cambio peso-dólar era de 12.14 unidades; hoy, se mantiene por arriba de los 15 bilimbiques por billete verde, 24.3 por ciento de diferencia entre una fecha y otra, y la reactivada inyección de liquidez al mercado (léase la subasta de dólares) no cuaja; sólo alimenta al insaciable grupúsculo de especuladores, que ha sido y es el verdadero beneficiario de las acumulación de reservas internacionales.
Decía López Portillo que presidente que devalúa, se devalúa, y desde aquellos ayeres a la fecha el tipo de cambio peso-dólar se ha incrementado más de 75 mil por ciento y por Los Pinos se han sucedido seis gobiernos, todos devaluados.
Tan cruda situación hizo que la creativa geniocracia inventara el tipo de cambio flexible o de libre flotación, el cual pretendió, simple y sencillamente, borrar del diccionario financiero, pero sobre todo de la realidad, el término devaluación que tanto le disgusta. Algo similar sucedió con la mancuerna Salinas-Aspe: quítale tres ceros para que el tipo de cambio sea de tres por uno y no de 3 mil por uno. Y sanseacabó.
Los denominados errores de diciembre costaron al país 70 mil millones de dólares, según cálculo de Ernesto Zedillo como inquilino de Los Pinos, y 6.2 por ciento de desplome en el PIB. El catarrito de Calderón, más de 20 mil millones de billetes verdes (sólo para inyectar liquidez al mercado) de reservas internacionales, y 6.5 puntos de PIB. ¿Qué sigue? Pues nada que sea novedad en estos menesteres.
Y mientras el peso se mantiene en picada, al igual que el precio del barril mexicano de exportación, la inflación agarra vuelo y la Bolsa Mexicana de Valores se zarandea (que no es precisamente el México en movimiento prometido por Peña Nieto y el ministro de Malinalco), los analistas de Consultores Internacionales advierten: Van las reservas en prenda, porque en las últimas semanas se ha presentado un fenómeno de alta especulación y volatilidad en el mercado cambiario, producto de la incertidumbre generada por condiciones tanto externas como internas, lo que ha disparado la relación peso-dólar.
El pasado 8 de diciembre la Comisión de Cambios rehabilitó la citada subasta, pero a la fecha no ha tenido mayores resultados. De hecho, subrayan los analistas de Consultores Internacionales, dado el bajo impacto que registró la medida, será necesario que se acompañe de políticas monetarias restrictivas, por lo que es de esperarse un aumento en la tasa de interés, ya que de no hacerlo puede ocasionar una mayor especulación.
En teoría, dicen, un tipo de cambio flexible o de libre flotación permite a las economías contar con una política monetaria independiente y, a la vez, alcanzar un equilibrio en su balance externo. Sin embargo, en la práctica ninguna autoridad deja en libertad absoluta las fluctuaciones en el valor de su moneda, en especial si ello le significa impactos negativos al país.
Si bien muchos países alegan tener tipos de cambio con libre flotación, en la práctica intervienen en el mercado cambiario, y una de las razones para realizar dichas intervenciones es que a pesar de la flexibilidad que vacía los mercados se teme al impacto inflacionario que las fluctuaciones cambiarias podrían traer consigo. Más allá de las consideraciones académicas, en una economía tan abierta el comercio y los flujos financieros internacionales como la nuestra, el tipo de cambio influye en la estabilidad macroeconómica, ya que un crecimiento desmesurado en su valor puede volverse una fuente de inestabilidad.
Otra de las razones de los bancos centrales para intentar evitar las fluctuaciones cambiarias es la exposición de las empresas y bancos a la deuda en moneda extranjera, que en nuestro país ha ido creciendo y que rebasa 110 mil millones de dólares. La deuda pública externa ronda los 147 mil millones, y ante esta realidad una drástica variación en el tipo de cambio podría elevar la fragilidad del sistema financiero.
De acuerdo con Consultores Internacionales, uno de los fenómenos de mayor influencia es el eventual retiro de los estímulos monetarios de la Reserva Federal en Estados Unidos, lo que incentiva la salida precipitada de capitales de cartera, así como la caída estrepitosa del precio del petróleo que también inyecta incertidumbre. Y qué decir de los episodios de violencia e inseguridad que también han exacerbado las condiciones del mercado. Esta situación ha llevado que la divisa estadunidense haya incrementado su paridad con el peso en tan solo mes y medio de niveles de 13.50 a 14.71 en el mercado interbancario y a 15.10 en ventanilla.
Otra medida que a juicio de los analistas citados “no se ha dado cuenta de manera destacada es la renovación de la línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional por un monto de 73 mil millones de dólares, que a decir del propio organismo internacional es una muestra de la resiliencia de la economía y el sólido desempeño que se espera como producto de las políticas adoptadas. Sin embargo, en este sentido cabe preguntar: ¿qué señales han captado las autoridades financieras para haber solicitado al FMI que mantenga en stand by la línea de crédito? Lo que sí es claro es que 2015 será un año que seguirá mostrando una destacada incertidumbre a nivel mundial”.
Y mientras algunos precios se desploman, otros crecen raudos como en el caso de los alimentos, muchos de ellos, por cierto, importados y pagados con dólares cada día más costosos.
Las rebanadas del pastel
Entonces, de que México se mueve ni duda cabe. Lo delicado es que va en sentido contrario y a toda velocidad.