martes, 21 de octubre de 2014

¡No se preocupen, mexicanos! / Manzur, botón de muestra / Chayocracia a la vista / Los 43: no cede la indignación

Astillero-Julio Hernández López
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Salvador Manzur Díaz debió haber tenido ayer un lugar de honor en la ceremonia que encabezó Enrique Peña Nieto para tomar protesta a comités comunitarios y brigadistas que saldrán a combatir la pobreza en Veracruz durante los meses próximos (podríase decir, nomás por dar una fecha, de aquí a las próximas elecciones).
En abril del año pasado, Manzur fue pillado como jefe de una banda de funcionarios públicos que violentaba el sentido (y, sobre todo, las partidas presupuestales) del ‘‘desarrollo social’’ mediante la fórmula casi científicamente probada de catafixiar (es necesario que la almidonada Real Academia Española expida certificado de aceptación a este chabelismo de dominicales mañanas televisivas) despensas, láminas, bultos de cemento y otras mercancías básicas por votos en favor del mapache remozado mejor conocido como Partido Revolucionario Institucional (tretas de compra de sufragios que, ha de decirse, muy bien aprendieron y han aplicado los partidos de oposición protopriísta, PAN y PRD, con sendas menciones honoríficas).

El obediente Manzur era secretario de Finanzas del nunca bien comprendido gobierno de Javier Duarte y el más alto funcionario del cártel de vototráfico que el PAN denunció ante las autoridades correspondientes (es decir, las mismas estructuras controladas por los gobiernos estatal y federal, involucrados en los delitos a perseguir). Fueron 57 nombres y apellidos que logró identificar el partido de blanco y azul con una enjundia tan vigorosa como desinflado fue el seguimiento del caso, ya perdido por allí entre los vericuetos de las negociaciones habituales en la etapa de los amores perros en los tiempos del peñismo que han vivido el PAN y el PRI (y también, en otras materias, el PRD).

El escándalo de las grabaciones de audio captadas por algún segmento del panismo veracruzano con experiencia en tareas de gobierno federal alcanzó no solamente a los duartistas-fidelistas (es imposible dejar de lado el papel rector del ¿ex? gobernador Herrera), sino a la mismísima Rosario Robles, quien se dedicaba a promover las bondades de sus programas de desarrollo social, según eso blindados contra la manipulación con fines electorales, cuando le explotaron las evidencias de que en realidad todo era un rollo ahumado que trataba de ocultar los planes de adulteración electoral con cargo a Sedesol.

La efervescencia del caso fue acallada mediante una frase memorable del lic. Peña Nieto (y vaya que las ha producido): ‘‘No te preocupes, Rosario’’. Ha de concederse en esta columna tolerante a la lactosa que dicho apotegma del enriquismo temprano prefiguraba las elaboraciones teóricas que meses más delante habría de entregar a intelectuales y académicos, en el sentido de que la corrupción es un problema cultural (tal vez por ello no ha creado una comisión anticorrupción durante sus primeros dos años de gobierno, aunque algo tipo doctor Simi ya se prepara en matraces legislativos. En realidad, y para mayor congruencia del pensamiento avanzado del antedicho mexiquense, lo mejor habría sido simplemente asignar los asuntos de la Secretaría de la Función Pública al Conaculta).

Menos conocido fue el mensaje de aliento y camaradería que en los hechos se lanzó al ex funcionario veracruzano Manzur, caído durante unos meses en el horror del desierto presupuestal directo. En febrero de este año, sin que se hubieran desahogado los procesos judiciales federales instaurados en su contra por el asunto de los audios electorales, el cumplido Salvador Manzur Díaz recibió el nombramiento de delegado de Banobras en el mismo Veracruz, donde ahora atiende a solicitantes de créditos, obras y servicios que bien podrían formar parte de la misma clientela electoral involucrada en el anterior escándalo.

La designación fue hecha por un muy querido familiar de Peña Nieto, Alfredo del Mazo Maza, a quien se asignó esa importante nómina de consolación, Banobras, luego de que aceptó dar paso a Eruviel Ávila como candidato priísta a suceder en el estado de México a Enrique Peña Nieto, quien por ello ha sostenido un maltrato permanente a Ávila, ya que desplazó al pariente deseado en Toluca mediante el amago de irse a la ‘‘oposición’’ si le cerraban las puertas del PRI.

En ese contexto, Peña Nieto promueve con ánimos renovados la tesis de que la Cruzada contra el Hambre no tiene fines de proselitismo partidista y que los recursos se manejarán con honestidad. Poco espacio tiene la presente entrega astilladora para detallar los historiales a contracorriente que Rosario Robles y Javier Duarte ofrecen respecto de la discursiva peñista. Y así en los demás estados del país, donde se prepara un magno festival de reparto de cuanto se pueda (televisiones digitales, entre otros ingredientes de la canasta básica electoral) para tratar de que el PRI-gobierno se haga de una mayoría más propicia en la Cámara de Diputados y una parte de las gubernaturas (aunque se cederá alguna a cada uno de los opositores aliados, PRD y PAN). Así que ¡no se preocupen, mexicanos!

Se equivocan peligrosamente los gobiernos que apuestan al paso del tiempo y a las marrullerías confusionistas con la esperanza de que la indignación nacional por el caso Iguala baje de intensidad y permita más delante ir soltando piezas que no causen la impresión del rompecabezas completo. Jesús Murillo Karam y los responsables de la Seido y la Comisión Nacional de Seguridad aparecieron el domingo por la noche para informar a los medios que han hecho trámites burocráticos y minucias indagadoras, pero que aún no hay nada (igual que ayer lo dijeron la Procuraduría General de la República y Gobernación a familiares de los desaparecidos). Ayer no se quiso tomar en la PGR la declaración del respetable sacerdote Alejandro Solalinde respecto a los testimonios que ha conocido en el sentido de que los normalistas fueron asesinados y, en algunos casos, incinerados vivos. Hoy se reanudan las trapacerías legislativas en comisiones del Senado que estudian si deben desaparecer o no los poderes en Guerrero. Pero la indignación no cede. Al contrario. ¡Hasta mañana!