jueves, 11 de septiembre de 2014

El tóxico Larrea va por la TV / Se coló a la licitación del Ifetel / Videgaray, mago apasionado

Carlos Fernández-Vega / México SA
Experto en derrames tóxicos, entre otras tantas gracias, el impresentable Germán Larrea (el de Pasta de Conchos) se apresta a contaminar al teleauditorio mexicano, toda vez que aparece como uno de los tiradores en la licitación para concesionar dos cadenas nacionales de televisión, por mucho que el propio Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) prohíba la participación de personajes como este.

Resulta que la edición local de la revista Forbes publicó que el propietario de Grupo México, el del ecocidio en Sonora, aspira a una de las dos cadenas de televisión abierta que licita el gobierno federal, utilizando para ello uno de sus muchos tentáculos (en este caso Empresarios Industriales de México, que aparece como propietario de 36.24 por ciento de las acciones de ese corporativo minero, ambos presididos por el propio Larrea).
El pasado 7 de marzo, el Ifetel publicó (Diario Oficial de la Federación) un acuerdo del pleno, en el que especifica que en la citada licitación de las dos cadenas nacionales de televisión no podrán participar aquellos concesionarios o grupos relacionados con vínculos de tipo comercial, organizativo, económico o jurídico, que acumulen concesiones para prestar servicios de radiodifusión de 12 Mhz de espectro radioeléctrico o más en cualquier zona de cobertura geográfica.
Esa tajante negativa es un traje a la medida para que, entre otros empresarios, Germán Larrea se abstenga de siquiera intentar participar en el nuevo filón armado por el gobierno federal. Pero como este personaje está acostumbrado a pasarse la ley por el arco del triunfo (y la autoridad a permitírselo), ya metió la mano en la licitación de las dos cadenas, presentó oferta y entregó papeles, porque exige su rebanada en el de por sí tóxico negocio de la televisión. Será cuestión de constatar el alcance de los cañonazos del empresario y qué tan sólidos son los consejeros del Ifetel.
Desde 1999, y de forma ininterrumpida, Germán Larrea forma parte activa del consejo de administración de Televisa, y aunque oficialmente es presentado como consejero independiente (es decir, que no es accionista directo del consorcio), es indudable que desde tal posición privilegiada le conoce las tripas a la empresa de Emilio Azcárraga (otro de los impedidos por el Ifetel para participar en la licitación de las dos cadenas nacionales de televisión), lo que fácilmente utilizaría en su propio beneficio como eventual ganador de una de las cadenas de televisión, algo que, desde luego, no sería del agrado del heredero de El Tigre, a menos de que todo esto se trate de un plan con maña.
Larrea conoce en detalle las fortalezas y debilidades financieras de Televisa, sus alianzas políticas (por llamarlas así), sus planes de inversión, su capacidad operativa, la ubicación de su infraestructura y lo demás. Esa la información que detalladamente tiene a la mano, lo que por obvias razones le impide participar en la citada licitación, independientemente de los acuerdos de secreto que debe cumplir a Televisa. Sin embargo, el hecho es que el de Pasta de Conchos ya se metió y el Ifetel no lo evitó, con todo y su acuerdo del pleno, más las herramientas legales con las que cuenta.
A raíz del derrame de 40 mil metros cúbicos de desechos tóxicos en los ríos Sonora y Bacanuchi, y sin importarle las consecuencias para la población, Grupo México anunció la creación de una reserva de 300 millones de pesos “para la reparación de los daños causados. Hasta ahora sólo ha repartido botellitas de agua, pero el cálculo más conservador sobre el costo de los estragos causados por el corporativo minero sobrepasa los 2 mil millones. Aquí, Germán Larrea ha sido más que pichicato.
Pero, ¡oh, sorpresa!, en su intento por quedarse con una de las dos cadenas de televisión cuando menos debió pagar o comprometer 415 millones de pesos (casi 40 por ciento más que sus citadas reservas para el caso sonorense) para inscribirse como tirador en la licitación del Ifetel, monto que duplicaría en caso de resultar ganador, aunque el acuerdo del pleno se lo impida. Habrá que ver si en todo esto lo acompaña otro de los accionistas de Grupo México e integrante del consejo de administración de Televisa, el también impresentable Claudio X. González Laporte, a la vez presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocio, quien, dicho sea de paso, también está impedido de participar por el acuerdo del citado instituto, al igual que Alberto Bailleres, dueño de Peñoles y con asiento en el consejo de Televisa.
En fin, Germán Larrea es un gran ejemplo… pero del tipo de empresario que México no puede darse el lujo de tener. Sin embargo, gracias a la connivencia con el poder político, se ha convertido en uno de los hombres más ricos del país a costillas de los bienes de la nación (en los dos sexenios panistas multiplicó por 15 su fortuna). Y ahora también quiere intoxicar al teleauditorio, porque para eso se aprobó la reforma de telecomunicaciones, amén de que le clavará el colmillo al petróleo y al gas, que para eso se hizo la reforma energética, ambas totalmente transformadoras (EPN dixit).
Unos cuantos días atrás el comisionado presidente del Ifetel, Gabriel Contreras, aseguró que el proceso licitatorio sería transparente, pero se abstuvo de informar quiénes son los tiradores inscritos en pos de las dos cadenas de televisión porque, dijo, eso pueda influir en las ofertas económicas a realizar (el mínimo de referencia es de 830 millones de pesos). Días después, el comisionado Fernando Borjón indicó que el instituto recibió propuestas de entre 5 y 10 interesados, pero hasta allí.
Los nombres de los participantes en la licitación de las dos cadenas nacionales de televisión han surgido poco a poco, de otras fuentes, no del Ifetel, lo que ni de lejos ayuda a llevar a la práctica aquel compromiso de que todo el proceso sería transparente.
Las rebanadas del pastel
A los creativos asesores del ministro del año se les acabó la imaginación o de plano se pelearon con la musa, porque para justificar la ostentosa falta de resultados en materia económica, de tiempo atrás el secretario de Hacienda no tiene otra respuesta: reformar no es hacer magia. Tal vez al niño Luis Videgaray nunca le compraron su juego de mago marca Mi Alegría y de allí la nostálgica insistencia, pero el hecho es que en tiempos de campaña electoral nunca hablaron de magia, sino de inmediatos resultados tangibles, y es la fecha que éstos brillan por su ausencia. Vamos, ni el tradicional conejito de la chistera.