viernes, 29 de agosto de 2014

Mini ingreso de 82.86 pesos / Se duplicaría en 10 años / Mercado laboral en la loca

Carlos Fernández-Vega - México SA
Aunque a todas luces insuficiente, finalmente hay una propuesta concreta. El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, considera adecuado que el salario mínimo en esta entidad se incremente a 82.86 pesos por día a partir de 2015, es decir, un aumento de 23.14 por ciento con relación al vigente (67.29 pesos diarios).

De llevarse a la práctica, un incremento de tal proporción no se registraría desde julio de 1987, cuando el salario mínimo se fijó en 4 mil 80.08 viejos pesos (1.85 dólares de la época, aproximadamente, de acuerdo con el Banco de México). Ese año el salario mínimo reportó cinco aumentos (uno cada 2.4 meses) que totalizaron 155 por ciento, aunque la inflación fue superior a 159 por ciento, es decir, los incrementos salariales fueron nulificados por el de los precios.
Para 2014 la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos fijó el mini ingreso en 67.29 pesos por jornada de ocho horas (monto equivalente a poco más de 5 dólares al tipo de cambio actual), producto de un aumento de 3.9 por ciento con respecto a 2013, que sólo sirvió para que el poder adquisitivo de los trabajadores se mantuviera en picada.
En nuestro principal socio comercial (como gustan los tecnócratas en definir la brutal dependencia que México tiene de Estados Unidos) el salario mínimo promedio nacional por jornada de ocho horas equivale a 776.04 pesos al tipo de cambio de ayer (58 dólares). Así, en esta materia la enorme distancia entre México y el vecino del norte es de 11.5 veces, y contando.
La propuesta de Mancera (Política de recuperación del salario mínimo en México y el Distrito Federal) no toma en cuenta la diferencia entre los buenos vecinos, sino la línea de bienestar mínimo del Coneval, un indicador extremadamente bajo e ilusorio si se considera que esa institución asegura que con 860.06 pesos en el área rural y mil 231.91 pesos en la urbana una persona puede tener bienestar (que se limita a la adquisición de la canasta alimentaria).
La intención, pues, es superar ese línea de bienestar y aproximarla a lo que el Coneval califica de línea de bienestar a secas (adquisición de la canasta alimentaria y no alimentaria), que al cierre de julio pasado esa institución tasó en mil 603.66 pesos para el área rural y 2 mil 526.49 pesos en la urbana. Claro, la propuesta deberá pasar el tamiz de las secretarías federales del Trabajo y de Hacienda, es decir, justo donde sus titulares se niegan a modificar la regla de mantener anclado el salario a la inflación, en el mejor de los casos.
Ese sería el punto de arranque (82.86 pesos por día) propuesto por el jefe de Gobierno del Distrito Federal. La idea se redondea con una política de aumento gradual hasta llevar el salario mínimo a 171.03 pesos por día en 2024, con lo que, calculan en el GDF, el poder adquisitivo del mini ingreso comenzaría a tener un piso real. Sin embargo, para que eso sucediera lo primero que se requiere es que los precios no se movieran un ápice de aquí a diez años (algo por demás fantasioso), o en el mejor de los casos que éstos subieran a un ritmo menor que aquellos (ídem).
Además, la propuesta considera desvincular el cobro de impuestos, multas, servicios y conexos del salario mínimo, amén de homologar el mini ingreso en toda la República, pero sólo en el sector formal de la economía, de tal suerte que alrededor de 60 por ciento de los mexicanos ocupados quedarían fuera de la jugada, por cometer el pecado de sobrevivir en la informalidad.
La propuesta, pues, resulta insuficiente, pero, como dice el clásico, de lo perdido lo que aparezca, y la oferta de Mancera, siempre y cuando prospere, de entrada le aportaría al trabajador de un salario mínimo una entrada mensual adicional por alrededor de 467 pesos en 2015 (5 mil 604 pesos al año), lo que de cualquier suerte a México no lo despojaría de la medalla de oro en eso de los salarios más miserables en América Latina.
En nuestro principal socio comercial, de tiempo atrás el presidente Obama propuso incrementar –en un plazo de tres años– el salario mínimo por hora a 10.1 dólares, lo que llevaría al mini ingreso diario (jornada de ocho horas) al equivalente a mil 81.1 pesos al tipo de cambio actual y después recurrir al viejo truco de anclarlo al comportamiento inflacionario. Sin embargo, los republicanos no se cansan de bloquear tal iniciativa y la mantienen en el congelador.
Todo lo anterior, desde luego, sin considerar el constante deterioro del mercado laboral doméstico, en el que sólo cuatro de cada diez mexicanos en edad y condición de trabajar se han insertado en el sector formal de la economía.
Al respecto, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) advierte que los resultados del mercado laboral no son alentadores y disminuyen las expectativas positivas que pudieran tenerse en cuanto al desempeño de la economía en la segunda parte del año. La tasa de desocupación en julio (5.47 por ciento) del presente año es superior a la reportada durante el mismo mes de 2013 (5.12), y la más alta desde septiembre de 2011.
Ese resultado se dio en un contexto en el que también la tasa de participación, es decir la población económicamente activa, es menor en relación con el mismo periodo de 2013, por lo que el incremento de la desocupación se da en un escenario en el que además disminuyó la cantidad de personas que estuvo en busca de un trabajo. En el mismo periodo, dentro de la población ocupada el 8.3 por ciento reportó tener necesidad y disponibilidad de trabajar más horas, es decir, se encuentra subocupada. Este dato es inferior al reportado en el año previo, no obstante, se da en un contexto en el que la tendencia de la desocupación va al alza. En julio pasado la mayor parte de la desocupación se registra en la población con mayor nivel de instrucción, que en aquellos que no cuentan con estudios completos de secundaria: 78.9 y 21.1 por ciento, respectivamente. Por si fuera poco, en julio la tasa de desocupación se incrementó en 18 de las 32 entidades federativas, con el Distrito Federal en primer plano (7.25 por ciento de la PEA).
Las rebanadas del pastel
A cuatro años de distancia, más de 8 mil 500 trabajadores de Mexicana de Aviación se mantienen sin empleo, sin liquidaciones, sin jubilaciones, mientras a la PGR ya no le urge capturar al causante del desastre maquinado, que no es otro que Gastón Azcárraga, cómodamente avecindado en Estados Unidos. Cualquier parecido con el caso del Grupo México no es coincidencia, desde luego.