viernes, 30 de agosto de 2013

Dictadura legislativa

Manuel Bartlett | Pulso | 29 Agosto 2013
El proceso legislativo bajo la dominancia del Pacto por México encarnado en la figura mediática de Peña Nieto, ha definido una práctica que resulta en dictadura supuestamente inapelable. De los pactantes, PRI y PAN votan juntos desde su acuerdo original con Salinas de Gortari y la derechización neoliberal de ambos; la adhesión del PRD colabora a engrandecer la “imagen” de un presidente pretendidamente capaz de unificar a los extremos, que no lo son.

Asociados votan desde reformas constitucionales innecesarias, hasta las dictadas por la OCDE, organismo internacional al servicio de intereses extranjeros, como la reforma antilaboral y la apertura total de las telecomunicaciones. Pese a reclamos electorales del PAN a Peña Nieto, se mantiene en el Pacto con un PRI al que descalifica; el PRD atragantado con la reforma constitucional energética de sus copactantes, asegura rechazarla, sin abandonar el Pacto pese a tan profunda contradicción. Esta santísima trinidad impone no sólo temas centrales, también la gobernación cotidiana del Congreso, definiendo alocación de recursos, comisiones, orden del día, procedimientos, horarios aberrantes, hasta propaganda pagada, no hay oposición que valga frente a sus complicidades. Esta “mayoría hechiza” aprueba acríticamente toda iniciativa del Pacto, impidiendo el debate, introduciendo dictámenes prefabricados que nadie alcanza a leer, pero que se votan por lealtad a lo pactado, lo que les libera de tomar decisiones propias.

El Ejecutivo cuenta con instrumentos para imponer sus dictados, su control del dinero público, le permite “atender” a los gobernadores, cada vez más dependientes. No se escucha a gobernador alguno cuestionar políticas “oficiales”, consecuentemente desaparece la antigua “influencia” de los poderes regionales equilibradores sobre diputados federales y senadores de los Estados. El presupuesto federal que “ejerce” libérrimamente Hacienda crece desmesuradamente en “comunicación social”, aprobado por diputados obsecuentes que en nuestro país empobrecido, no se amilanan ante enormes sumas, que el Ejecutivo distribuye generosamente a los medios, para su propaganda abierta, consolidándose así la dictadura en mediática. Cuenta además, con apoyo en los principales medios anglosajones, arrobados por las apetitosas aperturas.

Dos ejemplos actuales corroboran esta dictadura: la reforma educativa y la energética. La educativa es un injerto en el artículo 3º constitucional, de la propuesta de la OCDE. No es reforma educativa, es la concepción anglosajona de educación para los mejores, no para todos. Dio origen a tres leyes secundarias con un instituto de evaluación redundante con la SEP que generaron un conflicto social con una parte importante del magisterio. La manipulación de la opinión pública, sataniza a los maestros resistentes, pero oculta sus razones. Peña Nieto ante la televisión hegemónica atribuye a la reforma virtudes falsas, la opinión retiene la idea inducida de maestros que se niegan a ser evaluados, absurdamente reacios a tan magnífica reforma.

La reforma energética pretende eliminar de los artículos 27 y 28 constitucionales el mandamiento de la exclusividad del Estado en el petróleo y la electricidad, asuntos centrales de seguridad nacional. Después de un año de negar su contenido, Peña lanza una oprobiosa campaña en los medios de comunicación para imponer su iniciativa, en la que los personeros del Gobierno acaparan todos los espacios, noticias, entrevistas a modo aduciendo las más grotescas mentiras, confiados en no ser desmentidos, por la exclusión de los medios, de quienes se oponen. Preparan así el proceso legislativo dictatorial. Eluden el debate, no arriesgan su fragilidad argumentativa, saturan de propaganda. La dictadura pretende imponer la desnacionalización energética con pretensión de inapelable, con una “mayoría” que es minoría en la población que la rechaza. Se toparán con la presencia popular que reclamará su interés superior.
Twitter: @manuelbartlett