viernes, 26 de julio de 2013

Video y ¿ética de ocasión? / Pobreza fuera de cámara / A FC, la orden Papa Doc

México SA-Carlos Fernández-Vega
Un video difundido por medio de la red social causó indignación y sonoras protestas de no pocos de sus usuarios, e incluso llegó a colarse en los espacios de los medios de comunicación electrónicos que tradicionalmente dejan fuera una temática que, lamentablemente, es cotidiana. Tal denuncia registra la vejación de que fue objeto un niño indígena que vendía dulces y otras menudencias en la ciudad de Villahermosa, capital de Tabasco, por parte de un empleado municipal, quien le arrebató parte de la mercancía (no sin antes quedarse con parte de ella) y lo obligó a tirar al suelo lo demás que llevaba en su pequeña canasta.
Divulgado el video, “rápidamente reaccionó” la presunta autoridad municipal (Humberto de los Santos) quien, ante el golpazo político que le representó, anunció “la inmediata separación de su cargo” del agresor, Juan Diego López Jiménez, y “reprobó enérgicamente” el comportamiento del susodicho, al tiempo que “tramita el cese definitivo” del burócrata (El Universal).

Ya entrados en gastos y en oportunidades mediáticas, de inmediato brincó a la palestra la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco “ofreció ayuda médica, psicológica y jurídica al niño indígena que fue humillado por un inspector” en la capital de la entidad, e “inició un expediente de oficio con relación al menor agredido por un agente municipal de fiscalización del ayuntamiento de Centro, en esta capital, al tiempo que se solicitaron a las autoridades medidas cautelares para garantizar su integridad física”.

Nada raro sería que otra “autoridad” no pierda la oportunidad mediática que se le presenta y se suba al carro para “atender” este tipo de situaciones, quedar bien y “reivindicarse” como un político o una institución “que cuida los derechos de los mexicanos”. Entonces, bien por las redes sociales, que cumplieron con su función de denunciar todo tipo de tropelías. Qué bueno que se denunció esta vejación y que tuvo el impacto social y mediático deseado.

El problema, sin embargo, es que sólo se brinca y se hace ruido en casos específicos (una suerte de “ética de ocasión”), pues de todos es conocido que hechos como el descrito forman parte del trágico México cotidiano –que en su mayoría no se video graba–, de la geografía del hambre, del abuso y la injusticia.

Para empezar, en el municipio tabasqueño en el que se registró el asunto que se comenta, 40 por ciento de la población es pobre (cifras del Coneval), y se trata de la capital del estado, es decir, donde –se supone– hay más recursos y existen “más oportunidades” para la población. Y hasta donde se recuerda, nadie ha hecho escándalo por esta situación. Tal vez sea producto de que nadie ha video grabado la pobreza en esa zona de la República, la cual, por lo demás, campea.

Niños como el agredido en Villahermosa sobreviven en todo el país, pero –igual me equivoco– no se ven videos ni se arman escándalos por algo que lacera a esta país y que cancela cualquier futuro medianamente llevadero para el grueso de la población infantil. Tendría que darse una denuncia permanente sobre esta circunstancia, no uno, sino millones de videos y de escándalos –porque la situación social del país es escandalosa–, pero parece que la red tiene sus limitaciones, comenzando por las de sus usuarios.

¿Dónde está la “autoridad” y las comisiones de los derechos humanos (la nacional y las estatales) que sólo aparecen cuando mediáticamente lo creen pertinente? ¿Dónde los usuarios de las redes?, porque parece que los grandes problemas nacionales no reciben atención ni tienen espacio si no hay un video de por medio. Qué bueno que el niño agredido captó la atención (quién sabe por cuánto tiempo), pero ¿y al resto de niños en el país quién les hace caso?

Mientras alguien aporta la respuesta o encuentra el video respectivo, va un repaso (Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México, 2008-2010; Unicef-Coneval), aunque no exista video:

Las disparidades que se registran entre la población indígena y la población en general merecen especial atención, porque se observa una mayor incidencia de pobreza en la población menor de 18 años. Entre la población de 0 a 17 años integrante de un hogar donde alguien habla una lengua indígena la incidencia de pobreza es mayor de 76 por ciento, mientras para dicho sector de la población en general dicha incidencia era de 53.3 por ciento, es decir, más de 20 puntos porcentuales menos. Además, más de 90 por ciento de las niñas, niños y adolescentes indígenas presentaba una o más carencias sociales.

En lo que concierne a la distribución según la pertenencia étnica, es posible notar que las niñas, niños y adolescentes indígenas se encuentran en mayor proporción entre los grupos en situación de pobreza, especialmente en la población en situación de pobreza extrema, donde representan entre 37.1 y 50.9 por ciento, según la definición de población indígena adoptada.

En el caso de la pobreza extrema, la incidencia en las niñas, niños y adolescentes indígenas es de casi el doble que en cualquiera de los otros subgrupos considerados: 33.1 por ciento bajo la definición de hablante de lengua indígena en el hogar, y 23.5 por ciento bajo la definición de auto identificación.

La diferencia en los niveles de pobreza de los grupos indígenas, respecto al resto de la población, da cuenta de las desigualdades existentes entre la población infantil y adolescente, pues evidencia que la población indígena forma parte de los grupos más vulnerables de la niñez mexicana. Por otra parte, destaca el hecho de que prácticamente no hay población de 0 a 17 años indígena en México que no tengan alguna carencia en el acceso a sus derechos sociales pues, según la definición adoptada, entre 86.7 y 92 por ciento de las niñas, niños y adolescentes indígenas presentan carencia en el ejercicio de al menos uno de sus derechos sociales.

Al menos siete de cada diez niñas, niños y adolescentes indígenas vivían en situación de pobreza en 2010, y uno de cada cinco estaba en situación de pobreza extrema, enfrentándose a una triple discriminación y estigmatización: por su condición de indígena, por su condición de pobre y por su condición de niño o adolescente.

Y así por el estilo. Lamentablemente, no hay video que registre todo lo anterior.

Las rebanadas del pastel

El gobierno de Haití erró el tiro cuando decidió otorgar a Felipe Calderón la Orden nacional de honor y mérito en Grado de Cruz de Plata. En realidad, debió concederle la “Orden Papa Doc” (François Duvalier).

Fuente: La Jornada