viernes, 19 de abril de 2013

FMI: una vez más / Reformitis fallida / La eterna promesa

México SA-Carlos Fernández-Vega
Parece que el Fondo Monetario Internacional carece de memoria, o de plano tiene la cara más dura que el concreto, porque ante la sacudida económica que vive el planeta (la cual, con distinta intensidad, acumula seis años activa) y la desaceleración que registra México, al organismo no se le ocurre mejor idea que recomendar al gobierno peñanietista hacer reformas estructurales que mejoren el crecimiento potencial de la economía nacional, es decir, exactamente lo mismo que desde finales del echeverriato el propio FMI sugirió al equipo de la administración entrante, la de José López Portillo, y al final de ésta a los tecnócratas de Miguel de la Madrid, y así sucesivamente.
A estas alturas, reformado prácticamente todo, la privatización arrasó con lo que poseía el Estado mexicano, redujo a cero los beneficios sociales, concentró lo que de por sí estaba concentrado, y el crecimiento económico se mantiene brillando, pero por su ausencia, a menos que una tasa anual promedio de apenas 2 por ciento a lo largo de tres décadas sea, a ojos del FMI, sinónimo de mejorar el crecimiento potencial de la economía mexicana.

Sexenio tras sexenio, el Fondo Monetario Internacional ha vendido su receta reformadora. ¿Resultado? Pues nada, que la economía mexicana cada vez crece menos, y de ello da cuenta el conteo oficial: con José López Portillo, la tasa anual promedio de crecimiento económico fue de 6.55 por ciento. Inmediatamente después, en el gobierno se instaló el poder tecnocrático y se instauró un nuevo modelo económico, con los siguientes resultados: con Miguel de la Madrid dicha tasa fue de 0.34 por ciento; Carlos Salinas de Gortari, 3.9; Ernesto Zedillo, 3.5; Vicente Fox, 2.2 y Felipe Calderón, 1.88 por ciento.

Esos mismos personajes, en su momento cómodamente instalados en Los Pinos, creyeron en aquello de que las reformas rápidamente potenciarían la economía nacional, y cada quien le puso números: 8 por ciento de crecimiento anual promedio (JLP); 7 (VF); 6 (CSG); 5.5 (MMH) y 5 por ciento (EZ, FC) pero, con todo y reformas al por mayor, la realidad se impuso.

La Jornada informa (Roberto González amador) que “la economía mexicana pierde impulso. Este año y el siguiente crecerá 3.4 por ciento en cada caso, medio punto porcentual menos que en 2012, anticipó este martes el Fondo Monetario Internacional. Dada la situación mundial, el desempeño de México se mantiene ‘sólido’, consideró el organismo. Para que el crecimiento económico de México sea más fuerte, sin traer de vuelta presiones inflacionarias o sobre la cuenta corriente, ‘tendrá que haber reformas estructurales que mejoren el crecimiento potencial de la economía mexicana’, expuso Jörg Decressin, subdirector del Departamento de Investigación Económica del FMI. ‘Hay varias reformas que se tendrán que implementar, fiscales, energéticas. Tiene que haber diálogo sobre lo que se puede hacer’. El crecimiento económico de México, tanto en 2013 como en 2014, estará cerca del potencial de su aparato productivo, debido a una demanda interna sostenida por la confianza de los consumidores, de los negocios y la resistencia del sector exportador, indicó el FMI en su informe panorama de la economía mundial”. Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado, porque el organismo financiero insiste en eso de las reformas y el potencial, y el gobierno en turno se lo cree.

Mientras ambas partes mantienen el juego, con un creciente costo social, y el FMI suelta la eterna promesa, los analistas de la Cámara de Diputados advierten que los resultados de los indicadores económicos más recientes muestran un menor dinamismo en la actividad económica de México. En particular, el sistema de indicadores cíclicos señala que la economía mexicana se encuentra en fase de desaceleración, aunque se espera que se coloque en fase de expansión en los próximos meses. Por su parte, la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de marzo evidencia una menor expectativa de crecimiento económico, al prever que el producto interno bruto crezca 3.46 por ciento, después de que un mes antes estimaran una expansión de 3.54 por ciento. Adicionalmente, la confianza del productor disminuyó y el índice de gerentes de compras del sector manufacturero presentó su menor lectura en los últimos 14 meses.

Algunos determinantes del consumo interno también reflejan una pérdida de dinamismo: la confianza del consumidor continuó en terreno negativo por tercer mes consecutivo al caer 1.64 por ciento en marzo; el salario base de cotización en el IMSS creció sólo 0.7 por ciento en febrero, por lo que permanece por debajo del nivel observado antes de la crisis, y las remesas retrocedieron 11.1 por ciento, la mayor caída desde septiembre de 2012.

Por su parte, en Estados Unidos las condiciones económicas continúan frágiles, pues la mayoría de los indicadores anunciados recientemente destacaron la debilidad económica. Las ventas de automóviles siguen con un bajo ritmo de crecimiento, al expandirse sólo 3.4 por ciento en marzo. Y la situación del mercado laboral se mantiene deprimida; si bien la tasa de desempleo cayó 0.1 puntos porcentuales, esta disminución fue reflejo de la reducción en el tamaño del mercado laboral, que se encuentra en su menor nivel desde 1979. Además, la economía generó 88 mil nuevos empleos, muy por debajo de lo esperado por el mercado (190 mil).

En lo que se refiere al contexto internacional, las noticias fueron mixtas. Si bien la producción manufacturera en China logró repuntar luego de tres meses consecutivos a la baja, la situación económica en Europa continuó estancada. Así lo confirmó el Banco Central Europeo, que en su anuncio de política monetaria mencionó que la economía de la región continúa frágil, por lo que hizo hincapié en la necesidad de realizar (¡sorpresa!) reformas estructurales. Adicionalmente, la tasa de desempleo en la Unión Europea permaneció elevada (12 por ciento), la mayor observada desde 1993.

Las rebanadas del pastel

Y en otro sonado caso de la tenebrosa judicialización de la política, el general Tomás Ángeles, ex subsecretario de la Defensa Nacional, quedó en libertad, luego del clásico ya se puede ir, porque usted no es el responsable. En efecto, el verdadero culpable permanece cómodamente instalado en Harvard.