sábado, 19 de enero de 2013

Impactos de la actividad minera

19 enero 2013 | Carlos A. Rodríguez Wallenius-Profesor Investigador de la UAM Xochimilco | La Jornada del Campo
La región Huasteca, que abarca parte de los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Puebla y Querétaro, es una zona rica en distintos recursos naturales como agua, bosques, petróleo, etcétera. Son relativamente escasos los yacimientos de minerales metálicos (como el oro, la plata o el cobre), aunque existen minerales no ferrosos como el manganeso o no metálicos como el caolín o la fosforita, que tienen concentraciones importantes.
El repunte a nivel mundial en los precios de los minerales después del bache del 2008 al 2010 (producto de la crisis financiera) ha incentivado la exploración y explotación de dichos recursos y la región de la Huasteca no ha sido la excepción. Por poner algunos ejemplos de los minerales de la zona, el precio del manganeso se incrementó 55 por ciento desde 2010, y la fosforita 110 por ciento en el mismo periodo.

El aumento en la exploración y explotación de los minerales está provocando una serie de tensiones y conflictos en las comunidades campesinas de la región, pues cerca de 60 por ciento del territorio huasteco corresponde a ejidos y comunidades agrarias, aunque debajo de su terrenos se ubican concesiones mineras.

Veamos los impactos que se presentan en la región Huasteca, especialmente en los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo y Tamaulipas, donde hay una actividad minera relevante.

En la Huasteca Potosina, la actividad minera se concentra básicamente en la región de Tamazunchale-Xilitla, en la que se extrae fosforita, la cual es un insumo para la elaboración de fertilizantes. Ahí en los municipios de Xilitla y Aquismón operan minas de la empresa Fosforitas de México.

Por su parte, en la Huasteca Veracruzana, se encuentran yacimientos con alto contenido de caolín, el cual se utiliza para la fabricación de porcelanas, insumos para la elaboración de medicamentos y como agente adsorbente. De hecho, los municipios de Huayacocotla y Zacualpan cuentan con 80 por ciento de las reservas nacionales de caolín. En estos municipios se ha desarrollado una experiencia de explotación campesina del mineral, mediante la Unión de Ejidos Caolineros “Rafael Hernández Ochoa” (Unicaolín), que integra a cinco ejidos. Además, se han ubicado yacimientos de estaño en la zona de La Lagunilla del municipio Huayacocotla.

En la Huasteca Hidalguense hay importantes yacimientos de manganeso, de hecho la Unidad minera de Molango está ubicada en uno de los diez yacimientos más grandes del mundo, que es propiedad de Compañía Minera Autlán. En esta zona ya han ocurrido movilizaciones campesinas en protesta por la contaminación que genera la minera en 26 ejidos y comunidades de los municipios de Molango, Lolotla y Tlanchinol.

En la Huasteca Tamaulipeca es donde hay más presencia de minerales metálicos, por ejemplo, en el municipio de Llera de Canales se tiene plomo y zinc, los cuales están en explotación en la mina Las Fortunas, enclavada en la reserva de la Biosfera El Cielo. Por otra parte, ante los incrementos del precio de la plata, el cobre y el plomo, se han intensificado los proyectos de exploración, como en el municipio de Aldama, donde la empresa canadiense Formation Capital Corp impulsa el proyecto El Milagro. Cerca de ahí está el proyecto El Hijo, de la Minera General Rodolfo Fierro. Por su parte, en el municipio de Llera de Canales se investiga la existencia de minerales de plata y plomo en el proyecto El Cabrito de la empresa Cascabel.

Como se puede observar, en las distintas zonas de la Huasteca hay un creciente interés por sus recursos mineros, sobre todo los vinculados a grandes yacimientos de manganeso, caolín o fosforita. Además, las empresas están teniendo cada vez más interés en los relativamente escasos minerales metálicos como la plata, el plomo y el cobre.

Así, las empresas mineras se están convirtiendo en esta región en la punta de lanza de formas de acumulación que despoja de sus recursos a las comunidades campesinas, que destruye su territorio y lo contamina, un proceso que ya ha mostrado su crudeza en otras regiones del país.