sábado, 5 de enero de 2013

El sexenio de Calderón fue de muerte

Entrevista a Anabel Hernández / Periodista de investigación
4 enero 2013 | Irma Ortiz | Siempre!
Reconocida como una de las mejores periodistas de investigación, Anabel Hernández ha pagado un precio muy alto por su trabajo, lo que la ha hecho merecedora de muchos reconocimientos. Hoy, con una vigilancia permanente para su seguridad, Anabel ha sabido sortear no sólo atentados contra su familia, sino ver cómo sus fuentes de información han sido ejecutadas o recluidas en la cárcel, en espera de un juicio justo.
Por ello considera que su último libro México en llamas. El legado de Calderón es una pequeña victoria, ya que a pesar de la terrible persecución vivida en la administración calderonista, logró sacar avante una investigación que data de años atrás y que hemos visto reflejada en libros como Los cómplices del presidente, Los señores del narco, que retratan de cuerpo entero a varios personajes oscuros, entre ellos a Genaro García Luna.

Entrevistada por Siempre!, Anabel Hernández nos da nuevos pormenores sobre los nexos de la clase política y empresarial con el narcotráfico y lo que considera son los legados del gobierno de Felipe Calderón.

Legados de Calderón

Son cinco legados: el casi aniquilamiento del PAN. Felipe Calderón Hinojosa no se conformó con arruinar prácticamente todo el país, sino hacer pedazos el partido que fundó su propio padre, lo cual es bastante irónico, y se dedicó los últimos seis años de su mandato a destrozarlo. Otra herencia es la destrucción del ejército mexicano; realmente dejó al ejército mexicano muy debilitado, muy frágil.

Su otro legado es el fortalecimiento, el empoderamiento de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, del cártel de Sinaloa. Pese a esta supuesta guerra contra el narcotráfico resulta curioso que el ganador de todos estos muertos, de todos estos desaparecidos y toda esa sangre que corrió en México y sigue corriendo fue El Chapo Guzmán.

Están por supuesto las células criminales, los grupos de mercenarios que deja Calderón a este nuevo gobierno, que serán de los principales lastres en los próximos seis años, porque independientemente de que el gobierno de Enrique Peña Nieto pudiera llegar a aplicar la vieja fórmula de pactar con los grandes cárteles de la droga —como lo hacía el PRI en otros tiempos—, ahora resultaría imposible juntar en una mesa redonda a los cientos de líderes de las diferentes células criminales y las decenas de líderes de grupos de mercenarios, porque ni siquiera sabemos dónde están, ni cómo se llaman, y quizás uno de los legados más trágicos de Calderón, además de los más de 80 mil muertos, de los desaparecidos, de los asesinados, es el retorno del PRI.

Aniquilamiento del PAN y relación con Vázquez Mota y Madero

Hay un primer capítulo del libro que llamo Caldenerón, en alusión a este hombre que incendió Roma. Roma ardía y él cantaba alegres melodías y justamente los últimos días de su mandato de Felipe Calderón fue capaz de pararse en Michoacán —su estado—, entidad que despedazó con la Policía Federal, con el Ejército, y ahí cantaba algunas melodías a los michoacanos, que seguramente nunca lo recibirán gratamente otra vez en su tierra.

En este capítulo de Caldenerón, hablo de la figura de Felipe Calderón porque hay que entender la personalidad de estos sujetos para comprender sus gobiernos. Nadie es fuera de su casa lo que no es en su intimidad, nadie se convierte al cerrar la puerta en otra persona y puede ser otro individuo dentro de su hogar. En este capítulo narro sus muy serios problemas con el alcohol, incluso gente del Estado Mayor Presidencial habla de videos penosos, en situaciones realmente vergonzosas o poco dignas de un mandatario en las que incurrió el hoy expresidente.

Durante su mandato, Calderón, con su gran problema de alcoholismo, fue un hombre que incluso maltrató a su propia esposa Margarita Zavala, quien tuvo que salir en varias ocasiones de Los Pinos, para resguardarse en la casa que tenían en la colonia Las Aguilas, y cómo el EMP iba por ella y él trataba de convencerla para que volviera, pero realmente Margarita llegó —durante esos seis años de gobierno— a estar desesperada por el problema de alcohol de Felipe.

Narra gente de Los Pinos que hubo una ocasión en que pidieron la presencia de la mamá de Calderón para ver si la señora era capaz de controlar a su hijo, como si fuera un adolescente. Estamos hablando de situaciones de un hombre que conforme avanzó el sexenio —la muerte de Juan Camilo Mouriño y diversas frustraciones—, lo llevaron a un estado casi delirante y así fue deshaciendo al PAN, queriendo controlarlo como si fueran sus empleados.

Al final, en la campaña presidencial del 2012, Calderón se convierte en el enemigo principal de Josefina Vázquez Mota y su principal adversario en la campaña presidencial. No fueron Andrés Manuel López Obrador ni el propio Enrique Peña Nieto sus principales contendientes, fue Calderón quien en todo momento, además de insultarla, de menospreciarla y llamarla peyorativamente Pina, la saboteó durante la campaña. Él ordenaba a los empresarios que no le dieran financiamiento a su campaña y trataba desde Los Pinos de controlar la campaña, es falso como dice ahora —luego de que se perdió la elección— que no se involucró en la campaña.

Al contrario, por hacerlo fue que llevó esa campaña al precipicio. Trataba de dar las órdenes, desde qué spot sacar e incluso con Gustavo Madero y con Roberto Gil, había insultos. Hubo reuniones muy impropias, uno, de una casa presidencial, y dos, de un mandatario que ofende a sus compañeros de partido. Hubo ocasiones en que Madero decidió salirse de las reuniones por los insultos, pues ya estaba en una situación muy colérica.

Fue Calderón quien, hasta el último día, le hizo la vida imposible a Vázquez Mota; a quien obligó, presionó para que fuera ella en su cierre de campaña —por irónico y loco que parezca—, quien propusiera que, si ganaba la Presidencia de la República, él sería procurador general de la República, a lo cual Carmen Aristegui en una columna extraordinaria escribió; Calderón procurador, ¿una mala broma? Parecía una mala broma, pero realmente quería perpetuarse en el poder, porque piensa que va a poder regresar a la Presidencia de la República.

Madero y Calderón terminaron, la última vez que se encontraron en Los Pinos, a insultos, días antes de la elección del 1 de julio, y eso habla de un hombre que es capaz de arrasar todo a su paso, como lo hizo finalmente en México con tal de salirse con la suya. No importa haber acabado con el PAN, ni que Josefina haya perdido la Presidencia de la República; no importan los 80 mil muertos, ni los más de 20 mil desaparecidos y los más de 200 mil desplazados. Calderón fue un hombre indolente, enfermo de soberbia y de poder.

“Los calderonistas”

El papel de Ernesto Cordero, de Patricia Flores, de Roberto Gil, el cometido de quienes adquirieron puestos públicos es permitir en primera instancia que, en enero, cuando sea la asamblea del PAN, los calderonistas queden con importantes posiciones dentro de Acción Nacional. Su intención es apoderarse del partido, convertirlo en el pequeño reino de Calderón y así, en 2018, postular a Margarita Zavala como candidata de la Presidencia, no importando las humillaciones y agresiones que recibiera del propio Felipe a lo largo del sexenio.

Finalmente, la ambición se impone y la pareja pretende volver a Los Pinos, ahora a través de la investidura de Margarita Zavala y los calderonistas, ubicados en puestos importantes de poder, están ahí para garantizar que suceda. Falta ver si a los mexicanos en seis años se nos olvidan todos los muertos de Calderón.

El expresidente no piensa irse de México, en una primera instancia pensaba irse a Europa, pero se queda en Harvard, y espera que esa poca distancia que hay entre Estados Unidos y nuestro país le permita hacer presencia constante en México. Calderón es un hombre que no va a dejar el poder, está dispuesto a seguir ejerciendo, aunque sea a través de los escombros en los que dejó al país.

Genaro García Luna y la impunidad

A lo largo de todo el sexenio, no ahora, porque ya se fueron, a lo largo de toda la administración, fui una periodista que los investigó y delató su corrupción en su momento. Soy de las periodistas que cree que las cosas hay que señalarlas en el momento, no una vez que se fueron, cuando ya no están en el poder y aventarles piedras por la espalda. Es importante llamar a estos hombres a cuentas en el momento que tenían todo el poder y seguirlo haciendo a lo largo de los próximos años, porque aunque estas figuras, profundamente corruptas y criminales, como Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino, Facundo Rosas, Armando Espinosa y todo este cuasi cartel delictivo que se formó y consolidó en estos últimos seis años de gobierno, aunque ya no estén en puestos públicos, no son hombres que se vayan a ir a su casa y digan: dejo el delito y me voy a casa a disfrutar mis millones.

No, son hombres que necesitan ejercer el poder para sobrevivir, necesitan seguir siendo útiles para el crimen organizado, para que no sean ejecutados el día de mañana en alguna esquina, incluyendo a Genaro García, que aunque está en Miami, alguna bala perdida le puede llegar.

Necesitan actuar como lo han hecho en los últimos 12 años, como criminales, por esa necesidad de impunidad y poder es que necesitan seguir actuando como Genaro García Luna, quien en los últimos meses del gobierno de Calderón fue a negociar con el único hombre que le podía garantizar la inmunidad e impunidad que requería, aun con la presión del gobierno de Estados Unidos por la balacera en el aeropuerto internacional de la ciudad de México, por el caso Tres Marías.

Sólo había un hombre que podía garantizarle esa inmunidad y es Carlos Salinas de Gortari, y lo revelo en este libro México en llamas; García Luna se reunió en varias ocasiones con Salinas para negociar su impunidad e inmunidad, e incluso Salinas le hizo creer en algún momento que podía repetir como secretario de Seguridad Pública Federal. Cuando Enrique Peña Nieto nombra a Roberto Campa, quien terminó muy enemistado en la SSPF pues quería hacer las cosas de manera correcta y García Luna quería utilizar el Sistema Nacional de Seguridad Pública a su favor, para beneficiar a ciertos contratistas, por lo que terminan muy mal;

cuando García Luna sabe del nombramiento de Campa, lo primero que hace es buscar a Carlos Salinas y hay un enfrentamiento entre los dos. Le reclama de manera muy álgida; tan álgida y peligrosa que Salinas le dice que se tranquilice, ya que todavía no está dicha la última palabra. Finalmente para el descanso de García Luna y de Cárdenas Palomino, Peña Nieto cede a las presiones y nombra como abogado de la Presidencia de la República a Humberto Castillejos, que fue cómplice, amigo y actor en algunos casos de extorsión, como en el caso de Enrique Salinas.

Papel de Arturo Acosta Chaparro

Lo había descrito en el libro Los señores del narco como El General. Así le tuve que llamar porque en su momento era necesario pues el general Acosta Chaparro estaba todavía con vida y no era prudente mencionarlo por su nombre y apellidos. El me había confirmado desde 2010 que había sido instruido por Felipe Calderón y Juan Camilo Mouriño a reunirse con los principales narcotraficantes de este país, y pudo sentarse frente a frente con El Chapo Guzmán, quien se supone era perseguido por el gobierno de Calderón. Pudo reunirse con Lazcano, con Arturo Beltrán Leyva, con gente de La Familia Michoacana para proponerles un pacto. Como lo he mencionado en diferentes artículos y lo ratifico en este libro de México en llamas, Calderón se dedicó a proteger el cártel de Sinaloa, eso hizo durante los dos primeros años. En 2007, hereda del gobierno de Vicente Fox ese compromiso de proteger a El Chapo Guzmán.

En 2008, empieza la guerra entre El Chapo Guzmán y Arturo Beltrán Leyva, que empieza a cobrar de manera muy rápida muchas vidas. La comunidad internacional comenzaba a mirar hacía México sobre qué está pasando con esos descuartizados y colgados y todos los muertos que iban multiplicándose día con día. Calderón pensó que una buena salida era —además de proteger al Chapo Guzmán— buscar un pacto con los demás cárteles, hacerles ver que podían hacer lo que quisieran en México, que ya no iba a perseguir a ninguno, pero que, por favor, los muertitos y toda la violencia que ocasionaban, que le pararan, que los muertos los escondieran debajo de un tapete y que podían seguir siendo los criminales, traficando droga. Ese es el mensaje que Arturo Acosta Chaparro llevaba a los carteles de la droga.

Ahora sabemos en voz de La Barbie, cuya abogada entrega una carta tres días antes de que terminara el sexenio de Calderón, y la carta me sorprende realmente, donde La Barbie, quien además se declara narcotraficante, revela lo que me había ratificado Acosta Chaparro sobre estas reuniones. Además revela dos datos fundamentales —incluso para abrir una investigación a Felipe Calderón y su equipo encargado de combatir al narcotráfico—, afirma en esa carta cosas que Acosta Chaparro nunca me contó, y puedo entenderlo porque al fin de cuentas el general era muchas cosas, un ser oscuro, de la guerra sucia, acusado de tortura, una gente de las cloacas del sistema político mexicano, pero también era un hombre que tenía una lealtad con el presidente de la república. Siempre fue leal a todos los que lo mandaron a hacer el trabajo sucio y fue leal hasta el final a Calderón Hinojosa.

La Barbie menciona en esa carta que además de las reuniones con Acosta Chaparro, Felipe Calderón, presidente de la república, encabezó negociaciones con los cárteles de la droga.

También revela que aquéllos que no quisieron pactar con el gobierno federal comenzaron a ser perseguidos. Es la historia que cuenta, finalmente cae en prisión, porque no quiso pactar con el gobierno como ellos querían. Habría que investigar los señalamientos que hace La Barbie.

Finalmente es un criminal, en el sistema jurídico de Estados Unidos, sólo los criminales pueden acusar a los criminales; y la gente decente, como tú o como yo, difícilmente podía haber participado en algún cónclave de narcotraficantes con el presidente de la república. Sólo un narcotraficante puede contar esas historias, entonces lo que se hace en el sistema judicial norteamericano es indagar a fondo qué hay de cierto, y cuando hay verdad en estos testimonios, se abren expedientes judiciales y los criminales se convierten en testigos del gobierno estadounidense y, gracias a esos testimonios, cientos de funcionarios públicos corruptos principalmente de América Latina son enjuiciados en Estados Unidos.

Habría que ver ahora que pasa ahora que La Barbie sea extraditado a Estados Unidos. Él afirma que será en la Corte donde hablará de los pormenores de dónde, cuándo y cómo fueron esas reuniones con Acosta Chaparro, con Felipe Calderón, y cuándo, cómo y dónde le atiborraban los bolsillos de dólares a García Luna y a su gente a cambio de protección policíaca.

Detención de Tomás Angeles Dauahare

En este libro, en Guerra en la Sedena me refiero a por qué el general Tomás Angeles Dauahare está en prisión, y por supuesto no está en la cárcel porque haya trabajado para el narcotráfico. Al contrario, lo está porque en su momento a Calderón le dio nombres de militares y funcionarios de la SSPF involucrados con el narcotráfico. Calderón, en vez de protegerlo e investigar con seriedad si había fundamento o no en sus declaraciones, lo que hizo fue despedir a Angeles Dauahare, y cuando se acercaba el final de su sexenio, al ver la cercanía de éste con el entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, sintió que era un peligro para su propia existencia que el general estuviera libre.

Dauahare en más de una ocasión pensó o temió por su vida, después de los ocurrido con Mario Arturo Acosta Chaparro, y tenía razón. Hoy está en prisión en condiciones realmente muy lamentables, esperando que finalmente haya justicia en su caso.

Situación personal

Estoy muy preocupada por la situación general del país. Repito, estos hombres, aunque parezca que salen de la escena pública, llevan más de 20 años incrustados en el sistema de corrupción en México, García Luna lleva más de 20 años siendo un policía corrupto, es difícil pensar que de pronto va a agarrar su maleta y se quedará en su casa viendo televisión.

Me preocupa la impunidad que parece haber iniciado García Luna, no por mi seguridad personal, sino por la propia seguridad del país. Esa gente seguirá generando inestabilidad en el país como lo hizo en los últimos años. Estos hombres controlan las redes del tráfico de droga en los principales aeropuertos nacionales, controlan las subidas y bajadas de maletas de droga y de dinero.

Que García Luna ya no esté presente como titular de SSPF no significa que deje de controlar las amplias redes de narcotráfico en México, con narcotraficantes vestidos de policías. Estamos en una situación muy delicada; en particular en los últimos meses del sexenio de Calderón, fui terriblemente acosada, mis fuentes de información fueron ejecutadas —el caso de Arturo Acosta Chaparro—, hombres muy importantes, muy cercanos a mí, como el general Angeles Dauahare, hoy están en prisión de manera infame e injusta.

Yo tuve conocimiento y pude tomar las medidas necesarias e incluso avisar a diferentes países de que aquí la PGR torturaba gente inocente para que declararan en contra mía. Los últimos meses del sexenio fueron de una persecución terrible, este libro México en llamas, para mí, es una pequeña victoria, porque estos hombres pensaron que después de dos años de aterrorizarme, de atentar contra mi familia, de matar a mis fuentes de información y meterlos a la cárcel, yo iba a ceder al miedo e iba a quedarme callada.