domingo, 18 de marzo de 2018

A 80 años de la expropiación, la desnacionalización petrolera

18 marzo 2018 | Jesusa Cervantes | Proceso
El desmantelamiento de la soberanía mexicana sobre sus hidrocarburos se inició en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y culminó en el actual, con la llamada reforma energética y, más aún, luego de descomunales fraudes sucesivos. De acuerdo con diversos especialistas, fue el Fondo Monetario Internacional el que obligó a hipotecar nuestro petróleo a cambio de créditos y el Tratado de Libre Comercio. A 80 años de la expropiación petrolera –que se cumplen este domingo 18–, la paraestatal creada por Lázaro Cárdenas se ha convertido en “una mera administradora de instalaciones y empleados” de los grandes consorcios extranjeros.
Ciudad de México. El 18 de marzo de 1938, el presidente de México, general Lázaro Cárdenas del Río, anunció la expropiación de la industria petrolera, y con ello las grandes empresas extranjeras –algunas antecesoras de BP, Shell o Chevron– que extraían el hidrocarburo mexicano debieron salir del país.

Tres meses después nació Petróleos Mexicanos (Pemex), creada para “prestar servicios al Estado” explorando, produciendo y explotando el hidrocarburo para beneficio de los mexicanos. Su arranque fue posible gracias al dinero que miles de ciudadanos aportaron.

Hoy, 80 años después, las grandes firmas extranjeras no sólo regresaron a México –BP, Chevron y Shell, entre ellas–, sino que tienen a Pemex como su empleada. El ingeniero Fabio Barbosa Cano, experto en aguas profundas, dice a Proceso que Pemex es hoy “una mera administradora de instalaciones y empleados”. Todo gracias a la lenta privatización que inició Carlos Salinas de Gortari y culminó Enrique Peña Nieto con la reforma energética.

De ser una de las principales del ranking mundial como productora de petróleo, Pemex hoy está en octavo lugar. De tener refinerías con 80 y hasta 90% de producción, hoy las tiene funcionando apenas a 40 o 60% de su capacidad.

De exportar 50% del crudo, ahora lo hace en 80%, lo que ha obligado a la importación de gasolinas para el abasto local. De contar con las mejores plantas petroquímicas, hoy necesita comprar etano al extranjero para poder mantenerlas con una mediana producción.

Los 17 mil kilómetros de ductos por los que se transporta gas y gasolina pasaron de ser un tema de seguridad nacional a un simple objeto de renta al mejor postor, con las llamadas “temporadas abiertas” o “venta de plaza”.

Y lo más grave, de detentar la exclusividad de México para explorar, explotar y producir crudo, ahora empresas de 17 países tienen en sus manos contratos para dichas actividades en 116 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional, en mar, tierra firme y aguas someras.

Si en 1938 Cárdenas expulsó a las grandes empresas petroleras que explotaban los bienes nacionales, Enrique Peña Nieto no sólo permitió la entrada de compañías de 17 países, sino que además les entregó la información geofísica y geológica que durante décadas investigaron y desarrollaron los ingenieros de Pemex.

En su más reciente reporte ante la Bolsa Mexicana de Valores, Pemex consignó pérdidas por 352 mil 259 millones de pesos, sólo en el último trimestre de 2017.

A todo lo anterior hay que sumar que el gobierno federal ha puesto en venta todo lo que ha podido: desde tornillos, rieles, vehículos, válvulas, casas, terrenos, buques-tanque y plantas petroquímicas hasta grandes plataformas marinas. Todo se ha rematado al mejor postor e incluso se ha vendido tres veces por debajo de su valor real.

En suma, en el aniversario 80 de la expropiación petrolera no queda ni el suspiro de lo que Cárdenas pudo haber soñado.

Venta de garaje

Geóloga, ex trabajadora de Pemex “y abuela”, como se presenta, María Fernanda Campa –además, hija del líder comunista Valentín Campa– resumió y alertó el 3 de junio de 2008 a los legisladores federales del peligroso rumbo a la privatización.

Dimensionó el peligro, pero nadie la atendió. También trazó la línea del tiempo de la privatización. Recordó que desde 1982, con el estallamiento de la crisis de la deuda, las reservas petroleras pasaron de ser la joya de la corona, la razón de “la administración de la abundancia”, a ser moneda de cambio para la entrega de créditos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), rehén de Estados Unidos.

“Por primera vez, desde la expropiación petrolera, la banca norteamericana obligó a Pemex a informar acerca de sus reservas petroleras y ponerlas como aval para los préstamos”. Desde 1938 –siguió– México sufrió el bloqueo de parte de la dupla anglosajona (Gran Bretaña y Estados Unidos, de donde eran las empresas expulsadas por Cárdenas) para que Pemex no avanzara.

Pero Pemex avanzó con el apoyo de todos los mexicanos, que hasta gallinas donaron para sacarla adelante.

En 1975, con el llamado “boom petrolero” y el descubrimiento de yacimientos como Cantarell, el bloqueo quedó de lado. Pero en 1995 sobre México pesó la presión para privatizar el sector petrolero.

En la línea de tiempo de la debacle de Pemex, Campa ubica el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la negociación del Tratado de Libre Comercio, el error de diciembre y el préstamo de 50 mil millones de dólares para que no cayera el país, hipotecando de nuevo el petróleo.

La carta de intención del FMI dice, leyó la geóloga en el Congreso: “El gobierno mexicano acelerará las reformas reglamentarias y legales pendientes, y los procedimientos administrativos necesarios para completar la desregulación de las frecuencias de los satélites, la electricidad y la privatización del sector petrolero”.

No fueron los presidentes, desde Miguel de la Madrid al actual, quienes privatizaron; sólo siguieron los dictados, afirmó Campa el 3 de junio de 2008, cuando se argumentaba contra la reforma petrolera que impulsaba Felipe Calderón.

Jaime Patiño Ruiz, ingeniero y extrabajador de Pemex, describe a este semanario lo concretado por los gobiernos priistas y panistas. En 1992 se dividió a Pemex: “La idea era separar la industria para enfocarse en explorar y producir crudo. Se abandonó la inversión en los sectores de transformación (refinación). Vender crudo era la opción de obtener dinero rápido ante los constantes incrementos de los precios internacionales. Refinación y petroquímica se abandonaron”.

Hasta 2013, sostiene, la restitución de las reservas se mantuvo al 100%; es decir que se descubrían volúmenes de hidrocarburos equivalentes a lo que se extraía cada año. “Desde 2014, cuando comenzó a ser efectiva la reforma, las reservas han caído constantemente y no ha habido restitución entre 2013 y 2016… En términos prácticos, la reforma ha detenido el nivel de la actividad exploratoria de Pemex”.

Sostiene que el trabajo de los exploradores de Pemex se ha centrado en preparar y organizar la información para la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

Toda esa información que generó Pemex en décadas por parte de su personal altamente calificado y reconocido mundialmente, como datos de información geofísica y geológica que pagó la nación para su beneficio, “ha sido requisado por la CNH y comercializado a precios irrisorios”.

Lo anterior se refiere a la entrega de datos que hace la CNH a privados antes de someter a licitación las llamadas rondas para subastar y distribuir bloques, en los cuales, hoy, empresas de 17 países pueden explorar y explotar en territorio mexicano en búsqueda de hidrocarburos.

En México, sigue Patiño, “se ofrecen volúmenes de sísmica tridimensional con procesos altamente sofisticados y modelado geológico de prospecto en los bloques (lugar de probable yacimiento). Los mismos bloques en licitaciones se distribuyen en posiciones geográficas en las que ya Pemex había identificado prospectos con riesgos geológicos mínimos”.

El desmantelamiento, sexenio a sexenio
En 1992 Pemex se fraccionó y se crearon sus subsidiarias.

Ernesto Zedillo autorizó inyectar nitrógeno a Cantarell y aunque eso aceleró la extracción de crudo al principio, ahora el yacimiento produce poco.

Fox cedió gran parte de la flota recurriendo a la renta, con la empresa Oceanografía. También vendió los vehículos de Pemex.

Calderón vendió buques-tanque y casas.

Peña Nieto no tuvo límites: Licitó tramos de construcción de ductos o vendió cientos de kilómetros de éstos; ofreció al mejor postor la planta petroquímica de Escolín; logró vender grandes secciones de la de San Martín Texmelucan; se deshizo de terrenos, casas y hasta rieles; y vendió la plataforma Chemul a precio de ganga: De 22 millones de dólares (su valor real) la malbarató en 6 millones de pesos.

Además, en 2016 se realizó un recorte de 100 mil millones de pesos (mmdp) en el presupuesto de Pemex para buscar el superávit en 2017. No lo logró. En su informe a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores reportó una pérdida de 352 mmdp. Su pasivo laboral sumó 184 mmdp.

Y entregó a empresas de 17 países el derecho a explorar y explotar el petróleo, todo gracias a una reforma energética que no bajó el precio de las gasolinas ni el de la energía eléctrica. Al contrario.


Fuente: Proceso