Martín Esparza - Siempre!
Como hace 32 años la solidaridad de los
ciudadanos emergió para auxiliar a la colapsada Ciudad de México ante
una clase política pasmada por la tragedia. Miles de brazos y voluntades
brotaron de la nada como sucedió en el terremoto del 19 de septiembre
de 1985 para iniciar las labores de rescate, exhibiendo la incapacidad
oficial.
Y también como hace tres décadas, el
Sindicato Mexicano de Electricistas se sumó a la tarea de salvamento y
ayuda a los damnificados a través de los modestos recursos de su
cooperativa LF del Centro, iluminando por las noches las labores de los
rescatistas en los diversos puntos donde se luchó a brazo partido para
recuperar con vida a la gente atrapada en los escombros de las
construcciones siniestradas.
En 1985 los electricistas del SME
trabajaron de forma interrumpida para restablecer el servicio eléctrico
de la metrópoli en tres días; hoy, nuevamente de la mano de la sociedad
civil se dieron a la tarea de habilitar en sus instalaciones de Villa
Coapa un albergue y un centro de acopio para apoyar a los vecinos
afectados; otro de los inmuebles de nuestra cooperativa, el de San
Simón, ha funcionado como otro centro más de acopio.
La infraestructura eléctrica levantada
en décadas de trabajo por los miembros del SME, resistió los embates del
terremoto y puso en evidencia la falta de capacidad y pericia de la CFE
para atender un imprevisto de tal magnitud; la reacción de la ahora
empresa productiva fue tardía en cuanto a operar los cortes de energía
en los puntos colapsados, impidiendo el trabajo de los cuerpos de
rescate.
Desde aquí lanzamos la convocatoria para que no sea un 20 ciento sino el total de estos recursos que tanta falta hacen para atender a los miles de mexicanos que se han quedado sin hogar, no únicamente por los terremotos sino por las inundaciones a consecuencia de los huracanes.
El INE y sus mezquinos consejeros han
dicho que esto es ilegal, pero no puede haber mayor ilegalidad que
ignorar el clamor de toda una nación exigiendo ayuda para sus hermanos
en desgracia; la exigencia además de justa es lógica pues los recursos
para las campañas provienen de los impuestos de todos los mexicanos que
están en su derecho de reorientarlos a fines más apremiantes que costear
lujosas campañas, a razón de 9 millones de pesos por cada uno de los
3,326 cargos de elección.
Las televisoras que ahora se pronuncian
por apoyar esta propuesta ciudadana también podrían aportar su granito
de arena ofreciendo a los partidos promoción gratuita en sus campañas de
2018, recordando que las suyas son concesiones públicas. Es hora de que
pasen de las palabras a los hechos. La sociedad entera ha dado la
muestra de lo que representa la verdadera solidaridad. ¿Cuántos
boquiflojos y falsos redentores copiarán su ejemplo?