domingo, 18 de diciembre de 2016

El nuevo salario mínimo nació muerto

El aumento de siete pesos al salario mínimo general que entrará en vigor el 1 de enero próximo no sólo quedó por debajo de la “línea de bienestar mínimo” –que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social estableció en 91 pesos diarios–, sino que prácticamente nacerá muerto, pues la inflación se lo comerá desde los primeros días de 2017. Para empezar, se verá impactado por el incremento de precios que se espera con el inevitable aumento a las gasolinas.
18 diciembre 2016 | Juan Carlos Cruz Vargas | Proceso
CIUDAD DE MÉXICO (Apro).- Antes de que termine este año, la Secretaría de Hacienda dará a conocer los nuevos precios de las gasolinas, que entrarán en vigor apenas se inicie 2017. Es inevitable que la medida contribuya a la inflación, pues este tipo de aumentos son los que más inciden en el índice general de precios.

Las semanas previas a la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos —el 20 de enero— serán de intensa volatilidad en los mercados cambiarios y, en general, de mucha incertidumbre en el ámbito financiero internacional, lo que podría provocar una caída acelerada del peso y encarecer las importaciones.

Lo anterior moverá a las empresas —que ya no tienen margen de maniobra porque llegaron al límite con la depreciación persistente del peso en el último año— a incrementar los costos, y esto se reflejará en los precios finales al consumidor.

El aumento de 77% a la tasa de referencia que decidió el Banco de México el jueves 15 —de 3.25 a 5.75%— hará más caro el dinero, los créditos y, en general, el financiamiento para empresas y personas.

Ante este panorama, el aumento de siete pesos al salario mínimo pasará de los 73.04 a 80.03 pesos diarios a partir de enero próximo, y se compone del incremento habitual en el marco de la inflación esperada —3.9%, o casi tres pesos—, más un "monto independiente de recuperación” (MIR) de cuatro pesos, que por primera vez incluyó la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) el jueves 1, cuando hizo el anuncio.

INFLACIÓN ‘ESTABLE Y FIJA’

Sin embargo, ese aumento está por debajo de la línea de bienestar mínimo establecida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que asciende a 91 pesos diarios por persona e incluye la canasta alimentaria (compuesta por carnes, lácteos, leguminosas, frutas y verduras) y la no alimentaria (integrada por gastos que van desde el transporte, cuidados personales, educación, vestido y vivienda, hasta esparcimiento).

Peor: El incremento se da después de 40 años durante los cuales el salario mínimo ha perdido más de 70% de su valor, golpeado por crisis económicas y por una política que sacrifica el salario para mantener una inflación "estable” y "baja”, según lo dicta el Banco de México.

Deflactado a pesos de 2016, este monto representa apenas 33.3% del poder adquisitivo del salario mínimo en 1978.

Si bien es cierto que, por primera vez en la historia, la Conasami incluye un aumento constituido por el MIR de cuatro pesos, más el tradicional incremento de fijación anual de 3.9% (tres pesos), el ritual fue el mismo y sólo quedó la promesa de que será en 2017 cuando el salario podrá alcanzar la línea de bienestar mínimo.

Esa recuperación tendrá que esperar y corre el riesgo de diluirse ante el incremento de precios a raíz de la depreciación del peso, el bajo crecimiento de la economía mexicana y la incertidumbre provocada por el resultado de las elecciones en Estados Unidos, que ganó el republicano Donald Trump.

LA RUPTURA DEL DOGMA

Para Rogelio Gómez Hermosillo, coordinador de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, el aumento salarial no cubre las necesidades de una persona, menos aún las de una familia.

"El monto es absolutamente insuficiente —dice en entrevista telefónica—. Lo importante es la ruptura del dogma. Ahora corresponde dar el primer paso para colocar ese incremento por arriba del umbral de pobreza de una persona. Y luego, en los años subsecuentes, tratar de llegar al monto correcto para que cubra el costo de manutención de la familia, como lo marca la Constitución y como corresponde a una economía como la mexicana.”

—¿Hay margen para ello, pese al panorama económico que se espera para el 2017?

—Por supuesto. Si bien estamos enfrentando un entorno económico muy adverso, debemos hacerlo con nuevas herramientas. Seguir con la misma receta absurda de empobrecimiento no nos va a resolver el ambiente económico adverso; incluso nos puede hundir más.

"Entonces, lo que está empezando a verse es el fortalecimiento del mercado interno y la vinculación entre productividad e ingreso, una lógica en la que lo deseable es que ganen tanto los trabajadores como los empresarios. Parece un buen camino a explorar.”

EL MÁS REZAGADO

Consultor y asesor de programas sociales en diferentes países y organismos internacionales, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Gómez Hermosillo reitera:

"No sólo estaremos hablando de un salario mínimo, sino de una dinámica de mejora del conjunto de salarios, sobre todo los de los más pobres, de tal manera que recuperen valor. El problema del salario mínimo no en sí mismo el salario; pueden ser sólo 3 millones quienes lo tengan, aunque la mayoría de ellos sean trabajadores informales que no gozan del sistema de seguridad social.”

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de la población ocupada hasta el tercer trimestre de 2016, el 15.1% —7.8 millones de personas— sólo gana un salario mínimo; mientras que 13.6 millones obtienen de dos a tres salarios y representan la mayor parte de la población ocupada (26.2%). Sólo 12.8% gana entre tres y cinco salarios, y 6.1% de quienes laboran perciben cinco salarios.

Más aún, en un año se sumaron 970 mil 68 mexicanos a las filas de quienes ingresan sólo un salario mínimo. Casi un millón de personas aumentaron el ejército de trabajadores con las peores condiciones laborales.

Lo anterior provoca que México sea el país más rezagado en salario entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ya que un trabajador gana en promedio 0.6 dólares por hora; en Chile, 2.3 dólares, mientras que en Estonia, República Checa y Hungría el salario es de 2.5 dólares.

Ya ni mirar los salarios de economías desarrolladas como Estados Unidos, con un promedio de más de siete dólares por hora, en tanto que en Holanda, Francia, Alemania, Bélgica e Irlanda los trabajadores ganan más de 10 dólares.