martes, 29 de noviembre de 2016

No pudieron con él, murió a los 90 años

26 noviembre 2016 | Redacción | Desinformémonos
Ciudad de México.- Sesenta años de liderazgo y resistencia. Noventa años de vida. Fidel Castro, quien se convirtió en el líder revolucionario y estadista más emblemático del mundo, murió este 25 de noviembre pocas horas antes de la media noche. Su hermano, el ahora presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció su muerte con las palabras: “Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy, 25 de noviembre del 2016, a las 10.29 horas de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz”.

Las diferentes posturas en el mundo frente a la vida de Fidel Castro no discriminaron su muerte, que ocupa las primeras planas de todos los periódicos y encabeza las tendencias en las redes sociales de derecha y de izquierda, de arriba y de abajo. Notas y reportajes lo definen como un “estadista” y “legítimo dirigente”, mientras que otros medios lo critican como un “dictador” que oprimió a su pueblo.

Pero que Fidel llegara a ser el “el comandante en jefe de la Revolución cubana” fue producto de esos sesenta años de organización, rebeldía, resistencia y errores. Su muerte representa el fin de 6 décadas de lucha, de entre las cuales, 47 años estuvieron dedicados a la dirección de un régimen socialista, el primero en todo el hemisferio occidental desde 1959.

Su vida comenzó un 13 de agosto de 1926, nacido en Birán, Cuba. Luego de aprender a escribir y a leer, cursar sus estudios e iniciar las carreras de Derecho y de Ciencias Sociales y Derecho Diplomático en la Universidad de La Habana en 1945, su vínculo con las luchas políticas dio inicio.

Desde el principio formó parte de las organizaciones estudiantiles antimperialistas y participó en innumerables actos de protesta y denuncia contra la situación política y social que azotaba al pueblo y su desarrollo. Por ello, más de una vez estuvo tras las rejas, donde fue agredido con golpes a manos de las fuerzas represivas.

Continuó con las pequeñas luchas y los movimientos a favor de la libertad y el fin a la opresión, pero el momento que daría un salto en la historia fue cuando organizó un asalto a dos cuarteles militares en 1953. Debido a esto fue encarcelado y condenado a 15 años de prisión, de los cuales sólo permaneció menos de dos por haber sido exiliado.

“Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos. Ejemplos históricos pasados y presentes son incontables. Está bien reciente el caso de Bolivia, donde los mineros, con cartuchos de dinamita, derrotaron y aplastaron a los regimientos del ejército regular”, dijo ante el tribunal que lo juzgaba.

Fidel llegó a México, donde prepararía su campaña de lucha para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Inició con la difusión del contexto opresor que castigaba a Cuba, y buscó la simpatía con su movimiento revolucionario. En sus viajes a Estados Unidos, organizó junto a sus compatriotas exiliados “clubes patrióticos”, con los que buscaría conseguir el apoyo político y económico para la revolución.

“En 1956 seremos libres o seremos mártires”, decían los rebeldes. Fidel, su hermano Raúl, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otros destacados revolucionarios, emprendieron el camino por México y las montañas, en constante entrenamiento para la defensa personal y tácticas de guerrillas.

Luego de ser detenidos en 1956 por la policía mexicana y tras haber salido de sus establecimientos “de justicia”, zarparon hacia Cuba para impulsar lo que se convertiría en la guerrillas más importante del país para derrocar la dictadura, en 1959.

Su ingreso a La Habana en 1959 encabezando al Ejército Rebelde se transformó en el símbolo de inicio de la revolución que llevó a su fin a la dictadura de Batista. Desde entonces, fue el comandante en jefe del movimiento, y llevó a cabo dos grandes proyectos: la reforma agraria, que expropió las grandes haciendas extranjeras a favor de los campesinos que trabajaban la tierra, y la nacionalización de las compañías norteamericanas en Cuba.

Esto provocó el enojo de los Estados Unidos, que rompieron sus relaciones oficiales con la isla en enero de 1961 con el cierre de su embajada. Dos meses antes, las exportaciones a Cuba fueron prohibidas, dando origen al embargo más largo de la historia.

En ese mismo año, el país norteamericano organizó la invasión de los exiliados cubanos, quienes fueron conocidos por el pueblo de la isla como los “gusanos”. Armados por la CIA, los exiliados llegaron a Bahía de los Cochinos, donde fueron derrotados por las milicias populares y se proclamó así el carácter socialista de la lucha.

Con aciertos y errores, Fidel Castro se convirtió en el dirigente de Cuba por 47 años contra el capitalismo, considerado como libertador o, por muchos, como opresor. A través de los años llevó a cabo reformas y actos que desataron polémica ante el país proclamado socialista, como la apertura a la inversión extranjera y la instauración de empresas capitalistas en 1997, o la recepción del Papa Juan Pablo II para rehabilitar a la iglesia católica como interlocutora del régimen, en 1998.

Lo cierto es, que más allá de su último año de gobierno en el 2006, Fidel Castro siguió y continuará como el símbolo de la revolución, del socialismo, de la libertad e incluso de una dicotomía mundial, como el iniciador de una lucha a favor de las masas obreras, aquéllas que proponen, actúan y le dan giro a la conformación de un país.