domingo, 25 de septiembre de 2016

El 27 Batallón de Infantería tomó el control de Iguala hace 2 años: expediente Ayotzinapa

25 septiembre 2016 | Anabel Hernández | Proceso
Al cumplirse este lunes 26 dos años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la autora del presente reportaje pudo acceder a la declaración ministerial de uno de los presuntos implicados en el caso, el exsubcomandante de la Policía Municipal de Cocula, César Nava Flores, preso en un penal de Tamaulipas. Esta es la primera vez que se conoce la narración de un testigo directo que, de su puño y letra, implica al Ejército en el control de Iguala la noche de aquel aciago día.

CIUDAD DE MÉXICO (Apro).- La noche del 26 de septiembre de 2014, durante el primer ataque a los normalistas de Ayotzinapa en la calle Juan N. Álvarez, el 27 Batallón de Infantería tenía "el mando y control” en Iguala. Poco después desaparecieron los 43 estudiantes.

El expediente judicial de la causa penal 100/2014, que incluye el testimonio de César Nava González, subcomandante de la Policía Municipal de Cocula, ante el Primer Juzgado de Distrito en materia de procesos penales federales con sede en Tamaulipas en diciembre de 2015, avala esa versión.

Acusado por la Procuraduría General de la República (PGR) de participar en el ataque y desaparición de los normalistas, Nava González relató que aun cuando estaba en su día de descanso por órdenes del entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Cocula, Salvador Bárcenas Bravo, acudió al llamado de apoyo directo del comandante Francisco Salgado Valladares.

La reportera tuvo acceso al escrito redactado de puño y letra por el inculpado e incluido en el expediente judicial de la causa penal 100/2014.

De la versión de Nava González, los videos del C4 y la cronología de hechos reconstruida, se desprende que la llamada de Salgado Valladares fue poco antes de las 23:00 horas del 26 de septiembre.

Según la información recabada entre estudiantes sobrevivientes y vecinos, videos obtenidos de cámaras de seguridad en Iguala, declaraciones ministeriales y los informes presentados por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), la desaparición de los 43 estudiantes, así como la muerte de Julio César Mondragón, ocurrió después de esa hora.

Después de la medianoche hubo un nuevo ataque armado en la esquina de Juan N. Álvarez y Periférico, donde fueron asesinados los estudiantes Daniel Solís y Julio César Ramírez, y otros resultaron heridos.

La reportera entrevistó vía telefónica a Salgado Valladares, quien permanece detenido desde mayo de 2015. Él negó haberse comunicado con Nava González y expuso que el 26 de septiembre estuvo de guardia en el mercado municipal todo el día.

Sin embargo, sus familiares contaron una historia distinta…

Esta información es parte de la investigación realizada por la reportera durante los dos últimos años en torno a los 43 normalistas desaparecidos y se incluye un libro que publicará en diciembre próximo la editorial Grijalbo.

Esta es la primera vez que se conoce la declaración de un testigo directo que implica al Ejército en el control de Iguala la noche de aquel aciago día.

‘GENTE ARMADA’

La reportera consultó a diversos investigadores vinculados al caso Ayotzinapa y corroboró que Nava González declaró lo mismo al GIEI, cuyos integrantes realizaron indagaciones durante un año.

Según la llamada "verdad histórica” de la PGR, junto con policías de Iguala y Cocula, Salgado Valladares y Nava González presuntamente se llevaron a los 43 normalistas para entregarlos a integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, quienes esa misma noche los ejecutaron e incineraron en el basurero de Cocula.

Nava González refiere en su testimonio que a las 21:30 entró una llamada a su celular. Afirma que era Salgado Valladares, quien se identificó como subdirector de Seguridad Pública de Iguala y le preguntó por Bárcenas Bravo, titular de la SSP de Cocula, quien ese día también estaba de descanso.

"Me dijo que estaba pidiendo apoyo a todos los municipios vecinos, como Taxco, Tepecua (Tepecuacuilco), Huitzuco y Cocula, ya que en Iguala había llegado gente armada haciendo detonaciones de arma de fuego en diferentes colonias… que si lo podíamos apoyar a resguardar la ciudad, ya que al parecer era mucha la gente armada”.

Según declaró ante el juez, Nava le respondió que sólo Bárcenas podía autorizarlo y le sugirió comunicarse directamente con él. Veinte minutos después Nava recibió la llamada de Bárcenas, quien le pidió dar el apoyo. Nava llamó a su subalterno, el comandante Ignacio Aceves, quien se encontraba en Cocula, para atender la orden.

También llamó a su esposa para ponerla al tanto de lo que sucedía: "Me dirigí a traer a mi hija, ya que se encontraba festejando una tardeada”. Después fue a recoger a su hija menor, quien se encontraba con una tía en una iglesia, y las llevó a su domicilio. Les recomendó permanecer encerradas.

Nava se puso su uniforme. Aceves pasó a recogerlo y le informó que lo acompañaban tres unidades y 11 elementos. Sólo dos policías se quedaron en Cocula a resguardar la base.

Narró al juez que cuando circulaba por Periférico, a la altura de Pemex, vio luces de patrullas y ambulancias. El tránsito se interrumpió. Nava y su acompañante detuvieron su vehículo a la altura de la calle Juan N. Álvarez. Una patrulla de la policía de Iguala bloqueaba la calle.

Nava y sus acompañantes bajaron de sus unidades y preguntaron a los uniformados qué ocurría. Les contestaron: "Un grupo de personas armadas (que) venían a bordo de los autobuses (desde los cuales) les habían hecho detonaciones con arma de fuego a sus compañeros en el centro de la ciudad”.

EL SOS DE LOS NORMALISTAS

De acuerdo con Nava, detrás de uno de los tres autobuses —Estrella de Oro y dos de Costa Line— se oyeron gritos de auxilio. Los estudiantes decían que tenían un herido. Algunos se tapaban el rostro con sus playeras.

"Quise acercarme para ver de qué se trataba —cuenta— y quién era el herido, pero los policías de Iguala que se encontraban ahí me decían que no me acercara, que venían armados”.

Les pidió que llevaran al herido, pero los normalistas se negaron. Hasta que negoció con ellos y aceptaron dejar a su compañero a mitad del camino. Nava González, Aceves y otro uniformado fueron por él. No sabían si los normalistas estaban armados. En su declaración de diciembre de 2015 Nava asentó: "Desde que llegamos no tuvimos ninguna agresión ni detonaciones de ningún lado”.

Cuando revisó al normalista, Nava no observó ninguna herida visible; sólo notó que no podía respirar, por lo que él y sus colaboradores lo trasladaron en la batea de una patrulla hacia una ambulancia. Los rescatistas comprobaron que era un paro respiratorio y se encargaron de él. Nava y sus dos acompañantes regresaron a la esquina de Periférico y Juan N. Álvarez.

Según Nava, al llegar recibió una tercera llamada desde el mismo número privado. Era Salgado Valladares, quien le comunicó que "los militares del 27 Batallón de Infantería estaban en su comandancia de la Policía Municipal de Iguala… habían tomado el mando y control de la comandancia de policía y que ya se encontraban haciendo recorridos terrestres, que ya nos retiráramos”.

Salgado Valladares le agradeció el apoyo. Nava y sus subalternos decidieron retirarse. Al llegar a las instalaciones de su corporación, los policías coculenses lavaron las patrullas y Nava se fue a su casa. Eran las seis de la mañana del 27 de septiembre. Durmió hasta las 16:00 horas.

Poco después le habló su jefe Bárcenas, quien le ordenó cambiar los números económicos de las patrullas que había utilizado la noche anterior. Nava se comunicó con Aceves, quien cumplió la orden. Semanas después, el 13 de octubre su esposa llamó a Nava para decirle que civiles armados lo estaban buscando.

Le aconsejó no regresar ni comunicarse con la familia. Nava se fue a la Ciudad de México, luego a Colima, donde se reunió con su esposa. Ahí fue aprehendido el 15 de noviembre de 2014. Sus captores lo trasladaron en avión a la Ciudad de México junto con ella y un primo.

Sostiene que cuando fue presentado ante el Ministerio Público intentaron hacerlo firmar una confesión redactada por la PGR donde admitía ser el responsable del secuestro de los normalistas. Quien más lo presionaba, dijo al juez que lo interrogó en diciembre de 2015, era una mujer a la que llamaban "maestra Blanca”.