lunes, 2 de noviembre de 2015

Poderes, contra las "redes" Fayad busca Hidalgo / UNAM: toma de nota / DF: vuelta a la realidad

FotoJulio Hernández López - Astillero
Hasta ahora, el peñismo no ha podido avanzar en cuanto a reducir los márgenes de libertad en las nuevas formas de comunicación social, las derivadas del uso de Internet. Facebook, y marcadamente Twitter, han sido las nuevas plazas públicas, pletóricas de pancartas electrónicas que denuncian y critican abusos de poder de todos los niveles (municipal, estatal y federal), con todo ese elenco de élite sujeto a escrutinio, rechazo e incluso en múltiples casos a la burla o el
insulto que suelen ser un desahogo proporcional a las infamias cometidas desde las alturas, casi siempre impunes a no ser cuando menos por la denuncia en las redes sociales que en más de una ocasión ha frenado las trapacerías en curso y que aún no ha logrado en México los niveles de organización y convocatoria a protestas públicas que en otros países se han conseguido, pero que evidentemente está allí como una suerte de arma política de movilización y activismo desde computadoras fijas o móviles y desde los teléfonos celulares que hoy son masivos juglares visuales.
A los enojos de los poderosos ha correspondido la natural búsqueda de imponer límites y sanciones. Con diversas propuestas, pero con un mismo sentido censor, han saltado al escenario gobernadores de talante sabidamente antidemocrático y represivo, como Roberto Borge y Javier Duarte, en Quintana Roo y Veracruz, respectivamente. En junio del año en curso, una diputada local del Verde en Sonora, Selma Guadalupe Gómez Cabrera, propuso una ley de responsabilidad civil para la protección del derecho a la vida privada, el honor y la propia imagen, que entre sus artículos pretendía castigar la emisión de memes (esas chispeantes elaboraciones de texto e imagen que han surcado Internet en una profusión de pitorreos; un texto de Reyes Martínez Torrijos en La Jornada ayuda a precisar ese fenómeno: http://goo.gl/JpuFV1). Obviamente, la insensata pretensión de la verde diputada terminó aplastada por memes implacables.
En 2011, un diputado del Panal, Crisóforo Rodríguez Villegas, presentó en el Congreso de Hidalgo una propuesta para castigar los excesos por Internet, pues en muchas de las ocasiones Facebook y Twitter se prestan para denostar y agredir a los entes públicos, así que esa conducta debe ser un delito, tendría que adecuarse como se hizo en Veracruz, desde el momento que alguien juega con la tranquilidad ya está cometiendo un delito (recuérdese que el imprescindible Duarte de Ochoa había conseguido que se estableciera un delito a modo: perturbación del orden público). Un priísta, Carlos Alberto Anaya, dijo aquella misma ocasión en Pachuca: en las redes sociales te ofenden, te difaman, te acuchillan y no tienes manera de defenderte, porque no aparece en el Código Penal como delito.
A esos esfuerzos censores se ha sumado ahora el senador priísta Omar Fayad, aspirante a gobernar una entidad, Hidalgo, en la que no ha habido alternancia de siglas partidistas en el poder estatal y donde pelean de manera sórdida, por la postulación que creen supone un pase automático a la silla de mando, los grupos de Jesús Murillo Karam y de Miguel Ángel Osorio Chong, con el gobernador actual, José Francisco Olvera Ruiz, en segundo plano.
Fayad (hijo del libanés Manuel Fayad Ahmad, ya difunto) ha presentado una propuesta de ley federal para prevenir y sancionar delitos informáticos que, además de su peligrosa redacción confusa y por tanto manipulable, pretende establecer un cuadro de criminalización hacia las expresiones en Internet que desde los poderes (político, económico, policiaco o militar) consideren ofensivas o lesivas. #SonFayaderas, se respondió de inmediato desde las mismas redes sociales y en https://goo.gl/ReA7vs se suman firmas para exigir el retiro de esa iniciativa que fue elaborada por la Policía Federal, la Secretaría de Gobernación y senadores como el mencionado Fayad.
En cuanto alguno de los candidatos a la sucesión de José Narro sale de reunirse con los miembros de la Junta de Gobierno, una persona aparece para tomar datos (fotos, video y audio) de quienes les han acompañado y para anotar los nombres de los medios con los que esperan entrevistarse dichos aspirantes. Quien hace las más variadas preguntas es Arturo Villegas Rodríguez, cuya cuenta de Facebook reproduce información favorable a Sergio Alcocer Martínez de Castro, a quien se reputa como candidato oficial, no sólo del grupo que controla a la más relevante universidad pública del país sino, sobre todo, de Los Pinos, en especial de la vertiente Videgaray-Meade-Nuño.
El investigador informal asegura en su página de Facebook que trabaja en Alianza FiiDEM (Alianza para la Formación e Investigación en Infraestructura para el Desarrollo de México, asociación civil sin fines de lucro ni preponderantemente económicos que busca fortalecer las capacidades de la ingeniería y la infraestructura mexicanas), con oficinas en la avenida Delfín Madrigal, en las inmediaciones de Ciudad Universitaria (https://goo.gl/oe5jW2). La página de Facebook de esa A.C. tiene como distintivo una fotografía del presidium de la 5ª Asamblea General de Asociados de la Alianza FiiDEM, que se realizó el 20 de agosto de 2015, en Rectoría de la UNAM, con el rector Narro al centro de la gráfica (https://goo.gl/uBKA16). ¿Para qué o para quién toma nota Villegas de los detalles de las entrevistas de los aspirantes con la Junta de Gobierno? ¿Estas prácticas son un adelanto de la vigilancia especial que se establecerá si triunfa la candidatura oficial?
Y, mientras la ciudad de México vuelve a su realidad cotidiana después del Gran Premio de Fórmula 1, ya hoy de nuevo con una vialidad monstruosamente entrampada sobre todo en horas pico, con sus sistemas de transporte público tan lentos y atiborrados y sin el glamur del servicio especial hacia el autódromo Hermanos Rodríguez, con los políticos y empresarios que ayer tuvieron día de fiesta entre autos de extrema velocidad, ya de regreso todos a la injusta y desigual normalidad chilanga, ¡hasta mañana, con la visita del papa Francisco en febrero de 2016!

Fuente: La Jornada - Opinión