
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Hace unos días la prensa anunció que el
Gobierno del DF redujo la jornada de sus burócratas. El conjunto de
medidas incluye la salida a las 18:00 horas para madres cuyos hijos
cursen de preescolar a secundaria, una hora más de lactancia para las
mujeres que estén amantando, licencia de paternidad a los hombres por 15
días, y el primer y tercer viernes de cada mes la salida de los hombres
a las 3:00 de la tarde. ¿Qué significa esta propuesta? Algunos medios
de comunicación la plantearon como “beneficios” con objetivos
electoreros, y dejaron de lado lo que ha sido una línea clara del
Gobierno del
Distrito Federal: reformular las condiciones laborales para
alcanzar una mejor calidad de vida.
Según el Foro Económico Mundial, en México la mayor brecha de
desigualdad entre mujeres y hombres se da en el ámbito del empleo.
Desde el año pasado, el gobierno de Mancera inició una serie de reformas
sustentadas en el propósito de dignificar el trabajo y frenar la
erosión de los derechos laborales. Decidió empezar por “limpiar la
propia casa”, o sea, por poner en orden la irregular situación de miles
de trabajadores de la administración local que llevaban años contratados
por honorarios y sin derechos laborales, medida de justicia que afectó
positivamente a decenas de miles de empleados que, aunque acumularan
muchos años en el puesto, eran “eventuales”. También Mancera planteó, y
Patricia Mercado y Salomón Chertorivski lo secundaron desde sus
secretarías, la ineludible necesidad de subir el salario mínimo. La
iniciativa sobre el alza salarial se apoyó en sólidos estudios –uno
principalísimo, el que realizó Rosalbina Garavito– que mostraban la
patética situación de nuestro país (creo recordar que estamos por debajo
de Haití). Fue planteada por la gestión de Mancera como una palanca
indispensable para abatir la desigualdad endémica en que estamos
inmersos.
En tanto que el PAN la retomó como bandera electoral, el gobierno
federal hizo caso omiso de la propuesta, y la instancia oficial
encargada de fijar el salario mínimo se negó a desindexarlo como
indicador de multas y otras medidas, no obstante las evidencias de que
era necesario hacerlo. Es indignante que cuando existe una propuesta que
sin duda beneficiaría al país, el partido gobernante no sea capaz de
asumirla. Da la impresión de que se resiste a suscribir una iniciativa
importante y necesaria sólo porque provino de la oposición.
Inspirado en señalamientos tanto de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) como del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), los cuales han declarado que la falta de medidas
efectivas para la conciliación entre los ámbitos laboral y familiar
compromete decisivamente las posibilidades de desarrollo humano de las
naciones, el GDF ha decidido abordar dicha problemática. Una arista es
el trabajo de cuidado familiar, repartido de forma muy dispareja entre
mujeres y hombres. Según datos del INEGI (2013), en la república sólo 9%
de los varones realiza labores de cuidado. Desde el año pasado el GDF
estableció la “Comisión para el impulso de la economía del cuidado y de
una política de igualdad laboral al interior del Gobierno de la Ciudad
de México”, e hizo un diagnóstico con perspectiva de género de los
puestos, salarios y movilidad del personal del GDF. De ahí surgen varias
medidas, entre las cuales se encuentran las que acaban de ser dadas a
conocer.
Reducir la jornada no implica disminuir la productividad. Al
contrario. En el mundo está comprobado que mejorar las condiciones de
trabajo, incluyendo la reducción de horas, produce cambios positivos en
los trabajadores e impulsa la productividad. Aunque hoy se sabe que la
manera en que se logra integrar el trabajo y la vida familiar es central
para la sostenibilidad ciudadana, la corresponsabilidad masculina de
cuidado junto con el tema de las personas dependientes siguen ausentes
de la agenda política nacional. La forma en que está organizado el
cuidado estructura y valida las relaciones desiguales entre los hombres y
las mujeres de manera absolutamente funcional para la marcha de la
economía actual. Y como nuestra sociedad siempre producirá niños y
ancianos que requieran cuidados personalizados, junto con inevitables
casos de personas enfermas, inválidas o con alguna discapacidad, resulta
imprescindible reformular más equitativamente las cargas de trabajo
asalariado y de cuidado.
La forma actual de trabajo, sin contemplaciones para las necesidades
de desarrollo personal y de cuidado familiar, afecta diferencialmente a
las mujeres y a los hombres. Que un gobierno local impulse
transformaciones en las jornadas, en los permisos y en las condiciones
de trabajo es una gran noticia y abre un horizonte de esperanza. Desde
el convencimiento de la importancia de conceptualizar los sistemas de
cuidado y protección no sólo como una necesidad de las personas en lo
individual, sino como recursos imprescindibles para la salud del
conjunto social, es que el gobierno de Mancera desarrolla su política
laboral. Ojalá que el federal siga esa línea, en lugar de negarse a
hacer lo que necesita nuestro país.
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso