MÉXICO, D.F. (apro).- En marzo pasado, el magnate inmobiliario y de
fondos de inversión estadunidense Donald Trump arremetió en su cuenta de
Twitter contra la corrupción en México. El propietario de la marca Miss
Universo, concurso de belleza que obtiene millonarias ganancias a
través de sus patrocinadores, acusó a un empresario del sureste mexicano
de ser el causante de su enojo: Rodolfo Rosas Moya.
“Por él –escribió Trump en su fiebre tuitera— México no volverá a ser
sede de Miss Universo”. Según el empresario, Rosas Moya le debe seis
millones de dólares.
En su tercer tuit al hilo que redactó el 5 de marzo, Trump afirmó:
“Espero que los jueces mexicanos sean más honestos que los
empresarios de ese país, que utilizan al sistema judicial para evitar
que Rosas pague el dinero que me debe”.
La amenaza de Trump ya no tiene sentido. Su marca Miss Universo está
herida de muerte. Las principales cadenas de televisión que sustentaron
este negocio durante décadas le han dado el cerrojazo al antipático
empresario del peluquín rubio marca Tía Kukuxklán.
Primero, la cadena de televisión de habla hispana Univisión canceló
su relación con Trump el 16 de junio, luego NBC Universal, y apenas el
29 de junio, en la noche, Grupo Televisa y hasta la empresa Ora TV, del
magnate Carlos Slim y del presentador Larry King, anunciaron el fin de
las transmisiones del concurso Miss Universo y de sus tratos con Trump.
En su comunicado, Televisa afirmó que a raíz de las declaraciones de
Trump y el continuo ataque a los migrantes mexicanos “y a cualquier
medio de comunicación que lo ha criticado”, la empresa de Azcárraga Jean
decidió terminar su relación comercial con el millonario. De esta
manera, la mexicana Wendy Esparza ya no participará en el concurso Miss
Universo.
La decisión de Televisa involucró también a Lupita Jones, directora
de Nuestra Belleza, socia con Azcárraga Jean en la empresa Promocertamen
SA de CV que se dedica a organizar y comercializar los certámenes de
belleza con mexicanas.
La crisis del negocio de explotación de la belleza femenina también
alcanzó a Colombia, país que descartó ser la sede de Miss Universo. Ya
en 2014, Venezuela, Filipinas y Brasil no pudieron pagar los tres
millones de dólares de “garantía” que la empresa de Trump exigió para
ser los países anfitriones.
El revire de Trump se conoció este 30 de junio. Anunció una demanda
“por difamación y calumnias” por 500 millones de dólares en contra de
Univisión. Un comunicado de The Trump Organization aseguró que la
verdadera razón de Univisión fue “suprimir la libertad de expresión” del
precandidato presidencial republicano.
Cínico, Trump acusó a NBC y a Univisión de romper el sueño de 51
“jóvenes mujeres maravillosas”, aunque afirmó que “el programa
continuará y estaré en Baton Rouge el 12 de julio para apoyarlas”.
Falta saber qué cadena televisiva apoyará a Trump. Quizá la cadena Fox que comparte su visión racista y antimigratoria.
La historia de esta reacción al hilo en contra de Donald Trump inició
cuando el empresario inició su campaña hacia la nominación del Partido
Republicano ubicando a los migrantes mexicanos como “basura” y
“enemigos” de Estados Unidos.
“Cuando México manda a su gente no manda a lo mejor. Manda a quienes
tienen muchos problemas. Nos traen droga, crímenes, violadores, asumo
que algunos son buenas personas”, afirmó Trump.
El magante se mantuvo en sus dichos. Se sintió victorioso porque sus
palabras generaron un escándalo inmediato y le dieron el 11% de
preferencias entre el electorado republicano. Lo que no calculó Trump es
que el costo dañaría uno de sus negocios de escaparate mediático más
importante: Miss Universo.
La decisión de las televisoras fue resultado también de una inmediata
presión de las organizaciones civiles de hispanos y mexicanos
residentes en Estados Unidos. La Fundación Nacional Hispana para las
Artes, así como más de 200 mil firmas en la plataforma Change.org
demandaron que se cancelara la transmisión de Miss Universo.
Por ahora, las grandes cadenas mediáticas de habla hispana se han
lavado la cara con el antipático y sobrado Donald Trump. El aspirante
republicano se ha convertido en el emblema del lenguaje xenófobo más
común entre los estadunidenses blancos, anglosajones y antimexicanos.
Sin embargo, si se trata de promover la dignidad de los migrantes y
frenar los mensajes racistas o sexistas que dominan en varias emisiones
de Univisión, Televisa o NBC lo importante es que también estas
compañías decidan quitarse el peluquín al estilo del show de Donald
Trump.
La dignidad de los migrantes también se promueve con mejores
contenidos y con un tratamiento distinto hacia las audiencias femeninas.
Esta sería la auténtica revolución mediática que está pendiente