23 marzo 2015 | Aranzazú Ayala Martínez | Lado B
El señor Lorenzo se niega a vender su terreno para que por ahí pase el gasoducto. Sobre la carretera que va de la Pirámide de Cholula hasta Paso de Cortés, en el parque nacional Izta-Popo, arriba del volcán, se ve marcada con enormes piedras la entrada al pedazo de tierra que posee. Él vive en Nealtican con su esposa Claudia, quien también sufrió el acoso y la presión de las autoridades municipales y personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que vendieran. Los amenazaban con que si no vendían ahora, los expropiarían en un futuro. “Ya les dije que no, ¿por qué siguen insistiendo?”, cuestiona don Lorenzo, sentado junto a su esposa en el comedor de la casa de otra de las integrantes del Comité Ciudadano en San Buenaventura Nealtican.
Los empleados de la CFE que estuvieron insistiéndole a don Lorenzo fueron Vicente de la Cruz Santiago y Raúl López Cartas –este último nombre se repetirá como una constante en casi todas las denuncias de acoso para orillar a los propietarios a vender sus terrenos–, pero no fueron los únicos que insistieron.
La manera de “negociar” de las autoridades en conjunto con la CFE ha sido presionar para que los dueños vendan.
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Terrenos en peligro en Nealtican y Papaxtla.Foto: Marlene Martínez |
En la mesa rectangular hay sentadas ocho personas, entre ellas Fernando Cuéllar, representante del Comité de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos Joel Arriaga Navarro, quien explica que los pobladores están sometidos a una constante presión y acoso de las autoridades municipales, estatales y de la CFE, apoyados por la policía municipal y estatal, para que vendan.
Y pareciera que tanto el gobierno como la Comisión primero investigan a fondo a los ciudadanos que quieren que vendan sus predios. A Diómedes Grande Romero, habitante de Nealtican, también la querían obligar a vender su predio. No recibió ningún aviso cuando las máquinas ya estaban en su terreno, abriendo una brecha de 30 metros, echando a perder las cebollas que cultivaba. Un grupo de policías la rodeó, “¿Por qué?, ¿hice algo malo?”, dice. Como no cedió dejaron de presionarla, al menos temporalmente. Para acosarla también utilizaban a los vecinos, dejándole mensajes para ella o pidiéndoles que la convencieran. Hasta el presidente municipal fue a buscarla.
El gasoducto atravesó también la historia de una familia: los Romero Osorio. De cuatro hermanos, dos fueron convencidos de vender sus partes del terreno, herencia familiar. Tomás y Andrés se niegan a vender, y el asunto se convirtió en un problema familiar. Y como los otros dos ya vendieron, Andrés y Tomás temen que después les puedan quitar a ellos las partes que les corresponden.
La presión del gasoducto es una amenaza constante y silenciosa. Entre la más aparente quietud que sólo se ve alterada con la constante caída de ceniza de Don Goyo, como le llaman al volcán Popocatépetl, San Miguel Papaxtla, una junta auxiliar perdida entre el verde de las montañas que se tuercen, vive en la tensión. De ahí es el señor Claudio Rosas Grande, a cuyo terreno entraron el sábado 21 de febrero un grupo de trabajadores de la CFE, policía estatal y federal, militares y personal de la Dirección General de Gobierno del Gobierno del Estado que encabeza Rafael Moreno Valle. La incursión, que explica Fernando Cuéllar puede ser calificada incluso como despojo, pues el decreto expropiatorio estaba a nombre de una persona muerta y no tenía el nombre de don Claudio, fue una especie de llamada de atención. La policía vio todo y no hizo nada, la policía acompañaba y resguardaba a los que querían quitarle, a la fuerza, el terreno a Don Claudio. Las comunidades del gasoducto están solas.
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Terrenos en peligro por el gasoducto Morelos en Nealtican y Papaxtla. Foto: Marlene Martínez |
Cuéllar cree que el gran favor que hizo el gasoducto es poner a flote todos los problemas que pasan en los municipios: la corrupción, la ausencia de programas de desarrollo social, el abandono de comunidades y pueblos que llevan décadas viéndose exactamente igual. A tan sólo 20 kilómetros de la ciudad de Puebla se vive en medio de una problemática de ausencia de procuración de justicia y tenencia de la tierra. Además, con la llegada de elementos de la Policía Federal a Nealtican y otros municipios cercanos, los vecinos dicen que la inseguridad se ha incrementado. Sin dudarlo, tanto quienes viven en la cabecera como en Papaxtla asienten con la cabeza al mismo tiempo.
Mientras la capital del estado se moderniza todos los días con más y más puentes y más y más atracciones turísticas, basada en la política centralista del gobernador Rafael Moreno Valle, una bomba de tiempo sigue avanzando. En las faldas del volcán crece la amenaza de una obra que Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) ha advertido muy peligrosa y perjudicial para la zona. El ordenamiento territorial que se hizo hace años fue precisamente para evitar que esa área se poblara y se industrializara por la cercanía con el volcán y su actividad constante. El peligro latente no viene sólo de una explosión de Don Goyo, sino de un reventar también de los que viven cerca de él.
Suspenderán construcción del acueducto en San Pedro Apatlaco
Fuente: Lado B
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Fuente: Lado B