
Josh Butler*/IPS
Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, Estados Unidos. El nivel de desempleo juvenil podría ser “seis o siete veces” superior a lo que indican las últimas cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), advierten activistas.
Así se desprende de las conclusiones de
su informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo-Tendencias
2015, presentado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La OIT fijó en 13 por ciento el actual
índice de desempleo entre los jóvenes de 15 y 24 años de todo el mundo,
lo que equivale a 74 millones de jóvenes, aunque alertó que ese nivel se
incrementará en el futuro cercano, en una de las principales
conclusiones del informe.
William Reese, director de la
estadunidense Fundación Internacional de la Juventud, piensa que esa
cifra es muy inferior a la real.
“No me sorprende esa cifra porque es
probablemente mucho mayor de lo que afirman… El número real es
probablemente seis o siete veces más”, asegura Reese a Inter Press
Service (IPS).
“Normalmente esas estadísticas evalúan a
la gente que está buscando empleo, así que si usted no está en la
búsqueda, técnicamente no es desempleado. La gente en los países pobres
suele estar subempleada o mal remunerada”, señala.
El informe de la OIT, presentado ante la
ONU el 6 de febrero pasado, advierte que la crisis económica mundial de
2008 sigue repercutiendo en todo el mundo, especialmente en las
economías del Sur en desarrollo.
El informe describe la creciente
desigualdad en los ingresos y la riqueza, así como un crecimiento
económico lento, y prevé la estabilidad del desempleo mundial en general
frente al aumento del juvenil.
“Los jóvenes, en particular las mujeres
jóvenes, siguen viéndose afectadas por el desempleo de manera
desproporcionada”, según la OIT. La tasa de desempleo juvenil en 2014
fue casi tres veces mayor que la tasa del desempleo en general.
El desempleo en general “habrá de
disminuir gradualmente en las economías desarrolladas”, mientras que “en
muchos países se proyecta un aumento sustancial del desempleo juvenil”,
agrega.

“El crecimiento es demasiado lento para
provocar una diferencia en la creación de empleo. A las economías les
lleva mucho más tiempo recuperarse tras una crisis financiera que en una
recesión normal”, sostiene.
La economía mundial creció 2.2 por ciento
en 2012; 2.3 por ciento en 2013; y 2.5 por ciento en 2014, mucho menos
que el 4 por ciento antes de la crisis.
Reese explica que cada vez más jóvenes
obtienen títulos terciarios, lo cual es respaldado por datos de la OIT
que indican un aumento en el número de personas con educación terciaria
en 26 de 30 países encuestados.
“Hay ofertas de trabajo, pero las
empresas no encuentran gente con los conocimientos adecuados. Las
escuelas no preguntan qué necesita la comunidad empresarial hoy. Enseñan
lo que las empresas podrían haber querido hace 5 años”, se queja.
“Hay más desempleados con estudios
universitarios en algunas partes del mundo que desempleados con estudios
secundarios. A veces, los jóvenes de hoy no están dispuestos a trabajar
mucho o a ser jugadores de equipo”, opina.
El desempleo juvenil es especialmente
problemático en Europa, con tasas de hasta 52 por ciento en Grecia y
España. La OIT pronostica que entre 2015 y 2019 el mismo se elevará
hasta 8 por ciento en algunas partes de Europa, América del Sur y
África.
“Queremos que los jóvenes consigan
empleo y lo mantengan. Cuando la clase media prospera, las democracias
florecen”, subraya Reese.
“Todos los niveles de la enseñanza
tienen que ser más inteligentes y enseñar habilidades académicas
mediante pasantías… Para ayudar a los jóvenes a aprender cosas sobre el
trabajo que no podrían obtener en un salón de clases”, exhorta.
En 2014 había 201 millones de personas
sin empleo, 1.2 millones más que en 2013. Se espera que esa cifra
aumente a 212 millones en 2019.
“Vemos a un gran número de desempleados.
La tasa mundial de desempleo es de alrededor de 6 por ciento y no se
achicará en el corto plazo”, destaca Ernst, de la OIT.
Sin embargo, el funcionario añade que el
aumento del desempleo no es necesariamente un indicio de un panorama
económico malo. En muchos países asiáticos, especialmente en China e
India, es una señal de la modernización de la economía: a medida que los
trabajadores se trasladan de los empleos estables pero de baja
remuneración en zonas rurales a los de mejor paga en los centros
urbanos, explica.
A su juicio, “este tipo de desempleo es
un reequilibrio de la economía. A medida que se desarrollan los países
asiáticos verán un aumento en el desempleo, que es un proceso normal del
desarrollo.
“La nueva tecnología requiere que los
empleos se repartan de un sector a otro. China es tan grande que si
tiene una tasa de desempleo más alta, entonces eso afectará las cifras
de desempleo mundial”, agrega Ernst.
“La gente se traslada de los empleos
agrícolas de bajos ingresos a los puestos de trabajo de ingresos medios
en la industria manufacturera, y luego a los de mayores ingresos en el
sector de los servicios”, observa.
La OIT prevé que el aumento del desempleo
y el lento crecimiento económico eleven las desigualdades de los
ingresos y la riqueza en el mundo. El 10 por ciento más rico del planeta
tendrá entre 30 y 40 por ciento del ingreso total, mientras que el 10
por ciento más pobre ganará menos de 2 por ciento, pronosticó.

Marjorie Wood, investigadora del no
gubernamental Instituto de Estudios Políticos, con sede en Washington, y
jefa de redacción de la página de internet Inequality.org, dice que un
conjunto de medidas socialmente regresivas adoptadas por Estados Unidos y
el resto del mundo contribuyó en gran medida a profundizar la
desigualdad de los ingresos.
“Es importante tener en cuenta cómo se
les ha quitado poder a los trabajadores desde la década de 1970. El
poder sindical era alto por entonces, y fuertes impuestos a los ricos y
las empresas financiaban las inversiones públicas que permitían
oportunidades y movilidad a la gente común”, destaca Wood.
“Eso se revirtió para convertirse en un sistema mucho más desigual, con la riqueza concentrada en la parte superior”, explica.
La profundización de la desigualdad de
ingresos tendrá un profundo impacto en todas las facetas de la vida,
desde la democracia y la política hasta los asuntos sociales, asegura.
“En las sociedades desiguales las
democracias son más propensas a la corrupción, los trabajadores tienen
más probabilidades de ser explotados y abusados, y la red de seguridad
para los pobres o vulnerables se debilita”, concluye.
Josh Butler*/IPS
*Traducción de Álvaro Queiruga