
Julio Hernández López - Astillero
A contracorriente de
la peculiar queja que profirió en su refugio más o menos controlado
para fines facciosos, el estado de México, en el sentido de que
consecuentes acciones reivindicatorias, el hecho de que las
las buenas cosas se olvidanfácilmente (concediendo que son
buenas cosaslas obras y servicios que el gobierno federal realiza con dinero del pueblo, entre fundadas sospechas de corrupción mediante contratismo y otras fórmulas sucias), a Enrique Peña Nieto debería moverle a profunda reflexión, y
consecuentes acciones reivindicatorias, el hecho de que las
cosasmalas difícilmente se olvidan y, en el caso de Iguala, Cocula y los estudiantes de Ayotzinapa, esa memoria, pero no sólo el recuerdo, sino también la denuncia y la protesta, siguen presentes en todo México y en muchas partes del mundo.
Peña Nieto ni siquiera parece preparado para eludir o suavizar aunque sea simbólicamente las imágenes negativas, las
cosas malasde su administración. Ayer, mientras miles de mexicanos salían nuevamente a las calles, en una demostración de persistencia de la inconformidad ciudadana como no se ha visto en la historia mexicana (a cuatro meses de distancia de los hechos criminales en Guerrero, con el circo distractor de lo electoral y con campañas mediáticas que intentan satanizar la justa indignación por los sucesos del 26 de septiembre pasado y por la inconcebible respuesta de encubrimiento y complicidad de la administración federal, sobre todo en cuanto a sus fuerzas armadas), Peña Nieto se sintió llamado a magnificar el estilo político priísta del estado de México y sus andanzas políticas personales.
Así, apareció ayer acompañado de otro gobernante altamente
deficitario, el volátil Eruviel Ávila, y de secretarios federales en
absoluto entredicho, como el de Comunicaciones y Transportes, Gerardo
Ruiz Esparza, tan campante a pesar del escándalo del tren chino
originalmente asignado con visos de corrupción que nadie garantiza se
hayan eliminado (tal vez solamente modificado) y por cuya causa nadie ha
sido castigado, ni siquiera el propio Ruiz Esparza, miembro del equipo
mexiquense desde cuando Peña Nieto era gobernador. Otra muestra preclara
de la política que no se olvida fácilmente fue otro mexiquense
acompañante, Emilio Chuayfett, quien era secretario de Gobernacion
cuando sucedió la masacre de Acteal y ahora ejerce en Educación Pública
aunque no es atendido ni respetado por profesores disidentes bien
organizados ni por estudiantes politécnicos movilizados.
Las cosas buenas, si las hubiera, tal vez se olviden fácilmente, como
reprochaba ayer el ocupante de la silla presidencial. Pero cosas malas,
muy malas, como la inacción federal en Iguala, el engaño de Murillo
Karam y sus historias forenses, la cómplice protección al Ejército y el
persistente gobierno turbio, lleno de casos de corrupción explícita, que
avergüenza a mexicanos en todas partes, no se olvidan fácilmente, como
quedó masivamente demostrado ayer.
Armando Ríos Piter le hizo un gran servicio a Los Pinos al renunciar a
la virtual postulación perredista a la gubernatura de Guerrero. A pesar
de que era el mejor colocado en el ánimo y las encuestas de la
directiva nacional del sol azteca, el legislador autodenominado Jaguar
se zafó de la contienda con un argumento insostenible: que el influyente
ex líder del PRD Jesus Ortega le había aconsejado en una plática
privada que se
entendieracon el ex gobernador Ángel Aguirre, lo que habría motivado una pudorosa reacción de retiro de las aspiraciones gubernamentales de Ríos Piter, un político profesional que ha sostenido infinidad de conversaciones privadas cuyos términos decorosos o indecorosos nunca ha denunciado ni le habían impelido a declinar nada.
Políticamente, Ríos Piter se movió en este episodio más atento
a Los Pinos que al PRD, lo que ha generado versiones de que estaría
participando en exploraciones con la intención de ser postulado por el
PRI o de ayudar al peñismo a construir una candidatura multipartidista
en Guerrero. Su presencia ayer en la Secretaría de Gobernación abonó
tales especulaciones. En todo caso, el Jaguar dejó en absoluta
precariedad al sol azteca, pues en el resto de los aspirantes no hay una
sola figura que albergue posibilidad de triunfo en el complicado estado
suriano. Por cierto, ayer dijo Carlos Navarrete que equivale a un
blandogolpe de estado la pretensión de guerrerenses de impedir que haya elecciones en esa entidad.
De pronto se le acumularon a Felipe Calderón los asuntos por
contestar. Rechazó de entrada las acusaciones del presidente venezolano,
Nicolás Maduro, de que tiene nexos con narcotraficantes y éstos le
financian para actividades diversas. Y, de visita en Caracas para
realizar protestas de corte político que el michoacano no realiza
respecto de asuntos de su propio país, fue alcanzado por la noticia de
que es el principal de los acusados por la francesa Florence Cassez de
haberle causado graves daños a partir de la
escenificación ajena a la realidadmediante la cual la procesaron como presunta secuestradora.
Cassez acusa a Calderón y a su entonces vicepresidente policiaco, el
cineasta inconfeso Genaro García Luna; a uno de los operadores
principales de éste, Luis Cárdenas Palomino; al ex procurador federal de
justicia, Daniel Cabeza de Vaca; al ahora senador Roberto Gil y a los
periodistas Carlos Loret de Mola y Pablo Reinah, así como a la empresa
televisora donde se difundió el montaje, Televisa. Otro tema abordado
por Calderón es el de su inconformidad con el mando panista maderista
que le mantiene marginado. Dijo el esposo de la señora Margarita que
podría explorar la posibilidad de generarse otra vía organizativa.
Entre otros correos y tuits recibidos en esta columna sobre
el tema, Alejandro Acevedo Gómez escribió: “PRI, PAN y PRD son iguales
de corruptos, tienen la impunidad como su premisa política y son
cínicos. Los chuchos dan asco, pero Morena no acaba de dar
verdadera esperanza, pues AMLO ha sido muy pragmático al otorgar (de
dedo) las candidaturas. Soy pesimista. Yo anularé mi voto con alguna
leyenda de protesta, ¿pero de qué sirve?” ¡Hasta mañana!.