lunes, 12 de mayo de 2014

Precios "adecuados" / Salarios amarrados / Conaculta, otra vez

México SA-Carlos Fernández-Vega
Desde los tiempos de Miguel de la Madrid la tecnocracia instalada en el gobierno decidió que era necesario adecuar los precios internos con los externos (incrementar los primeros para equipararlos con los segundos), con el fin de ser realistas y evitar rezagos en el contexto de una economía más abierta. Y a lo largo de los últimos 32 años por esa ruta prácticamente todos los precios se adecuaron (al alza, desde luego), salvo uno de los socialmente más importantes, el de la mano de obra (léase los salarios, especialmente el mínimo), que permanecen amarrados, y cuya contención es fundamental para la política antinflacionaria.
Desde entonces el salario mínimo ha crecido a un ritmo cinco veces inferior al de los precios de la canasta alimentaria, y en los últimos 27 años el poder adquisitivo del mini ingreso se desplomó 78 por ciento en términos reales. A estas alturas, el mini ingreso diario de 65.53 pesos (promedio nacional de las dos zonas geográficas) tiene un poder de compra real de poco más de 14 pesos, y descontando.

A lo largo de seis gobiernos neoliberales todos los precios internos se han adecuado con los externos, menos el referido. En Estados Unidos (nuestro principal socio comercial, según reza la leyenda gubernamental), el salario mínimo diario (considerando una jornada laboral de ocho horas) es de 58 dólares (ley federal, aunque algunos estados pagan un poco más), y en México de apenas 5 dólares, una diferencia de 11.6 veces. Así, lo que un mexicano de salario mínimo recibe por casi 12 días de trabajo, el gringo lo obtiene en ocho horas. Eso sí, la práctica de adecuar lo interno con lo externo no ha desaparecido. Tampoco la salvedad de los salarios.

El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM ha documentado que el 12 de abril de 2014 el precio diario promedio de la Canasta Alimenticia Recomendable fue de 184.96 pesos, casi tres veces por arriba del salario mínimo nacional promedio. Ello sin considerar otro tipo de necesidades (salud, educación, transporte, vivienda, etcétera). Entonces, sólo para alimentarse un mexicano de salario mínimo necesita esa cantidad. Y a cierre de 2013, detalla ese centro universitario, los trabajadores que no lograron comprar los alimentos que integran la CAR por ser insuficiente su ingreso sumaron 10 millones 350 mil, cuyas percepciones no rebasaron los dos salarios mínimos diarios. Aquellos con un ingreso equivalente a tres salarios mínimos compraron la canasta referida, pero sólo les sobraron 16.91 pesos por día para atender todo lo demás. Es obvio que los precios de la Canasta Alimenticia Recomendable se adecuaron para evitar rezagos, pero ni de lejos el salario mínimo.

Pero la cosa no queda allí. El Observatorio del Salario Justo de la Universidad Iberoamericana de Puebla advierte que el ingreso mínimo de cualquier trabajador mexicano debería ser de 548 pesos diarios para cubrir realmente las necesidades de un jefe de familia, como señala el artículo 123 constitucional (La Jornada, Juan Carlos Miranda), es decir, un monto más adecuado, o menos rezagado, si se prefiere, con respecto al salario mínimo estadunidense. Aun así, la diferencia entre uno y otro sería notoria, pues en el vecino del norte el mini ingreso diario es de 58 dólares, y la cantidad propuesta por el Observatorio equivale a 42 dólares, una diferencia de 38 por ciento, aunque más realista.

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Actividad cotidiana en la Central de Abastos de la ciudad de México. Foto: María Luisa Severiano
El salario mínimo propuesto por la citada institución considera tres canastas de consumo: la de alimentos; la básica alimentaria (que incluye el precio total o parcial de las mercancías necesarias para cocinar, consumir y mantener los alimentos) y la básica no alimentaria, en la que se consideran los costos de todas las demás necesidades básicas determinadas constitucionalmente en cuestión material, social y cultural y de educación básica para los hijos. Miguel Santiago Reyes, director del Observatorio, destacó que la inclusión de lo que cuesta preparar los alimentos, y refrigerarlos para su posterior consumo, es un elemento innovador en la elaboración de canastas alimentarias, no sólo para México, sino para América Latina y el Caribe, dado que tradicionalmente los alimentos se incluyen en su forma cruda y sin elaboración, ´como si la gente comiera en el piso´ (Ídem).

En Estados Unidos de tiempo atrás el presidente Obama promueve que a partir de 2015 se incremente el salario mínimo a 10.10 dólares por hora (80.80 billetes verdes por una jornada de ocho horas). En México, ese mismo año, si bien van las cosas, el salario mínimo aumentaría 2.50 pesos, lo que llevaría el mini ingreso diario al equivalente a 5.23 dólares por una jornada laboral de ocho horas. De concretarse, la diferencia entre uno y otro se incrementaría a 15.4 veces, porque la tecnocracia adecua todo y no permite rezagos en nada, salvo en el salario.

Actualmente, en el vecino los trabajadores más fregados obtienen un ingreso equivalente a 754 pesos diarios; en México, 65.53 pesos, y no todos. Pero eso sí, tratándose de salarios olviden aquello de adecuar y “evitar rezagos en el contexto de una economía más abierta.

Las rebanadas del pastel

En la institución que preside Rafael Tovar y de Teresa repiten el numerito del año pasado (ver México SA del 11 de mayo de 2013), y quienes allí laboran denuncian lo siguiente: “para quienes trabajamos en Conaculta y cobramos con recibo de honorarios la cuesta no sólo ha sido de enero, sino de febrero, marzo, abril, mayo y contando, ya que llevamos todo este año sin cobrar un solo centavo, y cuidadito con quejarse ya que quien lo haga puede ser sujeto de sanciones y perder hasta su trabajo. Lo peor es que, por supuesto, nadie sabe nada: existe un ente mítico, la ‘administración’, que simplemente es incapaz de redactar un comunicado especificando las fechas de pago. Simple y sencillamente ni nos ven ni nos oyen pero, eso sí, nos exigen jornadas maratónicas y absoluta lealtad. Esa es la triste realidad de muchísimos trabajadores de la cultura contratados como ‘prestadores de servicio’, ya que se nos contrata (a pesar de la reforma laboral, o quizá precisamente gracias a ella) bajo los considerandos de la Ley de Adquisiciones del Gobierno Federal en lugar de la Ley Federal del Trabajo. Esto lo hacen para no reconocer la calidad de quién labora y cumple un horario; al mismo tiempo, se niegan nuestros derechos (aguinaldo, vacaciones, seguridad social, ahorro para el retiro, antigüedad y un largo etcétera). ¿Qué hacer? ¿A quién recurrir? Queremos denunciar esta injusta situación, pero también conservar nuestro trabajo”. De allí que no se publiquen los nombres de los denunciantes.

Fuente: La Jornada