Contralinea - Opinion | Miguel López Ortigoza* | Domingo 30 de Octubre 2011
Han pasado 17 años desde la conferencia mundial organizada por el gobierno español en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que dio lugar a la Declaración de Salamanca: representantes de 92 gobiernos y 25 organizaciones internacionales se reunieron en esa ciudad del 7 al 10 de junio de 1994, a fin de promover la educación para todos, mediante la capacitación de las escuelas para atender a todos los niños, sobre todo a los que tienen necesidades educativas especiales y discapacidad.
México fue representado por el exdirector general de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública, Eliseo Guajardo Ramos, quien bajo del brazo llevaba el artículo 41 de la Ley General de Educación, recién aprobado por el Congreso de la Unión y con el visto bueno del entonces secretario de Educación, Ernesto Zedillo. Dicho artículo establece: “La educación especial está destinada a individuos con discapacidades transitorias o definitivas así como a aquellos con aptitudes sobresalientes. Ésta procurará atender a los educandos de manera adecuada a sus propias condiciones con equidad social. Tratándose de menores de edad con discapacidades, propiciará su integración a los planteles de educación básica regular. Para quienes no logren esa integración, esta educación pretenderá la satisfacción de necesidades básicas de aprendizaje para la autónoma convivencia social y productiva. Dicha educación incluye orientación a los padres o tutores, y también a los maestros y personal de escuelas de educación básica regular que integren alumnos con necesidades especiales de educación”.
México fue representado por el exdirector general de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública, Eliseo Guajardo Ramos, quien bajo del brazo llevaba el artículo 41 de la Ley General de Educación, recién aprobado por el Congreso de la Unión y con el visto bueno del entonces secretario de Educación, Ernesto Zedillo. Dicho artículo establece: “La educación especial está destinada a individuos con discapacidades transitorias o definitivas así como a aquellos con aptitudes sobresalientes. Ésta procurará atender a los educandos de manera adecuada a sus propias condiciones con equidad social. Tratándose de menores de edad con discapacidades, propiciará su integración a los planteles de educación básica regular. Para quienes no logren esa integración, esta educación pretenderá la satisfacción de necesidades básicas de aprendizaje para la autónoma convivencia social y productiva. Dicha educación incluye orientación a los padres o tutores, y también a los maestros y personal de escuelas de educación básica regular que integren alumnos con necesidades especiales de educación”.
Se trata de los derechos de todos los niños y padres de familia en México. Profesores, autoridades educativas y la sociedad en general que violentan estos derechos, están violando la normatividad. Que quede claro: es un asunto de legalidad y no de limosnas.
Las violaciones a la ley van desde negar la inscripción en una escuela regular, la no atención profesional y específica del niño que presenta necesidades educativas especiales o alguna discapacidad, hasta la exclusión o discriminación.
A un niño con necesidades educativas especiales se le dificulta tener un ritmo de aprendizaje igual que sus compañeros con los que comparte el quehacer educativo en el aula: su ritmo es lento y requiere del apoyo de profesores capacitados en educación especial, así como de sus padres en casa, para que juntos logren abordar el plan y programa del grado que cursa de manera significativa y satisfactoria.
Desgraciadamente los encargados de apoyar este tipo de necesidades se alejan de los principios rectores de la educación especial y depositan esta responsabilidad en el Teletón o en instituciones de carácter privado. Además, las autoridades –desde el secretario de Educación Pública hasta el director de la escuela primaria– han trazado, apoyado e involucrado al niño en políticas educativas de carácter neoliberal: lo que ellos llaman “trabajar por competencias”, término empresarial e industrial. Esta política “educativa” ha puesto en desventaja a los niños con necesidades educativas especiales o discapacidad.
Es urgente replantear el trabajo docente para apoyarlos en las escuelas públicas de educación básica. El trabajo con niños requiere un alto índice de humanismo, pero sobre todo de responsabilidad, profesionalismo, conocimiento real de los planes y programas. Es el momento de capacitar verdaderamente a los docentes que atienden esta población tan importante en el desarrollo de México y dejarnos de simulacros pedagógicos.
No dejemos como sociedad civil, profesionistas e interesados en el tema que sean los magnates, empresarios monopólicos de este país, los que tomen las riendas de esto que nos concierne a todos. Evitemos que sigan lucrando y evadiendo impuestos a través de un programa elitista, abusivo, chantajista y absurdo, como el Teletón y la gran mafia que se ha creado a su alrededor.
Si queremos apoyar a los niños e individuos de diferentes edades o ciclos escolares con o sin discapacidad, hagámoslo de manera directa y con los recursos limitados con los que contamos como sociedad civil organizada: empecemos por respetar los espacios públicos destinados a las personas con discapacidad, dejemos de etiquetar a los niños con necesidades educativas especiales con los calificativos peyorativos de burro,tonto, tarado, repetidor.
Para este tipo de actividades sinceramente no necesitamos de donaciones económicas sino aquellas que tienen que ver con el apoyo específico desde nuestro oficio, profesión o arte. Es necesario reflexionar y actuar de manera tolerante, humana, pero sobre todo decidida para ayudar a los niños y adultos con estas características que los hacen únicos y especiales; hagámoslo de manera desinteresada y sin aportar las grandes cantidades de dinero, pues si esta fuera la solución, desde 1997 en que inició la gran estafa del Teletón, ya habría sido atendida la población más vulnerable de México y no un extracto elitista a cambio de chantajes y lástimas sentimentalistas manipuladas por los medios de comunicación al servicio de los grandes evasores de impuestos, que coaccionan a la población a donar para engordar cada día más sus bolsillos.
Es el momento de solidarizarnos y darle un giro en el espacio social en donde se encuentra cada una de las escuelas públicas que atienden a niños y adultos; de ocuparnos, de manera distinta, al donar en materia o en especie directamente en los planteles educativos públicos, u organizando asociaciones civiles del pueblo y para el pueblo.
De igual modo, en las escuelas de educación básica los padres de familia debemos apoyar efectivamente en casa a nuestros hijos en sus tareas y todo lo que concierne a sus actividades escolares, así como la donación de material didáctico.
Es importante que apoyar durante todo el año a los niños y adultos con necesidades educativas especiales y/o discapacidad, pero en sus planteles de educación básica, cercanos a nuestro hogar, sin contribuir al Teletón. No apoyemos a los magnates Emilio Azcárraga Jean (Televisa), Carlos Slim (Telmex), Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca), Lorenzo Servitje (Bimbo) y todas aquellas empresas que con el Teletónevaden al fisco.
*Sicólogo; candidato a doctor en enseñanza y profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México