Julio Hernández López - Astillero
El horror igualteco
(más resonante que otros debido a la condición estudiantil y opositora
de las presuntas víctimas, pero a fin de cuentas uno más de los hechos
abominables que diariamente suceden en distintas partes del país) pone
en su justa dimensión catastrófica los ensueños de primermundismo
reformista y pactista que comparten la administración federal ya
expresamente fallida, los gobiernos estatales ocupados en su inmensa
mayoría por personajes pusilánimes, corruptos y acomodaticios, las
presidencias municipales
extendidamente dominadas por implacables bandos de criminales (también) organizados y el tinglado de intereses y complicidades de jerarquías legislativas, judiciales, empresariales, religiosas y mediáticas que sistemáticamente han llevado al país (beneficiándose con mayúsculas en ese trayecto) a la terrible situación actual del país.
El impacto directo afecta al (des)gobernador Ángel Aguirre Rivero y
al partido al que se acogió de manera oportunista para hacerse candidato
‘‘de oposición’’ en Guerrero (abanderado del PRD cuando apenas iba
dejando el PRI, partido éste por el cual fue gobernador sustituto de
Rubén Figueroa luego de otra masacre, la de Aguas Blancas, en Coyuca de
Benítez, en 1996). Aguirre ha incumplido gravemente las expectativas
‘‘izquierdistas’’ y las de la ciudadanía en general, entregado a un
estilo ligero y desapegado, como lo ha demostrado su lamentable
respuesta ante la crisis de los estudiantes de Ayotzinapa y la
insensible irresponsabilidad de aplicarse más a la grilla del PRD en su
consejo nacional que a la búsqueda comprometida de los normalistas
rurales.extendidamente dominadas por implacables bandos de criminales (también) organizados y el tinglado de intereses y complicidades de jerarquías legislativas, judiciales, empresariales, religiosas y mediáticas que sistemáticamente han llevado al país (beneficiándose con mayúsculas en ese trayecto) a la terrible situación actual del país.
De colección, como estampas del álbum de la infamia nacional, las fotografías del sonriente Aguirre junto a otros gobernadores de origen perredista, mano sobre mano como mosqueteros comprometidos en algún salón de lujo del Distrito Federal, en víspera del consejo nacional del sol azteca y unas cuantas horas antes de que en Iguala comenzara la develación del sitio exacto donde se encontrarían los restos calcinados de jóvenes. Una fotografía puesta por Carlos Navarrete la misma mañana en que ya estaban militares, policías y equipo forense en Iguala muestra también a Aguirre sonriente y solidario con el nuevo dirigente del partido del sol azteca.
La dimensión de la tragedia de Iguala también vuelve explicables los insólitos avenimientos extremos del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Show, ante los resolubles puntos petitorios presentados por un movimiento estudiantil, el del Instituto Politécnico Nacional, al que a todo respondió ‘‘positivamente’’ la histórica mano dura de Bucareli, acentuada su pesadez en esta administración que ha desoído a muchos movimientos o ha hecho como que los oye pero no les resuelve como, por dar un ejemplo evidente, el de los profesores de la CNTE.
La administración peñista, obviamente poseedora de información rápida y de primera mano sobre lo sucedido realmente en Iguala, pretendió instalar oportunamente la impresión de que no es contraria a los intereses estudiantiles sino servidora de ellos casi en alfombra roja, con el propio Osorio Show, de denso historial adverso a movimientos sociales y populares en Hidalgo, como comprensivo, casi abnegado satisfactor de cuanto quisieran ‘‘los chavos’’. El martes, durante su primera aparición como conductor de reality shows sobre templete, insistió sugerentemente en resolver el pliego petitorio allí mismo, ese mismo día, si le daban solamente 30 minutos para hablar con una comisión estudiantil.
Otro ejemplo de la urgencia del peñismo-chonguismo por
colocarse a tiempo como los buenos de la película, los súbitos
gobernantes benévolos, se produjo durante la marcha del 2 de octubre, en
la que se desactivó la estrategia provocadora de Miguel Ángel Mancera
de encapsular toda manifestación pública y generar confrontaciones
directas. Esta fue la caminata recordatoria de Tlatelolco 68 menos
vigilada por la policía, con provocadores encapuchados apenas
simbólicos, en un esfuerzo contrarreloj de los depredadores oficiales
por reconfigurarse escenográficamente como estudiantiles Caperucitas
Rojas.
El doloroso episodio de los jóvenes asesinados en Iguala no es
responsabilidad solamente de ciertos personajes encumbrados o partidos
pactados (por cierto, ¿acabará ganando el salinismo con lo que sucede en
Guerrero, al poner en entredicho, casi en jaque mate, la pretensión de
que los servicios del PRD a Los Pinos se paguen con la gubernatura
guerrerense para el bien visto por EPN y Televisa Armando Ríos Píter?
¿La caída del PRD en Guerrero creará condiciones para que el tío Carlos
instale a su sobrina Claudia Ruiz Massieu, actual secretaria federal de
Turismo, como candidata al cargo que ocupó su padre, asesinado por el
mismo sistema que sabe pagar y castigar? ¿El pago al sol azteca quedará
solamente en otro legislador bien portado y muy apreciado en Los Pinos,
Silvano Aureoles, en Michoacán?)
Más allá de nombres, apellidos, cargos y partidos, el nuevo ensueño
primermundista del salinismo retocado (la esencia predomina en esta
segunda versión, aunque pugnas y recelos distancian operativamente a los
personajes cumbre) topa, como en 1994, con la terca realidad de la
miseria y la injusticia, esta vez agravada por el factor desgarrador,
inhumano, de la violencia a cargo de cárteles y por la
inviabilidad institucional cada vez más marcada. Crímenes políticos,
aunque no de la dimensión de hace 20 años; sublevaciones sociales hasta
ahora contenidas, contubernios inocultables entre narcotraficantes
financistas de campañas y candidatos (el cártel Beltrán Leyva,
contribuyente y estructurador de tarjetas Monex, para compra de
elecciones que consolidaron pactos entre el poder priísta y sus aliados
perredistas y panistas, con ramificaciones como las de Iguala).
Y, mientras al templete montado afuera de Bucareli corresponde ahora
el montaje de la dosificación de resultados en Iguala, en un proceso que
según las autoridades tomará entre 15 y 60 días en precisar si los
restos encontrados en fosas clandestinas corresponden a los normalistas,
¡hasta mañana!