Carlos Fernández-Vega / México SA
Su cercanía con el
tóxico Germán Larrea le salió carísima al impresentable empresario
Claudio X. González (presidente del Consejo Mexicano de Hombres de
Negocios, la élite de élites), quien el pasado viernes fue expulsado del
consejo de administración de Televisa (al igual que su amigo el barón
de la minería con una diferencia de apenas dos semanas) en el que sin
mayores problemas participó desde abril de 1997, junto a Emilio
Azcárraga.
La versión oficial del corporativo mediático, difundida por medio de la Bolsa Mexicana de Valores, dice así: “Televisa anunció hoy que Claudio González Laporte presentó su renuncia al consejo de administración. Uno de los hijos del señor González, directivo bajo su cargo en una empresa que el señor González preside, se unió al comité estratégico creado por América Móvil (de Carlos Slim) para evaluar las opciones que esta empresa tiene, dados los cambios regulatorios en la industria de telecomunicaciones en México.
Como resultado de la reciente reforma en radiodifusión y telecomunicaciones, es de suma importancia eliminar cualquier conflicto de interés en nuestro consejo de administración. Por lo tanto, hemos acordado con el señor González que renuncie al consejo de administración de Televisa, mencionó Emilio Azcárraga, presidente y director general de Televisa. Aprovecho la oportunidad para agradecer al señor González por sus contribuciones como miembro del consejo de administración de Televisa a lo largo de los años.
Hasta allí la versión oficial, en la que Televisa de nueva cuenta recurre al pretexto del
conflicto de interesespara cortarle la cabeza a otro asociado salinista que participaba en el corporativo mediático, y para proceder atribuye la responsabilidad a uno de sus hijos, dada la cercanía que mantiene con Carlos Slim, por medio de una de sus empresas.
Cierto es que los odios entre Slim y Azcárraga son de concurso, pero la verdadera causa para expulsar a Claudio X. González Laporte del paraíso mediático lleva el indeleble sello de Germán Larrea –otrora amigo de la casa–, quien pretende ingresar al jugoso negocio político-económico de la televisión abierta, por ser uno de los tiradores en la licitación que el gobierno federal hará para entregar dos cadenas nacionales de la caja idiota, algo que el heredero de El Tigre no está dispuesto a permitir.
Si, como asegura Televisa, la participación del junior de Claudio X. González en una de las empresas de Carlos Slim fuera el motivo real de la citada expulsión, pues habría que subrayar que Emilio Azcárraga y su banda se vieron extremadamente lentos en la toma de la decisión, pues el tal Claudio es miembro del consejo de administración del Grupo Carso (propiedad de Slim) desde 1980, es decir, desde hace 34 años, o si se prefiere 17 años antes de que el mismo personaje ingresara al consejo de administración de Televisa.
Lo anterior no pudo pasar desapercibido por el junior Azcárraga ni sus amigos íntimos, porque en el propio informe anual de Televisa (correspondiente a 2013, que es el más reciente entregado a la Bolsa Mexicana de Valores) se anota y reconoce que Claudio X. González Laporte forma parte del consejo de administración de Grupo Carso y del Grupo Inbursa, ambos propiedad de Carlos Slim.
Si en esos 24 años no registraron que el empresario citado formaba parte del equipo de Slim, entonces Azcárraga y amigos que lo acompañan no tienen remedio, a menos de que, claro está, lo del empresario de origen libanés sea un mero pretexto para justificar la expulsión de Claudio X. González y encubrir el motivo real que, insisto, es Germán Larrea y su pretensión de subirse al negocio que el junior considera de su exclusividad.
Como integrante del consejo de administración de Televisa, al
igual que Germán Larrea, Claudio X. González Laporte tuvo acceso a todo
tipo de información estratégica del corporativo mediático: fortalezas,
debilidades, alianzas políticas, favores y facturas, planes de
inversión, capacidad operativa, infraestructura, etcétera, etcétera. Y
Azcárraga de siempre supo de su cercanía con el barón de la minería.
¿Por qué no los corrió al mismo tiempo?
Antes de que en Televisa registraran la intención del tóxico barón de
la minería de participar en el negocio de la tele, la fábrica de sueños
(como Azcárraga cariñosamente denomina a su corporativo) a Germán
Larrea no lo tocaban ni con el pétalo de un modesto comentario. Pero una
vez que lo hicieron, la enfurecida televisora enfocó baterías contra
ese nefasto empresario aprovechando el derrame de Buenavista del Cobre
sobre los ríos Sonora y Bacanuchi.
A juicio de Televisa no hay problema si Larrea comete homicidios
industriales (Pasta de Conchos) o ecológicos (Sonora), explota
miserablemente a los mineros, saquea a la nación, arrasa con las
comunidades donde opera, envenena por doquier y/o hace chanchullos en el
Hipódromo. Qué más da, que para eso están los amigos de la tele. Pero
que al barón de la minería se le ocurriera intentar meterse al negocio
mediático y picarle los ojos al hijo de El Tigre, eso sí es delito de lesa madre, y entonces la aburrida fábrica de sueños se transforma en grotesca fábrica de pesadillas.
Sin problema alguno, Claudio X. González Laporte (al igual que
Larrea, salinista incrustado en la cúpula empresarial del país) ha
permanecido 34 años en el consejo de administración del Grupo Carso,
junto a Carlos Slim, y 25 años en el del Grupo México, al lado de Germán
Larrea. Y permaneció 17 años en el de Televisa. Todo tranquilo, hasta
que a su cercano amigo de la minería se le ocurrió intentar colarse al
negocio de la tele e intoxicar a la gente también por medio de la caja
idiota. Allí sí brincó Emilio Azcárraga y lo expulsó del paraíso
mediático, por
conflicto de intereses.
Como inquilino de Los Pinos, Carlos Salinas de Gortari designó a Claudio X. González Laporte su
asesor para asuntos empresariales, cargo que oficialmente ocupó durante todo el sexenio de la
solidaridad. Extraoficialmente lo mantiene desde entonces y, como Germán Larrea, siempre está al pendiente de lo que al susodicho se le ofrezca, que no es poco ni de vez en cuando.
Las rebanadas del pastel
En fin, he allí una muestra del tipo de empresarios
miserables que controlan al país. Siempre salvajes con los demás, entre
ellos se protegen y encubren… hasta que alguno osa picarle los ojos al
otro y alterar las reglas de su juego, siempre ante la mirada agachada
de la supuesta autoridad. ¿Quién sigue?