México SA-Carlos Fernández-Vega
En estos tiempos en que poco hay para celebrar, la ciudadanía sudcaliforniana ganó otra batalla en su emblemática lucha contra la minería depredadora y tóxica. De nueva cuenta echó para atrás la intentona (tercera en tres años) de la trasnacional canadiense Vista Gold de extraer oro de reserva de la biosfera Sierra de la Laguna a cambio de liberar inevitablemente durante el proceso de molienda 67 millones de kilogramos de arsénico”.
Desde aquella entidad reportan que “la consulta pública sobre la minera canadiense Los Cardones resultó una rotunda victoria de la sociedad civil sudcaliforniana, especialmente la paceña. Los representantes de la minera tuvieron que salir pies por delante ante el apabullante, informado y contundente rechazo al proyecto de megaminería tóxica que quieren implementar en Sierra de la Laguna, reserva de biosfera y tinaco natural que abastece de agua el sur de la península. Se echó para atrás cada una de las inconsistencias, omisiones, sesgos y mentiras del manifiesto de impacto ambiental que presentó la minera a la autoridad respectiva, y esto no se ve todos los días en este país.
“Sin embargo, no deja de ser significativo que sea una institución del Estado mexicano la que convoque a consultas públicas sobre proyectos de megaminería tóxica que violan artículos constitucionales y un decreto presidencial (de reservas de biosfera), cuando debería ser la misma institución la que, en atención a leyes y decretos, rechazara el nocivo proyecto minero. Pero ya lo hemos aprendido: en estas consultas públicas el adversario es la minera, pero el enemigo es el mediador (gobierno federal)” (Víctor Adrián Trujillo Muñoz, tordrian@gmail.com).
Tres intentonas al hilo del consorcio canadiense han sido detenidas por la ciudadanía de aquella entidad, en una historia que claramente ejemplifica cómo se las gastan los barones de la minería (nacionales y foráneos) y de qué tamaño es la complicidad gubernamental. Los echan para atrás, pero insisten aplicando un viejo truco, con la complacencia de las autoridades que supuestamente deberían evitarlo.
En un apretado resumen, la historia –a la que ha dado seguimiento México SA– es la siguiente: en febrero de 2010 los ciudadanos organizados y movilizados de Baja California Sur lograron detener uno de los proyectos mineros más tóxicos de los muchos que existen en la República, vía generosas concesiones del gobierno federal. Se trataba de Paredones Amarillos, de la trasnacional canadiense Vista Gold (la cual cuenta con otras siete concesiones mineras en el mismo estado para la explotación aurífera en la reserva de la biosfera Sierra de la Laguna). Tan notorio resultaba el deterioro ambiental que provocaría el proyecto, que hasta la Semarnat se vio obligada a rechazar la solicitud de cambio de uso de suelo forestal del referido consorcio para iniciar la explotación, no sin advertir que la empresa incumplió los requisitos de ley.
Meses después, la trasnacional canadiense (que conoce muy bien los tejes y manejes para hacer negocios en esta República concesionada) simplemente le cambió de nombre al citado proyecto: Paredones Amarillos (como se conoció hasta febrero de 2010) pasó a denominarse Minera Concordia (a partir de septiembre del mismo año), y sin más retomó el trámite ante la Semarnat para lograr los permisos de cambio de uso del suelo forestal y otros para comenzar la explotación del área concesionada, actividad que fue detenida por las ciudadanía.
De nueva cuenta le negaron los permisos ambientales al proyecto minero, y los sudcalifornianos volvieron a celebrar el triunfo, aunque fue tan efímero como el primero, porque las autoridades federales parece que de plano “no entienden” de qué se trata. Así, la entrona ciudadanía de aquella entidad volvió a dar la batalla, porque si en septiembre de 2010 Paredones Amarillos se “transformó” en Minera Concordia, a partir de febrero de 2012 ésta se convirtió en Los Cardones, tras la asociación empresarial (40-60 por ciento) de Vista Gold con el Grupo Invecture, el cual cuenta con su propia concesión minera en el estado de Sonora (mina de cobre Piedras Verdes, operada por Frontera Copper Corporation, otra canadiense).
Primero Paredones Amarillos, después Mina Concordia y ahora Los Cardones, la “santísima trinidad” que se topó con la sólida ciudadanía de Baja California Sur. No al proyecto tóxico y, de ser necesario, mil veces no, porque todo indica que sus principales enemigos están en los gobiernos federal, estatal y municipal. ¿Y por qué no? Organizaciones ambientalistas como Niparajá, Medio Ambiente y Sociedad, Centro Mexicano de Derecho Ambiental y Agua Vale Más que Oro reiteran que cualquiera que sea su denominación, el citado proyecto minero “es una amenaza tóxica para la entidad”, y contraviene el decreto del área natural protegida de La Sierra de la Laguna.
El proyecto de Los Cardones (tal como lo denunciaron, en tiempo y forma, cuando se llamaba Paredones Amarillos y Mina Concordia) “liberaría inevitablemente durante el proceso de molienda 67 millones de kilogramos de arsénico, que quedarían expuestos a la intemperie a perpetuidad y que con las constantes lluvias en la zona terminarían por contaminar permanentemente los acuíferos, como sucedió en la zona de San Antonio y Los Planes, donde actualmente hay un índice muy elevado de incidencias de cáncer, así como de pozos contaminados”.
Explican que “el proyecto tiene serios inconvenientes, porque además de tratar de ubicarse en la Reserva de la Biosfera Sierra de La Laguna, que es nuestra principal fuente de agua, también liberaría más de 100 millones de kilogramos de tóxicos, entre ellos: arsénico suficiente para envenenar a toda la población del país, además de plomo, cromo, uranio, torio, etcétera, y todos ellos quedarían almacenados en una presa de jales, con una cortina de una altura superior a 80 metros, construida con las rocas desechadas en las tepetateras, compactadas y cubiertas con un plástico de sólo 1.5 milímetros de espesor”.
Los Cardones tendría una vida útil de alrededor de 9.5 años, durante los cuales se extraerían cerca de 40 toneladas de oro, para lo cual “tendría que procesar cerca de 40 millones de toneladas de material, separarlo de la montaña, pulverizarlo y rociarlo con una solución a base de cianuro. De hecho, la propia empresa habla de la necesidad de procesar 11 mil toneladas diarias de material, y utilizar un millón 400 mil metros cúbicos de agua por año”.
Las rebanadas del pastel
Bien por la ciudadanía de Baja California Sur, pero cuidado: nada raro será que Vista Gold, de la mano del gobierno federal, cocine su cuarto intento.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada