La Jornada - El Correo Iustrado
La contaminación por el
derrame de arsénico, cadmio, cromo, mercurio y cobre en las aguas de los
ríos Bacanuchi y Sonora es a todas luces un crimen ecológico
responsabilidad directa de Minera Buenavista del Cobre, filial del Grupo
México. A ellos se les debe enjuiciar con toda severidad, multar
proporcionalmente al daño hecho y no con cantidades irrisorias, además
de retirarles de manera inmediata la concesión para explotar la mina,
ubicada en Cananea, Sonora.
El titular de la Semarnat ha reaccionado tarde y tibiamente, lo cual
por cierto no nos extraña. El que distintas voces señalen públicamente a
los responsables de este ecocidio, nada tiene que ver con lo que el
titular de la Secretaría del Medio Ambiente interpreta como
un ataque o satanización a la minería. ¿Cuán equivocado está al respecto Guerra Abud?
Si Grupo México respetara las normas y no violentara nuestro derecho
constitucional a disfrutar de la salud y un ambiente sano, no estaríamos
comentando ahora acerca de uno de los peores desastres ambientales en
nuestro país en las pasadas décadas. Esta vez por el derrame de 40 mil
metros cúbicos de sustancias tóxicas y altas concentraciones de metales
pesados a las aguas del Bacanuchi, afluente del río Sonora.
Entre muchos mexicanos hay rabia, dolor, estupefacción y tristeza por
este muy lamentable hecho. En nosotros mismos está transformar tales
sentimientos y emociones en activos para la defensa eficaz, no sólo
discursiva, de todo entorno natural. Los ríos envenenados nos piden no
mantenernos callados, impavidos o indiferentes.
Estudiantes del diplomado de Actualización Profesional en
Investigación Interdisciplinaria en Educación Ambiental para la
Sustentabilidad. UNAM: René Chargoy Guajardo, Marisol Ruiz Cortés, Nora
García Mondragón, Ana Cortés, Ana Paola Galicia Gallardo, María
Guadalupe Millán y 17 firmas más.