Enterró el Consenso de Washington
David Brooks | Corresponsal | Periódico La Jornada | Sábado 4 de enero de 2014, p. 2
Washington, 3 de enero.- El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se concibió como primer paso de una estrategia hemisférica que culminaría en el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pero esa visión fue descarrilada por un nuevo bloque latinoamericano progresista en lo que fue una de las mayores derrotas de la agenda del capital internacional y la política económica de Washington en tiempos recientes.
“ALCA, ALCA, Al carajo” proclamó el presidente Hugo Chávez ante miles de personas reunidas en la Cumbre de los Pueblos, realizada de manera paralela a la cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 2005. Con ello, la segunda fase del TLC, el ALCA, fue frenada.
En esos momentos el presidente George W. Bush se reunía a puerta cerrada con 33 mandatarios de las Américas, incluido el entonces mandatario mexicano Vicente Fox, y trataba de impulsar la propuesta del ALCA, nacida más de una década antes en la primera Cumbre de las Américas, en Miami, en lo que se llamó el “Consenso de Washington”. Fox propuso excluir a los países “disidentes” que cuestionaban partes del ALCA, entre ellos Brasil, el anfitrión Argentina y Venezuela, y así constituir el acuerdo entre los demás países
Mientras tanto, a poca distancia de la sede de esa cumbre, Chávez, acompañado por representantes de diversos movimientos sociales y figuras como Diego Armando Maradona; el dirigente cocalero boliviano hoy presidente Evo Morales, y el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, declaró ante miles de altermundistas: “Hemos venido aquí hoy a muchas cosas, a caminar, a marchar, a saltar, a cantar, a gritar, a luchar, pero entre tantas cosas de las que hemos venido a hacer aquí en Mar del Plata hoy, cada uno de nosotros trajo una pala, una pala de enterrador, porque aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA(…) los pueblos de América enterramos al ALCA, hoy, aquí en Mar del Plata”.
Ahí, Chávez instauró una visión alternativa al ALCA y declaró que los presentes serían “los parteros de la nueva integración, los parteros del ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas, para los pueblos de América, una verdadera integración liberadora, para la libertad, para la igualdad, para la justicia y para la paz”. (Para ver la crónica de cómo paso esto: http://www.youtube.com/watch?v=tED4KFj5ik0).
Aunque Washington continuó promoviendo su agenda económica por medio de tratados comerciales bilaterales con Colombia, Perú, Chile y países de Centroamérica, como también mediante el esquema de la Organización Mundial de Comercio (OMC), ya no controlaba el campo de juego, y mucho menos a los jugadores.
Lo ocurrido en Mar del Plata tuvo como antecedente no sólo la elección de nuevos líderes de izquierda en América del Sur, sino también una serie de movilizaciones en todo el mundo contra las políticas basadas y formuladas en el TLC.
La primera rebelión explícita contra la agenda neoliberal en la era de la posguerra fría fue la de los zapatistas en Chiapas, el mismo día en que se puso en marcha el TLCAN. El zapatismo tuvo eco alrededor del planeta, y nutrió lo que se convertiría en el gran movimiento altermundista que se estrenó en lo que se bautizó como la “Batalla de Seattle”.
En 1999, el presidente Bill Clinton y unos 5 mil delegados de gobiernos del mundo llegaron a Seattle para la reunión de la OMC, sólo para ser sorprendidos por decenas de miles de sindicalistas, ambientalistas, granjeros, estudiantes, anarquistas y activistas de todo tipo que en las calles de la ciudad protagonizaron la manifestación popular contra el capital internacional más grande de la historia reciente de Estados Unidos (http://www.jornada.unam.mx/1999/12/01/caos.html).
Entrada de uno de los ahora populares centros comerciales en la ciudad de México. Foto: Ap |
“Llegamos a Seattle por separado, como trabajadores, ambientalistas, defensores de derechos humanos, estudiantes y más, pero saldremos de aquí juntos como un movimiento por la justicia social”, declaró un líder regional del sindicato siderúrgico. “Aquí se inicia un nuevo movimiento”, proclamó.
Estas escenas se repitieron en varios puntos del planeta durante los siguientes meses en todo lugar donde se congregaban los promotores de las políticas de promoción del libre comercio y libre mercado: en Washington, frente al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, donde coreaban “FMI y Banco Mundial, empiecen a temblar. Los cerdos de hoy son el tocino de mañana”; Praga, donde la delegación de manifestantes de Italia llegó en lo que algunos bautizaron como el “tren zapatista”; Quebec, donde Chávez asistió a la Cumbre de las Américas para primero cuestionar al ALCA en una ciudad literalmente bajo sitio por los manifestantes; Génova y Nueva York, entre otras ciudades.
Este movimiento altermundista fue nutrido a la vez por los Foros Sociales, el primero realizados en 2001 en Brasil y después en otras partes, transformando el debate mundial sobre los esquemas económicos, sociales y políticos.
Tal vez lo más novedoso era que estas expresiones populares provenían ya no sólo del “Sur”, apoyadas por movimientos de solidaridad en el Norte, como había sido el caso anteriormente. “Por fin nos llegó el mensaje desde el Sur aquí en el Norte. Nos tardamos en entenderlo, pero ya lo logramos: las políticas económicas aplicadas en el Sur ahora se implementan en el Norte. Son las mismas políticas, y por tanto es la misma lucha. Ustedes han mostrado el camino, y ahora nos estamos sumando”, declaró un líder estudiantil en las manifestaciones contra la agenda empresarial mundial en Nueva York.
Un antecedente de este movimiento altermundista fue algo que surgió de manera inesperada en el camino hacia el TLCAN: mientras se abría un espacio sin precedente entre las cúpulas políticas y económicas de los tres países en la negociación, se abrió otro espacio, por primera vez abajo, entre los sectores sociales directamente afectados por estas políticas.
Por primera vez sindicalistas, granjeros y organizaciones campesinas, ambientalistas, latinas y otras dedicadas a asuntos sociales de Estados Unidos, México y Canada se empezaron a conocer en una serie de foros trinacionales entre las redes que se establecieron en cada país en respuesta a la dinámica de integración económica y el TLCAN. Buscaron desarrollar una respuesta social a la agenda cupular del libre comercio con algo cuyo eje era el “comercio justo” y la participación de sectores sociales en las negociaciones entre gobiernos.
Así, de repente, y por primera vez, se presentaron los nunca invitados a las negociaciones sobre política económica internacional: los actores sociales. Su demanda fue nada menos que la democratización de la esfera trasnacional, algo que todavía se sigue pidiendo en muchos puntos del planeta.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada