Arturo Jiménez | Periódico La Jornada | Sábado 4 de enero de 2014, p. 9
Surgido hace 20 años en Chiapas, la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no es con las armas, sino como un movimiento social y político que busca la transformación de la realidad, dijo el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, en un texto subido a la página electrónica de la Conferencia del Episcopado Mexicano y titulado Por un nuevo año en paz.
Arizmendi recordó que el primero de enero de 1994, “el grito de guerra ¡Ya basta!” de los zapatistas “cimbró la conciencia del país como una denuncia bélica de las injusticias seculares que han padecido los indígenas: falta de salud, de tierras, de educación, de mejores condiciones de vida y, sobre todo, de reconocimiento a su dignidad humana y a sus derechos”.
El enfrentamiento armado con las fuerzas del gobierno, agregó, duró sólo diez días, “pero sigue la lucha por sus justas demandas, no sólo para los indígenas tzeltales, tzotziles, ch’oles, tojolabales y zoques de esta zona, sino para todos los demás pueblos originarios, y también por un cambio del sistema social, político, económico y cultural, tanto a nivel nacional como mundial”.
El obispo de la diócesis sancristobalense comentó que sin la paz “todo lo demás no tiene consistencia”, pues sin ella “no disfrutamos la familia, ni el dinero, ni la naturaleza. Las guerras, las divisiones, los conflictos, la falta de armonía familiar y social, nos quitan el sueño, nos llenan de ansiedad e incertidumbre, hacen muy pesados los días y nos llenan de desconfianza”.
Sacerdotes, valientes ejemplos de denuncia
Por otra parte, en el documento Históricas expresiones de fe durante el 2013, donde la Arquidiócesis de México hace un recuento del año, se señala que el país “no estuvo exento de angustias” a causa de fenómenos como la criminalidad, “que tienen sus raíces en la corrupción que se vive aquí, al igual que en otras naciones. Sacerdotes de las diversas diócesis del país han sido víctimas de acciones de la delincuencia común, y hasta del crimen organizado”.
Agregó que los religiosos “también han dado valientes ejemplos de denuncia, como lo hiciera el obispo de Apatzingán, monseñor Miguel Patiño, al dar a conocer una radiografía de la dramática situación y la ingobernabilidad que se vive en el estado de Michoacán”.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada