Juan Carlos Miranda | Periódico La Jornada | Viernes 3 de enero de 2014, p. 2
Los dos acuerdos paralelos que se firmaron junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en materia laboral y ambiental no han servido para mejorar las condiciones de vida y trabajo de los ciudadanos mexicanos, y a dos décadas de la entrada en vigor del acuerdo México sigue siendo un país cuya principal oferta es la mano de obra barata y normas ambientales laxas, sostuvo Bertha Luján Uranga, integrante del Frente Auténtico del Trabajo (FAT) desde l970 y una de las principales dirigentes de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio en los años 90.
La actual secretaria general del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) sostuvo que el TLCAN provocó el rompimiento de las cadenas productivas en el país y con ello la desaparición de ramas productivas que se convirtieron en maquiladoras.
Afirmó que en materia laboral, en los tres países se ha venido acuñando un modelo de precarización de las condiciones laborales de los trabajadores a partir del outsourcing, que permite a las grandes empresas deshacerse de sus responsabilidades como patrones.
Al responder a un cuestionario enviado por este medio con motivo de los 20 años del TLCAN, Luján Uranga recordó que una de las principales preocupaciones durante la negociación del acuerdo eran las asimetrías entre los países que lo negociaban: Estados Unidos, Canadá y México.
“Obviamente nuestro país estaba en desventaja en cuanto a niveles de crecimiento y desarrollo económicos, por tanto se planteaba que la negociación debía considerar estas diferencias y dar un trato especial a México, tal cual se hizo en el proceso de construcción de la Unión Europea con países como Portugal o Grecia”.
Otra era la inclusión de una agenda social en el tratado, ya que si bien se negociaba el libre paso de capitales y mercancías, también se planteaba que para México era estratégico incluir el tema migratorio, debido a que nuestro país expulsa hacia Estados Unidos y Canadá un número importante de trabajadores que laboran sin documentos migratorios en estos países.
También se habló de las garantías en materia laboral y ambiental para que el tratado aportara mejoría en las condiciones de los trabajadores y los países, y a partir de ello impedir que México arrastrara a la baja estas condiciones en Estados Unidos y Canadá.
Y finalmente, los opositores al acuerdo planteaban que éste debía excluir los granos básicos y la industria energética.
Agregó que una consideración especial que se planteó se refería a las diferencias jurídicas respecto a lo que el tratado implicaba para cada país, ya que para Estados Unidos el pacto era una norma subordinada a leyes nacionales, incluso a normas proteccionistas en los diferentes estados de la unión, mientras para México tuvo rango constitucional y por tanto, estuvo por encima de leyes y reglamentos.
Al preguntarle cuáles de esas preocupaciones se materializaron, la ex funcionaria del Gobierno del Distrito Federal respondió:
“Todas se materializaron. No hubo consideraciones en relación a las asimetrías, así que en distintas ramas de la economía México no pudo competir, tomando en cuenta además que no hubo por parte del Estado políticas específicas para apoyar la competitividad de las empresas mexicanas, por tanto, muchas quebraron o tuvieron que asumirse como subordinadas a las trasnacionales de EU o Canadá para poder subsistir”.
Sostuvo que además de la pérdida de la soberanía alimentaria por el desmantelamiento del campo, la mayor parte de los sectores económicos estratégicos de México están actualmente en manos de trasnacionales.
Puntualizó que las únicas ganadoras fueron las empresas trasnacionales que se han instalado en México con múltiples ventajas, así como los grandes capitalistas nacionales que se aliaron al capital extranjero o que han aprovechado las ventajas del TLCAN para incrementar sus exportaciones y sus ganancias.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada