MÉXICO, D.F. (apro).- Despojados de su soberanía, del derecho a ser consultados y de la obligación de ser informados en materia energética, los mexicanos –atropellados por el PRI-gobierno, por su viejo aliado, el PAN, y su más reciente comparsa, el PRD– hoy sólo tienen un recurso para revertir la situación: salir a protestar a las calles.
Ominosa semana del 9 al 13 de diciembre vivió el Congreso de la Unión. “Las mayorías”, en acuerdos simultáneos, ya fuera con el PAN o con el PRD, sembraron de obstáculos la vía democrática de nuestro país.
Primero, el PRI-gobierno se alió con el PAN para sacar la reforma energética; luego, el PRI-gobierno se alió con el PRD para aprobar una consulta popular que hace inviable echar atrás la entrega del país a empresas transnacionales que no tienen más visión que buscar el beneficio para sus bolsillos, nunca para México.
El Congreso de la Unión, sin discusión, sin debate, sin conocimiento siquiera por la mayor parte de las diputadas y diputados, decidieron exhibir su pequeñez e ignorancia.
De los 500 diputados federales, si acaso una veintena conocía el contenido de la reforma energética y sus alcances; otro puñado más de la consulta popular, el resto de ellos, quienes mensualmente se llevan 200 mil pesos a la bolsa “por legislar y representar a la ciudadanía”, no tenía idea de qué se votaba, de a quién se beneficia, de los alcances negativos para las actuales y futuras generaciones.
Ellos, los que votaron a favor de la reforma energética, “algún” beneficio tendrán, pues votaron con disciplina partidaria que es sinónimo de supina ignorancia y entraña apátrida. Sus hijos estarán en buenas escuelas, sus familiares obtendrán o mantendrán buenos trabajos, sus parentelas recibirán el fruto del buen pago por los servicios de sus legisladores, pero el resto de la población, no. Ésos están en otro apartado, el de los despojados.
Cuando uno de los diputados michoacanos pasó a tribuna para hablar en contra de la reforma energética y empezó a “despojarse” de sus ropas, en un símil de lo que han dejado las privatizaciones de Teléfonos de México, de las carreteras o de los bancos, las diputadas priistas se sintieron agraviadas; los panistas voltearon la cara tratando de ignorar el insulto, pero ninguno de los “ofendidos” pudo entender el “despojo” que ellos estaban consumando.
A flor de piel el coraje, la frustración, sentimientos que emergían cuando las diputadas emitían “a grito pelado” su voto a favor de la reforma energética, y mortificaba e indignaba cómo se mofaban por aplastar a la oposición. La vergüenza e impotencia paralizaban a algunos diputados.
Antes, un par de días antes, el PRD, desgarrándose las vestiduras, votaba a favor de una consulta popular que impide prácticamente echar a tras la reforma energética. Está llena de candados, de ambigüedades en las que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se puede escudar para rechazar “la trascendencia nacional”, de términos disímbolos como Congreso y Congreso Constituyente.
Pero el PRD fue el constructor de dicha ley; ya lo dijo la diputada perredista Aleida Alavez: “No nos engañaron”, y aunque ella sostiene que sí se puede someter a consulta popular la reforma energética, lo cierto es que el nuevo marco legal contiene tantos vericuetos como mañas tiene el PRI-gobierno o como a chicanadas recurre un mal abogado.
Las perredistas Amalia García y Angélica de la Peña participaron en la confección de la ley de consulta. ¿Acaso no sabía de los candados la exgobernadora de Zacatecas?; o ¿alguien puede afirmar que Angélica de la Peña, esposa del expresidente nacional el PRD, Jesús Ortega, ignoraba el poco alcance de una reforma de ese tipo?
Aún así, con ese tipo de ley de consulta popular, más de una veintena de diputados del PRD pasó a tribuna el jueves 12 para votar en contra de la reforma energética, y “amenazando” a priistas y panistas con un “nos vemos en la consulta popular”.
Que no se diga engañado el PRD, que no peque de inocente al decir que su participación en el Pacto por México no avaló el conjunto de reformas que van en detrimento de la mayoría de los mexicanos, clases medias, maestros y estudiantes y, destacadamente, de los 60 millones de pobres de este país.
El PRD contribuyó con su ley de consulta ciudadana a que ésta se realice con dificultad y por lo tanto para hacer más sinuoso el improbable camino que revoque la reforma energética.
Por ello, lo único que le queda a la sociedad mexicana es la calle, pero sin depender de los líderes, porque ya se vio que “el cerco” sin López Obrador fue una burla, pero también generó dudas sobre otros, como por ejemplo, la exdelegada de Iztapalapa, Clara Brugada, quien gobernó a más de un millón de personas y no fue capaz o no quiso movilizar a miles en defensa del petróleo.
Por ello lo que sigue es la presión en las calles; exigir, que con ley o sin ley, la consulta se tiene que hacer. Generar un gran movimiento social, ese es el reto de quienes se oponen a la reforma energética. El otro gran reto de la sociedad es hacer a un lado la apatía, apagar la televisión y revivir su amor por nuestro país.
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso