Julio Hernández López - Astillero - La Jornada
A punto de cumplir
veinte años de haberse levantado en armas, el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) ha hecho por voz del subcomandante Marcos una
revisión que pasa por las armas de la crítica al salinismo de ciclos
rapaces ahora cumplidos, a los gobernantes de Chiapas (antes Juan
Sabines, ahora Manuel Velasco Coello, a título de ejemplos recientes)
ladrones, despilfarradores del dinero público y ajenos a las
transformaciones de fondo que requiere esa entidad, y al reformismo
peñista en general.
La reaparición epistolar del hombre del pasamontañas se produce justamente cuando muchos ciudadanos se preguntan la razón del mutismo, en estos momentos tan oscuros, de algunos de sus líderes tradicionalmente combativos. A Marcos le acompaña en particular una serie de especulaciones acerca de las razones de sus silencios, aunque evidentemente la conmemoración de las dos décadas de persistencia insurgente le permitirá relanzar proclamas y, probablemente, convocatorias a nuevas formas de lucha política.
Más allá de la retórica del sub, que lleva rato de fama caída, y de las formulaciones tácticas que con la primera hora del año entrante llegue a presentar, lo cierto, como lo señala en su comunicado dado a conocer ayer, es que en el campo mexicano hay una extendida insatisfacción. A lo largo del país, y sin que necesariamente haya conexión estratégica entre esos puntos de indignación social, campesinos y grupos indígenas viven una batalla cotidiana contra poderes y factores explotadores que de manera brutal manipulan leyes e instituciones para apropiarse de riquezas naturales y colectivas.
En ese México de abajo están muchas de las claves de las rupturas por venir, fomentadas por los malos gobiernos y por los empresarios, nativos y extranjeros, rapaces y abusivos. Es un México mal atendido informativamente por los grandes medios de comunicación, desdeñado en absoluto por la política de élites que cree que la realidad proviene solamente de sus acuerdos de salón, distante de las luchas urbanas que parecieran ser las únicas o cuando menos las más reseñables y despojado sistemáticamente porque las cúpulas creen que en esas formas campiranas anidan la abulia y la ignorancia.
El segundo salinismo considera, sin embargo (como el primero, al que los nuevos zapatistas despertaron de sus sueños de primermundismo anexado en una madrugada de enero de veinte años atrás), que todo marcha sobre ruedas, incluso a contrapelo de lo que una lectura realista mostraría. Ayer, por ejemplo, Enrique Peña Nieto (precozmente postulado por sus subordinados a sitiales de prócer histórico) reconoció la contribución de la Policía Federal al control de los múltiples incidentes que en el país van sucediendo.
Es explicable que el mexiquense rinda homenaje a uno de los cuerpos que dan sustento al aparato político puesto en grave entredicho en varias regiones del país y por múltiples causas. Pero resulta notablemente separado de la realidad el decir, como lo hizo EPN, que
gracias al compromisode esa PF
nos acercamos a la primera meta que nos trazamos como gobierno, un México en paz. La información disponible, incluso en los referentes acotados del periodismo cercano a Los Pinos, muestra lo contrario, una nación con violencia creciente a causa de la delincuencia organizada, de las inconformidades políticas y de la insatisfacción social.
El PRI estatal (es decir, el gobernador Aristóteles Sandoval)
sostiene desde hace varios días una campaña para declarar a Enrique
Alfaro como un peligro para Jalisco (http://bit.ly/1bnd84k,
aunque no se permite colocar comentarios a ese video). Con un estilo
rigurosamente apegado a los cánones de la guerra propagandística sucia
(como la desatada en 2006 contra Andrés Manuel López Obrador), se ha
puesto en circulación una edición gráfica con la que se busca posicionar
como promotor de violencia y desorden al ex candidato a gobernador (y
muy probablemente próximo aspirante a la presidencia de Guadalajara,
desde donde luego de nuevo intentaría el arribo a la gubernatura). La
campaña priísta de descalificación de su más fuerte opositor intenta
aprovecharse de los incidentes sucedidos en el congreso de la entidad
durante la atropellada aprobación de la reforma energética, pero sin
mencionar el secuestro de cuatro estudiantes, el lanzamiento de granadas
de gases lacrimógenos desde dentro del recinto oficial y a muy pocos
metros de los manifestantes ni el provocador hecho de realizar dicha
sesión sin permitir el ingreso de público.
Mil asambleas anuncia el PAN que habrá de realizar en los primeros
meses del año en puerta para renovar su consejo nacional. El activismo
del partido conservador tiene como referente los cambios estatutarios
que hicieron a un lado la tradición elitista para la conformación de sus
órganos de gobierno. Ahora será masiva la participación de los panistas
para integrar consejo y comité directivo nacionales (en este caso,
mediante votación directa, ya no a través de los acuerdos en círculos
reducidos). La secretaria general de la directiva actual, la yunquista
Cecilia Romero, dio a conocer la ruta de trabajo de ese asambleísmo
impulsado por el pactista Gustavo Madero, quien aspira a ocupar el
liderazgo durante un periodo más.
Y, mientras el gobierno federal, y en especial su policía en jefe,
Manuel Mondragón y Kalb, ensayan justificaciones respecto al
incumplimiento de la sonora oferta de crear una gendarmería (en cada
sexenio inventan etiquetas para que al final el producto siga siendo el
mismo, con corrupción, despilfarro y arbitrariedad), aduciendo que de
alguna manera ya se ha puesto a funcionar informalmente, y prometiendo
que en julio próximo quedará plenamente instalado ese presunto cuerpo
ideal de policías, ¡felices nochebuena y navidad les desea esta columna
brevemente adornada con virtuales esferitas de temporada, y aquí nos
leeremos de nuevo el próximo jueves!