CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Tal como se pronosticaba, el
primer debate televisado entre Hillary Clinton y Donald Trump rompió
récord de audiencias en la televisión, pero también se convirtió en una
gran sensación de menciones y deliberación en las redes sociales.
Sin embargo, el reality Clinton-Trump no eliminó el factor
central de esta batalla mediática y política que ha acaparado la
atención mundial: si bien el debate lo ganó la candidata demócrata, el
show de Trump continúa. No hay ninguna certeza de quién pueda triunfar
en las urnas, aunque gane en las pantallas y en las plataformas
digitales.
Las cifras preliminares de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos (NBC, CBS y ABC) indican que al menos 81 millones de telespectadores vieron en vivo el debate, cifra que rompió el récord de 80 millones de espectadores que tuvo el famoso encuentro entre James Carter y Ronald Reagan el 28 de octubre de 1980.
El encuentro entre Hillary y Trump dejó muy atrás los 67.2
millones de telespectadores que siguieron los debates entre Barack Obama
y Mitt Romney en 2012, pero no logró destronar el gran espectáculo del
Super Bowl que este año llegó a los 111.5 millones de telespectadores,
según las cifras de Nielsen.
La televisión restringida incrementó en más de 28% su
audiencia, como fueron los casos de CNN y de Fox News, tan sólo en el
territorio estadunidense.
Las redes sociales se transformaron en el termómetro del tipo de temas y de superficialidades que acapararon la atención masiva.
En Twitter, los hastags #DebateNight y #Debate2016 fueron
las palabras más mencionadas durante la noche del lunes 26 de
septiembre. Se lanzaron a la tuitósfera un mínimo de 5 millones de
mensajes, de los cuales 62% se concentraron en Trump y 38% en Hillary.
El tema más mencionado sobre Trump no fue sobre sus
políticas globalifóbicas, su racismo o su evidente negativa a dar a
conocer su declaración de impuestos. El tema que acaparó la atención fue
su “nariz mocosa” en relación al supuesto resfriado del magnate.
El tuit más replicado entre la comunidad hispanoamericana
fue el de la exmiss Universo Alicia Machado, quien robó la atención
global del debate por un instante. En su cuenta, Machado agradeció así a
la candidata demócrata que exhibió la misoginia de Trump:
“Gracias señora @HillaryClinton. Su respeto a las mujeres y
nuestras diferencias la hacen grande! Estoy con usted”. Tuvo más de 10
mil 500 retuis en menos de una hora.
A Donald Trump le recordaron su ignorancia, y su mensaje más
retuiteado fue esta explicación trumpiana del calentamiento global: “El
concepto de calentamiento global fue creado por los chinos para hacer
creer que las manufacturas estadunidenses sean menos competitivas”.
La gran competencia de la cobertura televisiva fueron las
dos redes sociales de mayor audiencia mundial: Facebook y Youtube. En el
primer caso, Trump acaparó el 79% de las menciones. Medios de habla
hispana como Univision y Telemundo rompieron récord de réplica y visitas
con su transmisión simultánea del debate a través de Facebook Live.
Algunas redes sociales como Snapchat inauguraron un nuevo
método para capitalizar el show de los dos contendientes. Incluyó un
primer filtro durante el debate, donde los usuarios podían intervenir
con el tema “Debate Day”. Ahí proliferaron los memes, las parodias, las
frases ridículas que ya han convertido a Trump en el gran bufón de las
redes sociales.
La plataforma Aicial facilitó información basada en Twitter y
en la deliberación que se generó en “tiempo real” en relación con los
temas del debate. El fast-checking que funcionó mejor fue el del portal
de Hillary Clinton, que verificó los dichos y afirmaciones de Donald
Trump y permitió una intensa interacción entre los usuarios.
Entre las plataformas digitales de los medios impresos, The
New York Times también realizó una intensa deliberación que acaparó la
atención del sector más informado.
Algunos especialistas señalan que esta irrupción de las
redes sociales en el show de los debates presidenciales es tan caótica
como autorreferencial.
La incapacidad para dirigir la conversación y el poco
interés de los centros políticos en configurar temas y mensajes que
trasciendan más allá de la estridencia o del reality es todavía el gran
trabajo de incidencia de políticos, analistas y periodistas en las
oleadas de las redes sociales.
Hillary Clinton ganó en la encuesta inmediata de CNN con
62%, frente al 27% de Trump, mientras el candidato republicano se
atenazó a la encuesta de Time, que le dio 59% frente a 41% de Clinton.
Ninguno de estos datos indica que Clinton o Trump hayan
logrado romper el empate técnico que mantienen o que el porcentaje de
votantes indecisos haya disminuido.
El gran efecto es mediático y el gran desafío sigue siendo político y económico ante el alto grado de incertidumbre.
Por ahora, el imparable tren mediático de Donald Trump
sufrió en este media event un freno que lo obligará a radicalizarse o a
buscar voceros alternos en el pos debate, como ya ocurre con el
exalcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani, que salió a declarar para
frenar el daño a la imagen de imbatible de Trump.
Clinton hizo bien la tarea. Colocó a Trump a la defensiva en
el tema de impuestos, de su misoginia, de su poca seriedad en las
propuestas, y cuestionó su branding de multimillonario exitoso, pero no
le dio el golpe fulminante que este tipo de shows mediáticos requieren y
que ella necesita para revertir el voto del odio y el miedo en un
sufragio de acción afirmativa que permita mirar a un futuro menos tenso.
Quizá porque ninguno de los dos candidatos tengan claro cuál
es el futuro que perfilan sobre la superpotencia económica y militar
sobreviviente de la posguerra fría y ambos siguen atenazados a una
crisis que ha polarizado a la sociedad estadunidense y al resto del
mundo.