Han buscado destruirla, someterla,
cooptarla, manipularla. En 84 años, la organización estudiantil de los
normalistas rurales ha padecido el acoso de instituciones de los tres
niveles de gobierno, de partidos políticos de derecha e izquierda, de
gobiernos extranjeros y de oportunistas de todo el espectro ideológico.
Los estudiantes, generación tras generación, han logrado preservar su
Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México y, con ella,
mantener abiertas las 17 escuelas que actualmente se rigen bajo los
cinco ejes del normalismo rural: académico, político, productivo,
cultural y deportivo. Su formación marxista leninista y su compromiso
social han inquietado incluso al gobierno estadunidense, el cual ha
enviado a México agentes encubiertos para investigarlos. De lo anterior
dan cuenta documentos generados por la Dirección Federal de Seguridad
–la antigua policía política del régimen– entre 1962 y 1985 que integran
un expediente de más de 10 mil fojas
Zósimo Camacho - Contralinea
Según el documento –un informe interno de
la Dirección Federal de Seguridad (DFS), fechado el 14 de abril de
1966–, un “elemento” que pertenece “[…] a la FBI [sigla de la
estadunidense Federal Bureau of Investigation, Oficina Federal de
Investigación] norteamericana en México, de apellido HOILLT, viene
haciendo invitaciones insistentemente, para que el Comité Ejecutivo de
la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas, estudien la oferta
de hacer visitas a diversos lugares de la Unión Americana, inclusive
con becas […]” (sic).
Los propios integrantes de la DFS, la entonces policía política del régimen, señalaban al director de la dependencia, Fernando Gutiérrez Barrios, cuáles eran los propósitos de los agentes estadunidenses. El lenguaje policiaco de los espías mexicanos, generalmente pobre, confuso por falta de concordancia y prejuicioso, deja ver, sin embargo, lo que a ojos de las autoridades mexicanas y estadunidenses representaban los estudiantes rurales que rondaban los 20 años de edad.
“[…] Se cree que la intención de estas
gentes [los agentes estadunidenses], obedece al interés de atraerse a
ese grupo estudiantil al cual ven como un serio peligro […]” (sic).
Al final de su reporte, los policías
mexicanos recomiendan al gobierno no intervenir en esta acción de la
FBI en México: No [se prevé] que pudiera resultar negativo en el caso de
que se enviaran a células comunistas [a Estados Unidos]” (sic).
No era la primera vez que los agentes
estadunidenses buscaban entablar comunicación con la FECSM disfrazando
su labor policiaca como académica. Dos años antes, en vísperas de una
huelga estudiantil, el propio gobierno mexicano promovió el envío de
estudiantes a Estados Unidos con supuestos fines académicos. En
realidad, los estadunidenses deseaban averiguar más sobre la
organización normalista rural y el gobierno mexicano deseaba desactivar
una movilización estudiantil. Así, los dos gobiernos colaboraban contra
la FECSM.
El oficio 1668, fechado el 25 de febrero de 1964 y firmado por el agente Blas García Hernández señala:
“Al tener conocimiento de lo anterior
[los preparativos de un Congreso de normalistas en el que podría tomarse
la decisión de estallar la huelga estudiantil], el Profesor Mario
Aguilera Dorantes, Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública
[SEP], giró instrucciones al Profesor Alfonso Sierra Partida, Director
General de Normales, para que [Eleno] Medina Vázquez [entonces
secretario general de la FECSM] fuera incluido en la relación de
estudiantes que solicitó la Embajada de los Estados Unidos en México,
con el objeto de auspiciar una jira de estos elementos por varios
estados de la Unión Americana, maniobra con la cual se trata de que el
Consejo aludido se suspenda, ya que Medina Vázquez permanecerá fuera del
país hasta el 14 de mayo próximo” (sic).
Disputa por la representatividad del normalismo rural
Para 1963, la rebeldía de la FECSM era
intolerable para el gobierno mexicano. Las autoridades intentaban
hacerla priísta y, una y otra vez, fracasaban. También habían creado una
disidencia que, aunque podría haber nacido auténtica, fue usada para
disputarle a la Federación la representatividad de los alumnos.
Entonces la normatividad interna de la Federación databa del 1 de enero de 1951, cuando en la Escuela Normal Rural de El Mexe,
el Comité Nacional de la FECSM expidió el documento con los Estatutos
de la organización. En los documentos generados por la DFS se señala que
los estatutos fueron resultado del Decimoprimero Congreso Nacional de
Estudiantes Campesinos Socialistas de México, llevado a cabo del 12 al
18 de septiembre de 1950 en la Escuela Normal Rural de Palmira, Morelos.
Los Estatutos fueron obtenidos por la DFS hasta el 15 de octubre de 1963 y fueron archivados bajo el folio 63-19-63.
En el Preámbulo de los Estatutos, la
FECSM deja en claro sus principios. Declara que “[…] su fin supremo será
el de obtener una Educación Revolucionaria, democrática y sin ninguna
discriminación para la juventud campesina […]” (sic).
Agrega que “[…] la doctrina que sustenta
la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México es y será
la misma que animó a los grandes próceres de nuestra historia, desde
Hidalgo, Morelos, Juárez y Francisco I Madero, que consistió y sigue
consistiendo en dos cosas fundamentales: lograr nuestra Independencia
Nacional tanto económica como política, en superar las condiciones de
vida de nuestro pueblo; en tal sentido nos declaramos partidarios del
programa de la Revolución Mexicana y lo haremos nuestro en todas
nuestras luchas, defendiéndolo con nuestra propia sangre si fuese
necesario, en contra de los detractores y mixtificadores de él.
“Seremos los jóvenes más decididos en
esta lucha, porque sabemos que sólo ello sabrá darnos los frutos que
todo nuestro pueblo exige de la juventud del campo.
“Jamás vacilaremos en combatir a los
falsos Revolucionarios, que al amparo de los nobles ideales por los que
siempre ha luchado nuestro pueblo roban y se enriquecen defraudando y
engañando a lo más valioso de la Patria Mexicana.
“La FECSM se declara por una educación
que se base de los principios de la Revolución Mexicana y apegada
estrictamente a los conocimientos científicos, sin prejuicios ni
fanatismos de ninguna naturaleza, por ende nos declaramos en contra la
Educación mixtificada que hoy en día se imparte en muchas Escuelas
confesionales, que funcionan muchas veces con el consentimiento del
Gobierno Federal y muchas otras a espaldas de él.
“Necesitamos entonces, que la Educación Sindical y Política de nuestras Sociedades sea una tarea inaplazable […]” (sic).
En el mismo Preámbulo, la FECSM “Se
declara enemiga de las fuerzas regresivas que intentan a toda costa
dominar a la humanidad cooptando así la libertad de que tiene derecho
todo ser humano; tales como el nazifascismo, el franquismo y sus
satélites en México, los partidos Acción Nacional, Fuerza Popular (el
Sinarquismo, etc)” (sic).
Desde entonces la Federación de
Estudiantes velaba por la independencia de la organización estudiantil
de las autoridades educativas. En esa época era una organización
totalmente abierta y no había pasado aún a la clandestinidad ni a la
semiclandestinidad.
Entonces la FECSM estaba adherida a la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM). Le mantenía lealtad, reconocimiento y hacía suyos sus principios. Sin embargo, la CJM de manera secreta comenzaba a actuar en contra de la FECSM. Lo anterior se desprende de las fichas e informes elaborados por Blas García Hernández para el director de la DFS.
Mientras el secretario general de la
FECSM Eleno Medina Vázquez gestionaba ante la Secretaría de Educación
Pública (SEP) el incremento a las becas estudiantiles y organizaba una
huelga nacional de Normales Rurales, el dirigente de la CJM, quien
acompañaba formalmente las gestiones de los normalistas, recibía
instrucciones para abandonar a la FECSM en sus demandas o sabotearlas.
Según el oficio de la DFS fechado el 23
de octubre de 1963, en el que se informa de las actividades que los
normalistas realizaban previas a la huelga nacional, se lee: “En el
supuesto caso de que se trate de organizar una concentración en los
patios de la Secretaría de Educación Pública, los días 29 y 30 como se
ha anunciado, las autoridades educativas han tomado las medidas
correspondientes por conducto de la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes para que todos los camiones que traigan transporte no
autorizado a estudiantes normales federales, se les regrese en el
camino.
“Además se tiene conocimiento de que
Vicente Oria Razo [presidente de la Confederación de Jóvenes Mexicanos]
ha recibido consigna de no intervenir en los problemas que plantean los
dirigentes de la Federación de Estudiantes Socialistas Campesinos de
México” (sic).
Días más tarde un nuevo oficio, fechado
el día 24, confirmaba que la CJM había hecho su trabajo: “Por diferencia
de opiniones entre Vicente Oria Razo y Eleno Medina Vázquez […] fue
suspendida la concentración de alumnos de las Escuelas Normales Rurales
Federales […].”
Toda la vida académica, cultural y hasta
deportiva era motivo de escrutinio por parte del régimen. A propósito de
un encuentro deportivo a realizarse en la Escuela Normal Rural de
Mactumactzá, Chiapas, los normalistas rurales habían girado invitación a
estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, del
Instituto Politécnico Nacional y de otras instituciones de educación
superior.
Por ello, en un informe fechado el 30 de
octubre de 1963, Blas García Hernández solicita al director Federal de
Seguridad: “Es posible que en esta reunión se traten asuntos políticos
de carácter nacional y se cree necesario que se mande un elemento para
que cubra este evento e informe oportunamente a esta Oficinas” (sic).
El movimiento finalmente se desactivó
porque las autoridades prometieron que se destinaría una mayor partida
presupuestal para las normales rurales para el siguiente ejercicio
fiscal (1964). Dijeron que buscarían cumplir con todas o la mayoría de
las demandas de los estudiantes.
Sin embargo, 1964 llegó y las normales
rurales seguían en las mismas condiciones económicas y materiales. Así
lo informó el entonces director Federal de Seguridad, Manuel Rangel
Escamilla, al secretario de Gobernación mediante el oficio 1668, fechado
el 25 de febrero de 1964:
“En virtud de que el aspecto económico
del problema que provocaron el año pasado los estudiantes de las
Escuelas Normales Rurales, encabezados por Eleno Medina Vázquez, se dejó
pendiente a fin de resolverlo en el curso del presente año, y de que la
alimentación que se proporciona a los alumnos de esos Planteles no ha
sido mejorada y la consideran muy deficiente, dichos elementos que en su
mayoría están afiliados al Frente Electoral del Pueblo y al Movimiento
de Liberación Nacional, amenazan con llevar a cabo una nueva campaña de
agitación en contra de las autoridades de la Secretaría de Educación
Pública” (sic).
Líneas abajo, el documento también
establece que las autoridades buscaron hacer frente a las demandas con
la represión académica: “El Profesor Mario Aguilera Dorantes, Oficial
Mayor de la Secretaría que se menciona, giró una circular a los
directores de las Normales Rurales, indicándoles que deben procurar que
los estudiantes no participen en actividades políticas por considerar
que éstos son menores de edad, apercibiéndose a los que violen esta
disposición con aplicárseles las sanciones correspondientes” (sic).
El oficio enviado por el titular de la
DFS está basado, a su vez, en un informe que le proporcionó el elemento
Blas García Hernández. En éste se especifica cuál será la única sanción
para el alumno que proteste: “Será dado de baja”.
La estrategia no paró ahí. En los
documentos de la DFS se da cuenta de la resurrección de una organización
que buscaba disputarle a la FECSM la representación de los alumnos: el
Consejo Permanente de las Normales Rurales, que había surgido 2 años
antes, cuando Lucio Cabañas Barrientos era secretario general de la
FECSM. Para mayo de 1964 y a 2 meses de las elecciones federales volvía a
la vida; contaba con presencia en 11 normales rurales: El Mexe,
Hidalgo; Aguilera, Durango; Palmira, Morelos; Panotla, Tlaxcala; El
Roque, Guanajuato; Zocoyucan, Tlaxcala; Cañada Honda, Aguascalientes;
Saucillo y Salaices, Chihuahua; San Marcos, Zacatecas; y Santa Teresa,
Coahuila.
El presidente de esta organización era el
alumno Eusebio Mata Mejía, de la escuela de El Roque, Guanajuato.
Convocó al II Congreso realizado en Cañada Honda. De acuerdo con un
informe firmado por el titular de la DFS el 24 de mayo de 1964, “Dicho
Consejo fue patrocinado por la Dirección General de Normales Rurales de
la Secretaría de Educación Pública, con una partida de $10,000.00 para
gastos” (sic).
Con más claridad, el informe del propio
titular de la DFS, dirigido al presidente de la República o al
secretario de Gobernación, firmado el 25 de febrero de 1964 señala: “[…]
líder estudiantil Eusebio Mata Mejía, patrocinado económicamente por la
Secretaría de Gobernación y controlado por el Gobernador del Estado” (sic). En ese entonces el gobernador era Augusto Gómez Villanueva.
Al final del oficio se lee: “A instancias
del Gobernador aludido, los nuevos dirigentes [del Consejo Permanente]
tratarán de entrevistar al Lic. Luis Echeverría Álvarez, subsecretario
de Gobernación, Encargado del Despacho, para patentizarle su adhesión al
gobierno federal” (sic).
Al final, la organización estudiantil oficial se diluiría de nueva cuenta.
Un informe de la DFS, firmado por su entonces titular, Fernando Gutiérrez Barrios, y fechado el 10 de marzo de 1966 da cuenta de una “concentración” de la FECSM. Se trata de un congreso en el que participaron el Comité Ejecutivo de la organización y representantes de 27 de las 29 escuelas. El acto se realizó en el comedor Enrique Rodríguez Cano de la Escuela Normal Rural ubicada en Perote, Veracruz, internado para varones.
En el documento, titulado con un escueto Estado de Veracruz,
Gutiérrez Barrios informa al secretario de Gobernación o al presidente
de la República los pormenores de la reunión. Se detalla en la situación
de las escuelas y las demandas de los estudiantes. De nueva cuenta
quedan claras las demandas de los estudiantes: se trata de solicitudes
académicas y de mejoramiento de la infraestructura de las escuelas.
Podrían ser firmadas por los normalistas rurales de hoy.
Los alumnos señalan que “[…] las normales
rurales están constituidas por gente pobre, hijos de campesinos, pero
deben contar con buenos laboratorios de Física, Química, Biología,
Biblioteca, talleres con los indispensable para su funcionamiento y
vestuario; que en Perote hay 360 internos, soportando el frío por
encontrarse el plantel en despoblado y en las faldas del Cofre de
Perote; que hacen falta canchas para toda clase de deportes; que a la
mayoría de estas escuelas no se les ha dotado de proyectores de cine y
vistas fijas; se carece de medicinas y hasta de electrificación, como la
Escuela Normal Rural para Señoritas de Galeana, Nuevo León, donde no
hay ni agua potable y las alumnas tienen que caminar tres kilómetros
para acarrearla […]” (sic).
La FECSM convocó a su 20 Congreso
Nacional Ordinario a celebrarse los días 4, 5, 6 y 7 de mayo de 1966 en
el que se nombraría al nuevo Comité Ejecutivo de la FECSM. Entre los
demás puntos del temario se encontraban la elaboración de un pliego
petitorio basado en las necesidades de las escuelas, la solicitud de
adhesión de los centros normales regionales y de la Escuela Nacional de
Maestros y una posible reforma a los estatutos de la FECSM. El Congreso
se realizaría en la Escuela Normal Rural José Guadalupe Aguilera,
ubicada en el estado de Durango.
De las dificultades de los policías para
infiltrase en la FECSM ya se daba cuenta desde entonces. Un informe
firmado el 3 de mayo de 1966 por el capitán Apolinar Ruiz Espinosa
acerca del Congreso de la FECSM, señala: “El director de Escuelas
Normales de la SEP, Alfonso Sierra Partida considera difícil la entrada
de observadores o informadores al Congreso de referencia, por lo que
espera solamente la información que le pueda proporcionar el director de
la Escuela […]” (sic).
Por supuesto, Gutiérrez Barrios no se dio
por vencido y envió a algunos de sus muchachos. Un reporte del 9 de
mayo de 1966, firmado por el capitán Apolinar Ruiz Espinosa, señala:
“[…] durante el día 7 del actual, en que se clausuraron los trabajos del
Congreso, al descubrir los alumnos la presencia de seis agentes
informadores, que ocurrieron a José Guadalupe Aguilera, trataron de
lincharlos […]”.
Así, el nuevo Comité Ejecutivo de la
FECSM estaba encabezado por Antonio Torres Valle, de Zaragoza, Puebla.
Del nuevo secretario general de la FECSM, dicen los agentes ser
“conocido discutidor”, […] de espíritu rebelde y agitador [como] ha
venido significando a los dirigentes y en general a los estudiantes de
las normales rurales federales” (informe del capitán Apolinar Ruiz
Espinosa, fechado el 12 de mayo de 1966, dirigido a Fernando Gutiérrez
Barrios).
Otros personajes buscaron influir en el devenir de la organización estudiantil. Además de Oria Razo (de la CJM), desde la izquierda, un joven muy activo trataba de “asesorar” e incluso “dirigir” a los integrantes de la FECSM. Se trataba de Rafael Aguilar Talamantes, entonces integrante y luego dirigente del Consejo Nacional de Estudiantes Democráticos.
No todos los que se acercaban a la FECSM
buscaban acosarlos, espiarlos o manipularlos. Los agentes de la DFS dan
cuenta de los apoyos y solidaridad de integrantes del entonces Frente
Electoral del Pueblo, como José Santos Valdez, a quien identifican como
“inspector de la zona norte de normales en el país de la SEP y escribe
en las revistas Política y Siempre” (sic).
También identifican a la periodista
Judith Reyes, del FEP. Se trata de la cantautora que acompañó, hasta su
muerte, a los movimientos sociales y revolucionarios. También aparece
Raúl Ugalde Álvarez, del FEP, quien apenas unos meses después del
reporte de los agentes sería aprendido acusado de sedición.
Un apellido es constante en los reportes
de la época de la DFS cuando se trata de hablar de las movilizaciones de
los normalistas rurales: Cárdenas. Cada que se presenta la posibilidad
de que los estudiantes realicen alguna actividad política, los agentes
en sus reportes señalan: “Las escuelas normales rurales, fundadas por el
general Lázaro Cárdenas…”, como si debieran señalar al responsable del dolor de cabeza que les representaban esas escuelas a las autoridades federales de la década de 1960.
Lo cierto es que las normales rurales no
fueron fundadas por Lázaro Cárdenas del Río. Pero sí es verdad que su
impulso decidido ocurrió durante su periodo de gobierno. Incluso, en
pleno cardenismo se fundó la FECSM, como una organización de defensa de
las obras educativas de la Revolución Mexicana y, particularmente, de la
educación socialista y el normalismo rural.
Los agentes incluso se refieren a Lázaro
Cárdenas como quien “siempre ha dado apoyo y consejo a los normalistas
rurales”. Mediante un oficio fechado el 10 de octubre de 1963, Blas
García Hernández informa al director Federal de Seguridad que Cuauhtémoc
Cárdenas (hijo del general Lázaro Cárdenas) estaría ofreciendo ayuda a
los normalistas rurales de Puebla, quienes se encontraban en
movilizaciones por mayor matrícula estudiantil y la expulsión de un
profesor.
Según el documento –en el que señala como
asunto “Magisterio” y que al ingresar al archivo de la DFS fue
catalogado con el folio Exp-100-13-1-63–, “El director General de
Normales en la República, Profesor Alfonso Sierra Partida, reportó
oficialmente al Profesor Mario Aguilera Dorantes, Oficial Mayor de la
SEP, la intervención directa del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
en el problema de las Normales Rurales, ya que está proporcionando
ayuda económica y asistió personalmente a la última reunión que se llevó
a cabo el día 8 del presente, en la Escuela Basilio Badillo [Vadillo],
ubicada en Zaragoza, Puebla, Municipio de Teziutlán” (sic).
Zósimo Camacho, @zosimo_contra
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Fuente: Contralinea