El bipartidismo llega a su fin en
España. Y no se trata sólo de que el gobernante y derechista Partido
Popular y el centrista Partido Socialista Obrero Español tengan que
compartir el botín político con nuevas organizaciones. Lo que parece
inminente es el desplazamiento total de estos institutos y un nuevo
panorama político electoral
Miguel Lozano/Prensa Latina - Contralinea
Madrid, España. A poco más de 1 año de las elecciones generales, España vive un terremoto político
que trastoca los esquemas aceptados como válidos y apunta a la
decadencia del llamado bipartidismo y al surgimiento de nuevos partidos.
Dos encuestas difundidas en noviembre por la firma Metroscopia y el
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ratifican la caída de los
partidos Popular (PP) y Socialista Obrero Español (PSOE) y el
encumbramiento de Podemos, una fuerza con menos de 1 año de creada.
Según el barómetro de octubre del CIS
–institución dependiente del Ministerio de Presidencia– 17.6 por ciento
de los españoles tiene intención de votar a Podemos, frente al 14.3 por
ciento por el PSOE y el 11.7 del gobernante PP, que cae al tercer lugar.
En cuanto a la llamada intención del
voto, que incluye variables como recuerdo de voto y simpatía política de
los consultados, el CIS vaticina que el PP volvería a ganar con 27.5
por ciento (17.1 puntos por debajo de lo obtenido en las elecciones de
2011).
Esta estimación, sacada de la llamada
cocina del CIS, ubica al PSOE en segundo lugar, 3.6 puntos por debajo y a
Podemos en tercero a cinco puntos del Partido Popular.
La tendencia del voto directo del CIS
–que da ganador a Podemos a partir de la pregunta: “¿Por qué partido
votaría hoy?”– se acerca a los resultados del sondeo de Metroscopia,
según el cual Podemos ganaría con 27 por ciento.
Por detrás se ubicarán en segundo lugar el PSOE con 1.5 puntos menos y el
PP con sólo 20 por ciento de los votos.
Interrogado
por Prensa Latina, Vicente Palacio, director adjunto del Observatorio
de Política Exterior Española, de la Fundación Alternativas, considera
que la situación refleja el agotamiento del esquema político español el
cual, asegura, necesita renovación.
En su criterio, además del influjo de la
crisis económica y los casos de corrupción de los políticos, el auge de
Podemos está influido por la búsqueda de otras formas de organización
por las nuevas generaciones que ya no conectan con las tradicionales.
En opinión de Palacio, la política a
partir de ahora no la marcarán organizaciones tradicionales sino otras,
de tipo más reivindicativo, con estándares más altos para la expectativa
social, la redistribución de riqueza, la lucha contra la corrupción y
la reforma del sistema político.
El explosivo ascenso de Podemos se
registra pese a que la mayoría de los encuestados estimó que ese partido
no tiene ideas claras sobre cómo superar la crisis y no es el único en
el cual se puede confiar.
En un editorial titulado “Seísmo político”, El País
opinó que si bien no hay certeza de que España se encamine hacia un
vuelco electoral, es seguro que la opinión pública vive ahora bajo los
efectos de un tsunami político.
Podemos
Quiérase o no, todos los análisis hoy
sobre la situación política en España llevan un denominador común:
Podemos, el partido liderado por el profesor universitario Pablo
Iglesias, que debutó en las pasadas elecciones de mayo en el Parlamento
Europeo.
En esa ocasión y con apenas 4 meses de
creada la formación obtuvo 1.2 millones de votos, cinco eurodiputados
(entre ellos Iglesias) y se ubicó como la cuarta fuerza del país por
votación.
Unos lo consideran causa del actual terremoto
político español, otros una consecuencia del deterioro al influjo de la
crisis económica y los casos de corrupción de los partidos
tradicionales.
Pero lo cierto es que, con un discurso y
métodos novedosos, se colocó en el centro de la atención, con propuestas
muy similares a la de la izquierda tradicional, aunque sus líderes
consideran que la clave no está en la definición izquierda-derecha.
En una reciente entrevista con el diario 20 Minutos, Iglesias estimó que hoy España debe elegir entre una minoría oligárquica y una mayoría de ciudadanos.
“Yo no soy apolítico, vamos, todo lo
contrario, soy de izquierdas. Podemos se ubica en un espacio que sirve
para definir la realidad de manera mucho más clara”, afirmó interrogado
al respecto.
“La izquierda y la derecha –dijo– son
metáforas de la distribución parlamentaria en la Asamblea Nacional
Francesa: quienes defendían los privilegios y los favorables a extender
los derechos.
“Sin embargo –señala–, cuando a la gente le decimos: ?hay una minoría que está arriba y hay una mayoría que está abajo’, lo entiende perfectamente. Nosotros decimos: somos los de abajo”.
Aunque con muchos puntos en común con
Iglesias, el coordinador federal de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, ve
las cosas un tanto diferentes y demanda la unidad de la izquierda frente
a las fuerzas políticas neoliberales y para echar al PP del poder.
Al
mismo tiempo estimó que la izquierda se encuentra en un momento
histórico en España y apeló a la generosidad de las fuerzas
transformadoras para articular una propuesta alternativa capaz de
convencer a la ciudadanía.
IU no tendrá ningún problema para
concurrir a las elecciones junto a otras organizaciones políticas, pero
en torno a un programa concreto, aseguró, al tiempo que adelantó que su
partido no cambiará la hoja de ruta debido a los resultados de las encuestas.
Ello no quita, como opinó el diputado de
IU Alberto Garzón, una de las figuras jóvenes de mayor empuje en ese
partido, que la organización haga una reflexión a nivel orgánico sobre
los cambios demandados por la sociedad.
En opinión de Garzón, y la de muchos
observadores de la actualidad, nada va a ser igual a como era hasta hace
unos meses en la política española.
El primer resultado del vendaval es
el fuerte golpe recibido por el llamado bipartidismo, dado por la
alternancia en el poder del PP y el PSOE durante décadas, y la aparición
de nuevas formas de organización, como Podemos o los movimientos
Ganemos.
Éstos, que se están estructurando con
vistas a las elecciones municipales, se basan en la posible coalición de
partidos como Podemos e IU con movimientos ciudadanos surgidos de las
protestas callejeras y masivas de los inconformes en 2011.
De llegar a buen término, esas gestiones
podrán redundar en la incorporación a la política de amplios sectores
disgustados con la forma de llevar el timón del país, pero alejados de los procesos electorales por falta de confianza en los partidos o de fe en el sistema.
Todavía está por ver la influencia de
este factor en 2015, cuando habrá comicios municipales, regionales y
generales, pero lo cierto es que el sismo político español abrió opciones para propuestas que parecían inviables hace sólo algunos meses.
Miguel Lozano/Prensa Latina