sábado, 23 de noviembre de 2013

IMSS: ¿con la OIT, impondrá Peña una “universalidad” a la baja?

Gustavo Leal F.* | Opinión-La Jornada
Aprobados los derechos no universales mínimos de protección social –no de seguridad social integral– a una micropensión y microseguro de desempleo pretextando una reforma hacendaria de profundo sentido social”, Peña se desvive ahora en reconocimientos al IMSS y su sindicato. ¡Sólo faltan los derechohabientes! Clausurando la 104 asamblea general ordinaria sostuvo que el IMSS “verdaderamente tiene una gran capacidad de seducción” y elogió a “esta gran familia de 428 mil trabajadores”. Al titular del SNTSS lo saludó como “señor secretario general de este gran sindicato”.
Peña quiere que el IMSS encabece su proyecto de “universalidad” sanitaria, garantizando que no saldrá lastimado. Pero ¿cómo puede hacerlo si, por la “reforma” Zedillo de 1995-1997, perdió las pensiones y desde entonces padece penurias y servicios comprometidos? Ni el primer director de Peña, José Antonio González Anaya –brazo derecho de Calderón en la fallida “reforma” al Issste 2007–, ni la cúpula sindical, lo reconocen. Haciendo malabarismos lo evitan ( SNTSS, el verdadero agobio del IMSS).

Con Fox y Calderón se prepararon 11 apocalípticos informes que, desde el título y abusando de un lenguaje tecnocrático socialmente inadmisible, esquivaron el asunto manufacturando una catástrofe imparable. Todos publicitaron un “diagnóstico” deliberadamente equivocado. ¿Cómo pretende Peña, ahora, que el IMSS se “fortalezca” y contribuya a la construcción de la “verdadera sociedad de derechos” que propala por doquier, cuando su equipo no se deslinda de esas piezas?

Incluso José Luis Carazo, representante de la CTM ante el consejo técnico, reclama un rescate: “desde hace una década, se ha privilegiado la salud financiera del instituto a costa de la salud y los derechos de la derechohabiencia”. Y propone que el gobierno lo financie con aportaciones anuales de “60 mil MP hasta 2034”. Por Zedillo –sin garantizar el futuro pensionario de los trabajadores del apartado A– en las Afore y sus comisiones se encuentran los recursos que Carazo le solicita a Peña “hasta 2034”.

El sindicato adoptó, de inmediato, la “universalidad” de Peña ( El SNTSS agradece respaldo del Presidente de la República). Claro que antes, como Carazo, había solicitado más recursos ( Demanda el SNTSS abatir rezagos). Y, en efecto, Peña los garantizó: 477 mil MP, 13 por ciento superior al presupuesto de 2013 en términos nominales. ¿Pero sólo para fondear su “universalidad” a la baja? Porque, aclaró, hay “que tomar previsiones para que esté en la capacidad de recibir más trabajadores”.

Frente al desafío de la “universalidad” que Peña le instruyó al IMSS: colaborar con la Ssa en la formulación de una propuesta “que permita crear el sistema nacional de salud universal”, la “corrección” del director González Anaya sólo matiza dos ángulos de los “diagnósticos” deliberadamente equivocados.

Primero: que el pasivo contingente “dejó de crecer en 2005 con los cambios en las contrataciones”. De los 428 mil trabajadores institucionales, 175 mil ingresaron a partir de 2005 (con Fox y Calderón) y “no representan un problema financiero”.

Segundo: González Anaya asume, finalmente, que “resolver los problemas financieros no es un fin, sino el medio para ofrecer el mejor servicio posible”. Justo lo que tanto se criticó a los informes y calidad de la gestión tecnocrática de los directores panistas: Levy, Molinar Horcasitas y Karam: no se financia para ahorrar, sino para prestar servicios dignos. Pero frente al desafío de la “universalidad” de Peña estas “correcciones” son claramente insuficientes. ¿Cómo podrá el IMSS en las condiciones en que se encuentra encabezar ese proyecto?

Sobre la reiterada insistencia de la secretaria Mercedes Juan, el ex secretario foxista Julio Frenk e intereses como Price Waterhouse Coopers, Cámara de Comercio Británica, Centro de Estudios Espinosa Yglesias y el proyecto de lucro AMIS-Banorte para constituir un fondo único como gran soporte del proyecto, pesan dos grandes interrogantes.

Primero. El capítulo para homologar prestaciones entre IMSS-Issste-Ssa, sobre el cual Frenk estima que “se crearía uno contra gastos catastróficos, un paquete de intervenciones de alta especialidad y uno común de beneficios al que todo mexicano tendría derecho bajo cualquier esquema de aseguramiento público con independencia de quién sea el prestador de servicios”. Segundo. La homologación de los derechos laborales de los trabajadores de las diferentes instituciones. Sobre ellas, el estudio “Universalidad de los servicios de salud en México. Grupo de trabajo de Funsalud”, Salud Pública de México, Vol. 55/2013, editora invitada Mercedes Juan López, señala que: “los ajustes a las condiciones de trabajo de los diversos sindicatos son indispensables para hacer realidad la integración funcional, así como la homologación de los procedimientos administrativos. Mientras exista un diferencial en los salarios, el intercambio de servicios no será una realidad”.

La reforma hacendaria de Peña “no da importantes pasos en materia de seguridad social” como declara la Cepal ( Reforma, 4/11/13). Es regresiva: eleva impuestos y reduce prestaciones. Como confirman la micropensión y el microseguro de desempleo, la “universalidad” de Peña –armada con los penosos “pisos nacionales” mínimos de protección social que el secretario Navarrete le impuso a México al firmar en abril 2013 el respectivo convenio con la OIT–, se ciñe ahora sobre el IMSS y el Issste.

¿Cómo podría el IMSS, en estas condiciones, encabezar una “universalidad” que mejore servicios, se ocupe de las necesidades reales de los derechohabientes y no de las que, como en el Seguro Popular, dictan e imponen un catálogo de beneficios tecnocráticamente racionado, mientras se respetan todos los derechos laborales de todos los trabajadores de la salud?

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

Fuente: La Jornada